Cómo ser más creativo a los 50 para volver a divertirte como antes: “Tienes una mente poliédrica”

Una bobilla con un cerebro dentro como metáfora de la creatividad. pixabay
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En la actualidad, reinventarse en la madurez es mucho más que un capricho; es una necesidad ante un mundo en constante cambio que no espera a nadie. Cuando uno ronda los 50, la experiencia se fusiona con la urgencia de adaptarse a nuevas realidades, y la creatividad se convierte en la herramienta indispensable en busca de transformar tanto la vida personal como la profesional. Josep Lagares, ingeniero químico, presidente ejecutivo de Metalquimia y autor de ‘Time-out, Creativación o extinción’, nos ofrece un marco teórico y práctico para encender esa chispa creativa que todos llevamos dentro.

El paso del tiempo, a menudo visto como un enemigo, puede transformarse en un aliado si se aprende a aprovecharlo. Lagares, que por su experiencia pasada como paracaidista sabe de lo que habla, nos avisa de que el tiempo es limitado y avanza a toda velocidad, así que depende de nosotros decidir hacia dónde queremos ir: "En mi vida anterior fui paracaidista y tengo dos récords del mundo en formaciones en caída libre. En los cascos llevábamos un dispositivo electrónico llamado 'Time Out' que nos avisaba: hasta ahora has hecho lo que tenías que hacer, ahora tienes cuatro segundos para separarte de los demás y abrir el paracaídas. Si no lo hacías, ya sabías lo que te esperaba".

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Esta metáfora nos invita a reflexionar sobre cómo, a cada instante, se nos presenta la oportunidad de cambiar de dirección. Si bien el paso del tiempo puede ser inquietante, también es un recordatorio de que nuestra capacidad de innovar y reinventarnos es nuestro recurso inagotable.

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Con más de 30 años de experiencia, Lagares y su equipo han trabajado con políticos, académicos, y grandes empresarios del IBEX 35, perfeccionando una metodología para despertar la creatividad. Esta metodología se plasma en su libro, el cual se divide en dos partes (una teórica y otra práctica), con anexos llenos de consejos y ejercicios para estimular el pensamiento lateral y la resolución de problemas.

“La clave es la integración de la teoría con la práctica. Los ejercicios propuestos no son simples actividades, sino herramientas para aprender a transitar entre el pensamiento analítico y el creativo”, desmenuza Lagares. 

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Este cambio de paradigma resulta fundamental para quienes desean reinventarse en cualquier etapa de la vida, especialmente a partir de los 50 años, cuando la experiencia se convierte en un plus con un valor inimaginable.

Creativación o extinción

El neologismo "creativación" surge de la fusión de creatividad e innovación. Lagares plantea que en un mundo al borde del colapso, marcado por desafíos existenciales como el cambio climático, la transformación tecnológica y los conflictos geopolíticos, la capacidad de generar nuevas ideas es “esencial para sobrevivir y prosperar”.

La propuesta es clara: o apostamos por el cambio y la innovación, o corremos el riesgo de quedarnos obsoletos. La llamada a la acción es para todos, pero especialmente para aquellos que, a los 50 años, buscan redescubrir su potencial y contribuir a un futuro mejor.

Uno de los pilares de la metodología de Lagares es la comprensión del funcionamiento del cerebro. La neurociencia nos enseña que contamos con dos hemisferios, uno racional y otro creativo, aunque la mayoría de nosotros tendemos a depender en exceso del primero. La clave para una reinvención exitosa es aprender a equilibrar ambos. "La mayoría de la gente solo usa el hemisferio izquierdo en su día a día. Para encontrar soluciones disruptivas, es necesario hacer trayectos constantes entre ambos hemisferios", asegura Josep.

La mayoría de la gente solo usa el hemisferio izquierdo en su día a día. Para encontrar soluciones disruptivas, es necesario hacer trayectos constantes entre ambos hemisferios

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De hecho, el propio Lagares lleva a cabo talleres de creatividad diseñados para activar el hemisferio derecho, estimulando la capacidad de generar ideas y ver el mundo desde nuevas perspectivas. “La transición entre lo consciente y lo inconsciente es lo que permite descubrir soluciones que, en un primer momento, podrían parecer imposibles”, apunta.

Es en este punto donde aparece un problema de base, ya que el sistema educativo tradicional rara vez fomenta el desarrollo del hemisferio derecho. Sin embargo, Lagares subraya la importancia de enseñar técnicas de creatividad desde la infancia. Su experiencia en la Fundación para la Creativación, que ha impactado a más de 400 escuelas y 40.000 alumnos, es un testimonio del poder transformador de estas metodologías. "La creativación no se improvisa, se educa. Nosotros hemos trabajado en esto con la 'Fundación para la Creativación', donde empresarios y emprendedores se han unido para enseñar creatividad a los jóvenes", asevera Josep.

La creativación no se improvisa, se educa

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“En un sistema educativo en el que, desde pequeños, se fomente la capacidad de pensar de manera innovadora, los jóvenes llegarían al mercado laboral no solo con conocimientos técnicos, sino también con habilidades para resolver problemas de manera creativa, convirtiéndose en profesionales más completos y adaptativos”, añade.

Pero dejemos a un lado la infancia y volvamos a la madurez, ya que, contrario a la creencia popular, la creatividad no tiene fecha de caducidad. Aunque algunos piensen que solo los jóvenes pueden ser innovadores, la experiencia acumulada a lo largo de los años aporta una dimensión única al proceso creativo. Lagares identifica tres tipos de personas en cuanto a su capacidad creativa: “Los creativos innatos, que son aquellos que, de forma natural, alternan entre el pensamiento lógico y el creativo; la gran mayoría, que pasan por ser personas que tienen un potencial creativo sin saberlo; y los asesinos de la creatividad, que son aquellos que creen que ya todo está inventado y bloquean nuevas iniciativas”.

