Vivimos sometidos a una serie de estímulos tan interminable que el simple hecho de pararse a disfrutar de un momento de calma y dejar 'la mente en blanco' parece una entelequia. Y sin embargo, desconectar de pantallas, notificaciones y el ruido digital de la vida cotidiana podría ser tan sencillo como volver a los pasatiempos y ocupaciones de toda la vida, los que cultivaban nuestras abuelas: el ganchillo, la repostería o la jardinería. Es decir, actividades tranquilas que ayudan a relajarse y propician una buena salud mental.

"Cuando las personas se sumergen en un pasatiempo, a menudo encuentran una vía de escape de las presiones diarias, creando un espacio tranquilo donde pueden relajarse y recargar energías", explica Patricia S. Dixon, psicóloga clínica licenciada en Florida, en 'Good Housekeeping'.

Efectivamente, los pasatiempos que integran mente-cuerpo activan procesos cognitivos complejos y estimulan la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse a nuevas experiencias y estímulos. Lo interesante es que estos hobbies demandan unas habilidades que pueden perfeccionarse con el tiempo, lo que contribuye a aumentar la confianza de quienes los practican.

"Además, si el pasatiempo presenta un desafío, fomenta el desarrollo cognitivo y la resolución de problemas. Y participar en un interés compartido puede generar interacciones sociales significativas, fortaleciendo los sentimientos de pertenencia y conexión", añade la experta. La ciencia ha demostrado que los beneficios de estas actividades son reales. Veamos algunos ejemplos:

El ganchillo tiene un impacto muy positivo en el bienestar emocional y mental de quienes lo practican, según corroboraba un estudio internacional publicado en PubMed y realizado por las investigadoras australianas Pippa Burns y Rosemary Van Der Meer, de la Universidad de Wollongong. El estudio, basado en una encuesta online que reunió más de 8.000 respuestas de personas de 87 países, demostraba que esta actividad, lejos de ser solo un entretenimiento, ayuda a relajarse, aporta una sensación de logro, y mejora el estado de ánimo de forma notable.

Un estudio de la Universidad de Princeton (Nueva Jersey) ha descubierto que la jardinería puede incrementar la felicidad de manera similar a la que producen actividades como caminar o salir a cenar con amigos. Esta afición permite disfrutar del paso del tiempo de manera consciente, alejándose de la inmediatez que domina la vida cotidiana. Además, la paciencia que se requiere para ver crecer las plantas activa la dopamina de una forma más lenta y duradera, lo que contribuye a un bienestar emocional más duradero.

Preparar un delicioso postre despierta los sentidos y la creatividad. Según varios estudios realizados por Donna Pincus, profesora de Psicología y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Boston, cocinar pasteles puede generar bienestar emocional y ayuda a combatir el estrés. Al requerir nuestra atención constantemente, impide que nuestra mente se distraiga y se ocupe en pensamientos negativos.

Según los hallazgos de un estudio publicado en la revista Scientific Reports , observar a los pájaros, o incluso solo escuchar su canto, puede generar un impacto positivo en el estado de ánimo de las personas, con efectos que duran hasta ocho horas. Otra investigación, publicada en 2020 en la revista Ecological Economics, demostró que hay una relación entre la felicidad y el número de especies de aves alrededor de los hogares y ciudades de las personas.