La primera ministra de Australia convoca elecciones para el próximo 21 de agosto

AGENCIA EFE 17/07/2010 02:56

Gillard, la primera mujer al frente de la jefatura del Gobierno australiano, efectúo el llamamiento a las urnas cuando los sondeos de opinión revelan que el Partido Laborista que ahora ella encabeza ha mejorado la imagen tras las polémicas iniciativas impulsadas por su predecesor.

La primera ministra hizo el anuncio una hora después de reunirse en la sede del Gobierno, en Yarralumla, con la representante de la reina Isabel, la gobernadora general Quentin Bryce.

La convocatoria de los comicios supone el arranque de la campaña electoral, que se centrará en la pugna que mantendrán las filas laboristas de Gillard y las del líder conservador Tony Abbott.

Hasta ahora, los laboristas disponían de 83 escaños de los 150 que integran el Parlamento, en el que el Partido Liberal está representado por 63 diputados.

Otros cuatro escaños estaban ocupados por miembros de formaciones independientes.

Gillard pidió a la gobernadora general que proceda a la disolución oficial del Parlamento, y después, en conferencia de prensa, resaltó que las elecciones son necesarias para reconducir al país.

"Australia necesita muchos cambios, este no es un momento para ir hacia atrás, es un momento para innovar, aprender, movernos hacia el futuro, la opción está muy clara", dijo Gillard.

Un gobierno laborista, añadió Gillard, invertirá en energía solar y en renovables para combatir el cambio climático, mantendrá un presupuesto de superávit y no realizará una campaña electoral centrada en el gasto público.

También apuntó que de ganar las elecciones su partido, reforzará la seguridad en las fronteras para luchar contra el tráfico ilegal de inmigrantes y mejorará los sistemas educativo y de sanidad.

"Hoy pido a los australianos el mandato para llevar Australia hacia delante", dijo la jefa del Ejecutivo, quien de esta forma confirmó que continuará al frente de los laboristas.

Gillard, que fue la viceprimer ministra del gobierno de Rudd, se convirtió en la primera mujer en asumir la jefatura del Gobierno de Australia, el pasado 24 de junio, tras retar al entonces líder, a celebrar una votación interna en el Partido Laborista para que designase su candidato predilecto para las elecciones.

Rudd renunció al cargo al asumir que perdería la votación después de que su popularidad cayera en picado al retirar su propuesta de ley sobre el comercio de emisiones de gases, espina dorsal de la política oficial medioambiental que le llevó a ganar las elecciones de 2007.

La imagen del gobierno de Rudd también se vio afectada por la campaña publicitaria llevada a cabo por la poderosa industria minera contra su decisión de aumentar hasta el 40 por ciento el impuesto sobre el dividendo que genera el sector.

A principios de este mes Gillard evitó un desplante y logró un acuerdo fiscal con las mineras para imponerles un impuesto del 30 por ciento, en lugar del 40 por ciento propuesto anteriormente por Rudd.

En las últimas encuestas de opinión de la empresa Nielsen, la semana pasada, el Partido Laborista contaba con el 52 por ciento del apoyo mientras que la Coalición Liberal tenía el 48 por ciento, y Julia Gillard recibía el 54 por ciento del apoyo mientras que su rival, Tony Abbot contaba con el 43 por ciento.

Tras el anuncio de su contrincante, Abbott, dijo en conferencia de prensa, que las elecciones no se decidirán en base a consignas sino que la clave para ganarlas es "la capacidad de un gobierno dispuesto a trabajar por el ciudadano".

El programa de los conservadores se centrará en la inmigración ilegal y en atacar al gobierno laborista por fallar en sus intentos de poner fin al goteo de embarcaciones que penetran en las aguas jurisdiccionales de Australia, cargadas de personas procedentes en su mayoría de Afganistán y del subcontinente indio.

Es poco común en Australia que un partido gobierne durante solo un mandato.

Con Rudd al frente, los laboristas accedieron al poder en noviembre de 2007 tras conseguir una abultada victoria que acabó con la hegemonía de los conservadores, liderados por el ex primer ministro John Howard, tras más de 11 años en el poder.

El reto que aguarda a la Coalición Liberal de los conservadores es arrebatar 17 escaños al Partido Laborista mediante un cambio en la tendencia del voto en el 2,3 por ciento del electorado con relación a los comicios de 2007.

La gobernadora general disolverá oficialmente el Parlamento y expedirá los mandamientos electorales el próximo lunes, último día para que los ciudadanos que todavía no lo hayan hecho se inscriban en el censo con el fin de votar, función obligatoria establecida en la legislación australiana.