Cuando estás casada y contenta, pero alguien se te cruza: “La monotonía me estaba pudiendo”
Sabela se encontraba bien en su relación, pero al conocer a otro hombre descubrió que había aspectos en su relación que había normalizado
Según un estudio, al enamorarnos se activan 12 áreas del cerebro, liberándose compuestos químicos tales como la dopamina y la oxitocina
Inés Meis, psicóloga general sanitaria, concreta que no es raro que en algún momento de la vida nos fijemos en alguien, pero lo importante es ver cómo procedemos
No es lo mismo amor que enamoramiento. Entonces, conociendo esto, quizás se podría resolver la idea de que, si aparece alguien y estás en una relación de pareja, se puede sentir por los dos, en qué medida y cómo conviene proceder, depende de varios factores. Los profesionales nos dan sus recomendaciones y Sabela relata su historia y cómo afrontó ese torbellino emocional.
Sobre el concepto de enamorarse, de un estudio publicado en la revista Journal of Sexual Medicine que abanderado por Stephanie Ortigue, neuropsiquiatra, derivó la idea de que se activan 12 áreas del cerebro y se liberan compuestos químicos como la dopamina, la oxitocina y la adrenalina. Otras áreas tienen que ver con las emociones o la atención.
Los investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard, Richard Schwartz y Jacqueline Olds llevaron a cabo el trabajo Love and the Brain, informando que los niveles de cortisol se incrementan en la primera fase del amor romántico y, por su parte, la dopamina activa el sistema de recompensa. Entonces se hace más fácil reconocer el significado de “el amor es como una droga”. Justo por un estudio del Colegio de Medicina Albert Einstein, se evidenció que cuando ya no se está con la persona amada, pueden darse conductas depresivas y ansiedad.
Si no lo intentas, nunca sabrás...
Puedes llegar a etapas en la pareja en la que te plantees muchas cosas y percibas desgana o estancamiento pese a querer a la persona con la que compartes tu vida. Esto fue lo que entendió finalmente Sabela, gallega de 52 años, cuando alguien apareció otro hombre en su vida.
Sabela llevaba 7 años en una relación de pareja, enamorada y satisfecha en todos los aspectos. No obstante, un café con una amiga lo cambió todo. “Una tarde mi mejor amiga me llamó para tomarnos un café. Me dijo que un amigo suyo había venido a pasar unos días con ella y que le gustaría presentármelo, que quería que conociese a gente”, comenta.
Sabela manifiesta que físicamente era su prototipo y que al hablar con él la conexión fue instantánea. “Nada más sentarme le mandé un Whatsapp a mi amiga, que estaba sentada a mi lado, con emoticones de corazones”, cuenta entre sonrisas.
Era evidente que la química se daba entre los dos, pero Sabela no quería perjudicar su relación. “Le dije a mi amiga que prefería no volver a quedar, por miedo a lo que pudiese pasar, pero ella me animó y me dijo que no me iba a quedar con la intriga de no haberlo conocido más”, asegura.
Los dos se vieron de nuevo y él le confesó que quería conocerla más. “Le dije que no con la boca pequeña, pero ya me quedé con esa idea en la mente y empecé a no estar a gusto con mi novio, a observar cosas que antes no y entender que la monotonía me estaba pudiendo y apenas hacíamos planes juntos. Le pedí unos días para estar alejados”, dice.
Tras unos meses Sabela optó por conocer al otro hombre y se encontró tan bien que abandonó su relación de pareja. “Si salía mal, pues bueno, pero algo me llevaba a cortar por lo sano con mi vida pasada. No me arrepiento. Se ha venido a vivir conmigo y llevamos 2 años juntos”, añade.
Tenerlo más claro o no
Alberto Álamo, psicólogo y sexólogo, afirma estar en contra del mensaje “cuando hay amor no hay dudas” si se expone sin matices. “El amor está sujeto a todo tipo de tesituras cotidianas, que hacen que sus manifestaciones vayan cambiando, se vayan ajustando a cada circunstancia”, indica.