Los asesinos de la creatividad son aquellos que creen que ya todo está inventado y bloquean nuevas iniciativas

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Estos tres grupos no se diferencian en modo alguno por la edad. De hecho, “a los 50 años, la experiencia se traduce en una mente poliédrica, capaz de conectar conocimientos de diversas áreas. Esa versatilidad es crucial para innovar y encontrar soluciones disruptivas en un mundo que exige respuestas rápidas y efectivas. Hemos trabajado con gente mayor y muchos han descubierto su potencial creativo a los 60 o 65 años. La emprendeduría no tiene edad", comenta Lagares.

Uno de los aspectos más disruptores de la metodología de Josep Lagares es su enfoque en la generación de ideas. En sus talleres, las dos únicas reglas son que no hay reglas y que nadie puede menospreciar las ideas del otro. Esta libertad fomenta un ambiente donde todas las ideas tienen cabida, por absurdas que parezcan en un principio. "Muchas veces la idea que te parece más absurda puede desarrollarse, ampliarla y darle una nueva perspectiva. Muchas veces, una idea que inicialmente parece una tontería, si la enfocamos desde otro punto de vista, resulta ser muy valiosa", apunta.

Pero la creatividad no solo consiste en generar ideas; es igual de importante saber seleccionarlas y evaluarlas. Según Lagares, “el proceso de selección se basa en agrupar y analizar las ideas según criterios fundamentales como el riesgo tecnológico, el impacto en el mercado, la factibilidad y la escalabilidad. La clave está en pensar en grande, empezar en pequeño y escalar rápido".

Muchas veces la idea que te parece más absurda puede desarrollarse, ampliarla y darle una nueva perspectiva

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Esta visión nos muestra que, aunque muchas ideas surgen en un ambiente caótico, el verdadero reto es saber cuáles tienen el potencial de convertirse en proyectos transformadores.

Para visualizar esto, se utiliza una matriz de riesgo e impacto que ayuda a decidir cuáles ideas deben ser priorizadas, descartadas o, en algunos casos, requerir colaboraciones estratégicas. “Utilizamos una matriz con cuatro cuadrantes que miden el riesgo y el impacto. Si una idea tiene mucho impacto y poco riesgo, es una prioridad. Si tiene mucho riesgo y poco impacto, se descarta. Si tiene mucho impacto y mucho riesgo, en lugar de descartarla, buscamos colaboraciones estratégicas".

Esta apertura a la colaboración rompe barreras tradicionales y demuestra que, en el camino hacia la innovación, compartir conocimientos y recursos puede ser la clave del éxito.

La valentía como motor 

Huelga decir que el camino de la creatividad y la innovación no está exento de riesgos. Lagares resalta que la valentía es esencial para llevar a cabo cualquier proyecto innovador. Emprender requiere coraje y la capacidad de enfrentar el fracaso sin rendirse. "Para llevar una idea adelante hay que ser valiente. En mi libro hay un apartado que ha sido muy bien recibido, donde incluyo diez consejos para emprendedores. A lo largo de mi carrera, muchas personas han venido a pedirme consejo y lo primero que les pregunto es: '¿Estás dispuesto a asumir riesgos para hacer realidad tu sueño?'. Emprender implica coraje. Puedes tener miedo, pero lo que realmente nos hace libres es el coraje".

En este sentido, y para aquellos que se planteen proyectos nuevos y disruptores entrados o próximos a la década de los 50l, Lagares nos aporta tres claves fundamentales: “Primero, si deseas un futuro, prepárate para él. Segundo, la calidad de nuestra creatividad determina la calidad de nuestro futuro. Cuanto más creativo seas, mejor será tu vida. Y tercero, un aprendizaje personal: cuando me di cuenta de que solo me llevaría lo que había vivido, empecé a vivir lo que quería llevarme. Muchas personas viven sin ser conscientes de lo que experimentan. Un día nos iremos, y lo único que nos llevaremos es lo que realmente hemos vivido".

Aprender del fracaso

Sin embargo, y como es obvio, también hay lugar para el fracaso. No todo van a ser luces de colores. El fracaso es una parte inevitable del proceso creativo, y en ocasiones es el maestro más riguroso. Lagares comparte una experiencia personal que marcó un antes y un después en su carrera: "Todo lo que ahora cuento lo aprendí a raíz de un fracaso en 1992. Queríamos lanzar una máquina revolucionaria para esterilizar jamones. Destinamos muchos recursos y tiempo, pero fue un fracaso total. A partir de ahí, empezamos a trabajar con método, lo que nos permitió pasar de un 30% a casi un 100% de éxito en nuestras innovaciones".

Esta reflexión es especialmente relevante para quienes, al llegar a la mediana edad, pueden sentir temor ante la posibilidad del fracaso. Sin embargo, es precisamente a través del error que se forja una metodología robusta y se aprende a transformar las caídas en peldaños hacia el éxito.

Así pues, reinventarse a los 50 no significa simplemente adaptarse a los cambios; es una invitación a abrazar el proceso creativo como un medio para vivir de manera más plena y consciente. Josep Lagares nos desafía a reconsiderar nuestras capacidades y a entender que la experiencia es, de hecho, una herramienta poderosa para la innovación.