Si aparecen sentimientos por una persona nueva, Álamo sostiene que, para analizar si procede o no un tiempo de reflexión al respecto, es recomendable:
- Asomarse a ver cómo está la relación actual, si está siendo cuidada, si existe algún elemento que haya sido abandonado o si existe alguna necesidad que no esté siendo satisfecha.
- Analizar si lo que existe ante esta nueva persona es un sentimiento fundamentado en lo nuevo y lo que nos excita o realmente el sentimiento se asienta en algo mucho más profundo.
- Si la confianza y la comunicación han sido la bandera de la relación, incluso exponiéndose ambos miembros de la pareja a la incomodidad y a los miedos, expresar que la situación ocurre. Si no se está en ese punto, hablar honestamente puede generar malentendidos.
El psicólogo aclara que no considera que la edad, por sí misma, sea un predictor exacto de la madurez o seguridad en uno mismo, aunque efectivamente a los 50 años se pueden tener las cosas más claras y la actitud vital más definida. “Esto depende de cuánto nos hemos expuesto, cuánto hemos experimentado, viajado, leído, hablado, pensado... más aquello que ya nos “viene de serie” ”, recalca.
¿Cómo procedo con mi pareja y la persona nueva?
“El hecho de que alguien se cruce en nuestro camino y nos llame la atención no significa que haya algo mal en nuestra relación. Somos seres emocionales y es natural sentir atracción o conexión con otras personas, incluso cuando estamos en una relación estable y feliz”, indica Inés Meis Fernández, psicóloga general sanitaria. Como apunta, para ella, lo importante es ver qué se puede hacer:
- Explicarlo a la pareja con honestidad y responsabilidad: Es clave centrarnos en el “yo”: "Me percaté que sentí... y me hizo reflexionar sobre nuestra relación".
- Ser claro con la persona nueva: Si la interacción empieza a generar confusión, lo mejor es hablar: "Estoy en una relación y quiero ser respetuosa con eso".
Frente a no dañar a ninguna parte ni a nosotros mismos, Meis señala que la pausa es la clave: “Antes de actuar por impulso, es bueno reflexionar sobre lo que realmente queremos y valoramos”.
Para la experta cada etapa en la vida tiene sus desafíos y a los 50 se pueden tener más responsabilidades y vínculos establecidos; también influye la educación emocional recibida de cara a abordar ciertas situaciones. “Es esencial conocernos, ser justos con nosotros mismos y actuar con responsabilidad afectiva”, especifica.
Ojos que ven, corazón que siente
Si estar en pareja y sentir atracción por otra persona es algo incompatible, David Gómez, psicólogo sanitario, especialista en regulación emocional y relaciones afectivas y autor del libro ‘Un viaje hacia el amor (propio)’ (Urano, 2024), deja claro que las reglas de los mitos sobre el amor romántico han hecho mucho daño, y estar con alguien no nubla o anula que se dé una gran cantidad de estímulos alrededor.
Declara que en las parejas se produce la denominada “habituación” o proceso de aprendizaje, esto es, que la exposición repetida a un estímulo (tu pareja) deja de provocar la misma respuesta que al principio o la disminuye. “Estar expuesto a estímulos novedosos produce sensibilización, que implica que estímulos novedosos provocan una gran respuesta emocional”, perfila.
Para el especialista en relaciones afectivas, el enamoramiento puede ser, o no, condición necesaria para conocer a otra persona. “Podemos dejar de vincularnos tanto desde lo que sentimos o dejamos de sentir y entender el vínculo afectivo como una elección en base a valores, intereses, compromiso, metas..., con lo que necesitamos y valoramos. Uno puede estar enamorado e irse con otra persona y no estarlo y permanecer con la pareja”, resalta.
Gómez recuerda que las emociones y pensamientos no se eligen, aunque sí se puede decidir qué hacer con ello y es acertado poner límites a la persona que te atrae por los problemas que pueden surgir. “Asimismo, podemos normalizar que las relaciones pasan por diversas etapas y uno puede replantearse las cosas o sentir atracción y deseo por otro”, subraya.
