Enamorarse de alguien de la oficina a los 50: “No tiene que salir necesariamente mal”

Psicóloga Adriana Reyes, en Uppers
La psicóloga Adriana Reyes habla en el vídeo sobre las relaciones sentimentales en el trabajoUp in the air
  • Un estudio de Infojobs revela que una de cada cinco personas ha mantenido una relación sentimental en su lugar de trabajo

  • Adriana Reyes, psicóloga y terapeuta de parejas, alega que resulta acertado proteger lo que se está empezando a construir a nivel amoroso

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El amor de tu vida puede aparecer en cualquier lugar y momento, solo hay que dejarlo entrar, como decía Julio Iglesias en su canción: “Invítalo a pasar”. ¡Qué menos! ya que, como dicen muchos, el “mercado” está muy mal. Lo que no puede ser tan fácil de acoplar es que se encuentre en la oficina, porque luego, ¿a qué se está: al flirteo, a soportar el chismorreo de los compañeros o al trabajo?

El roce hace el cariño y pasar tantas horas en la oficina (a veces, más que en casa) puede hacer florecer sentimientos que pasen de la cordialidad o el afecto al amor más sincero. Recientemente conocimos unas sorprendentes cifras de un estudio de Infojobs, bolsa de empleo en línea, que revelaban que una de cada cinco personas había mantenido una relación sentimental en el trabajo.

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Que se puede socializar y conocer gente es lo que piensa un 77%. No obstante, un 57%, desconoce si su empresa pone trabas o ha implantado sugerencias entorno a esos hechos.

Otro estudio llevado a cabo por la compañía Amazon, al que llamaron Amor y trabajo: una relación cada vez más frecuente, evidenció que al 61% de los españoles no les importaría mantener ese tipo de relación con un compañero de trabajo.

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Hablar las cosas

Si sucede que alguien se enamora de alguien con el que trabaja, en algún momento debe darse una conversación y sopesar varios aspectos, como no ser correspondido y verse cada día o que el resto de empleados y el jefe hablen de lo que ocurre. Milagros (53) y Alberto (51) se conocieron en una sala de despachos.

“Yo llevaba varios años trabajando como técnico en una empresa informática y Milagros se incorporaba a la parte de consultoría de marketing. Cuando la vi me pareció preciosa”, explica él. Milagros, sin embargo, dice que llegaba tan nerviosa e insegura a la empresa que lo que menos quería era involucrarse con alguien sentimentalmente.

Al poco tiempo, el grupo de Alberto empezó a invitarla a ir a tomar el café juntos. “Ciertamente lo que dicen que el día a día hace ese cariño por alguien es así. A mí no me atraía físicamente en un primer momento, pero le veía muy atento y me cuidaba mucho”, dice.

A los meses Alberto se declaró en una fiesta de fin de año. “Tomando algo y en un ambiente distendido hizo que me lanzase. Ella me besó y decidimos darnos una oportunidad”, especifica.

Sobre si se plantearon en algún momento que unir trabajo y placer podía ser un inconveniente, ella comenta que apenas lo pensó. “En la oficina ni siquiera estamos en la misma sala, por lo que no nos vemos mucho, pero pueden darse X situaciones donde preferirías que tu pareja no estuviese delante. Creo que es necesario hablarlo bien y separar las cosas”, sostiene.

“Llevamos algo más de un año juntos e intentamos darnos nuestros espacios en el lugar de trabajo y fuera de él. Solemos ser honestos si estamos agobiados o un día puntual preferimos no juntarnos”, perfila.

Conocer bien a la otra parte

Marta Abalos Calvo, psicóloga sanitaria, sexóloga y terapeuta de pareja asegura que enamorarse no es una decisión racional, por lo que, si ocurre con alguien de la oficina, lo importante es plantearse si dar el paso o no. “Lo que podría ser una ilusión y un chute de motivación para ir cada día a cumplir con las responsabilidades también puede resultar una situación incómoda y tensa en el caso de que desembocara en ruptura u otros conflictos”, apunta.

La especialista en parejas estima necesario valorar algunos aspectos, siempre y cuando en la empresa en la que se trabaje no existan políticas que regulen las relaciones entre empleados. Asimismo, considera interesante reflexionar sobre la estabilidad emocional y/o habilidades interpersonales, con especial atención, a la capacidad de resolución de conflictos.

Afirma que habría que cuestionarse temas sobre la persona por la que uno tiene sentimientos: ¿Es estable emocionalmente? ¿Cuándo le he visto envuelto en un conflicto sabe lidiar con ellos desde la calma y la cooperación? ¿Cómo se relaciona con el resto de compañeros? ¿Cómo creo que podríamos manejarlo en el caso de que rompiésemos?

Aclara que resulta esencial ser honestos con uno mismo en las respuestas, distinguiendo la información del autoengaño y la idealización. “Tras eso, se puede poner en una balanza todo para decidir si aceptar el riesgo asociado a esa idea”, expone.

Para Adriana Reyes, psicóloga y terapeuta de parejas, a la hora de enamorarse resulta fundamental dejar de lado el juicio o la culpa. Entiende que vale la pena dialogar sobre si entre las dos partes se dan expectativas similares, aunque no hace falta decidir algo rápidamente.

La experta ve clave tener claro si lo que ocurre es algo que despierta emociones importantes. Destaca que la primera conversación debería centrarse en cómo lo está viviendo cada uno (qué significa, qué necesita o qué asusta), y hablar sin presión, sin definir ni etiquetar.

Diferenciar los roles y poner límites

Hay un criterio sobre si contarlo o no (aunque no piensa que haya una respuesta única), que suele funcionar, y es el de proteger lo que se está empezando a construir. “Si se hace pública la relación demasiado pronto, puede haber comentarios, tensiones o expectativas externas para las que no se está preparado”, indica Reyes.

Aunque, esconderlo por completo puede generar inseguridad o la sensación de estar haciendo algo mal. Lo que sea será conveniente si se decide entre los dos.

“La gestión de cuestiones que les afecten no deben proceder del miedo, sino del deseo de cuidar lo que se está viviendo. Si se trata de algo real es positivo darse el tiempo preciso para ver si se puede construir una relación que haga crecer a los dos”, subraya.

“Las relaciones en el trabajo no tiene que salir necesariamente mal”. Esta es la idea que aporta Irati Caballero, psicóloga sanitaria. Para ella, existen muchos factores en juego, como el tipo de vínculo que se quiera crear o el entorno laboral.

En ese sentido, considera efectivo saber diferenciar los roles del trabajo y la pareja para crear una relación sana y equilibrada. Frente a las dificultades que puedan ocurrir, la profesional resalta que la comunicación en la pareja es fundamental para el establecimiento de normas y límites o para saber qué esperar del otro.

“La pareja pueda acordar que mientras estén en la oficina se centrarán exclusivamente en el trabajo y no va a haber gestos de cariño o que en el trabajo no se van a tratar los conflictos de pareja o familia. Al contrario, mientras estén fuera de la oficina, pueden plantearse dedicar tiempo de calidad a la pareja”, puntualiza.

En el caso de pasar mucho tiempo juntos en el entorno laboral o si uno de ellos es el jefe y otro el empleado, puede surgir conflicto, por lo que hay que hablarlo con respeto y poner límites.

Sin irse todo a lo negativo, Caballero también recuerda que el trabajo, en algunas ocasiones, puede actuar como punto de unión y encuentro y enriquecer a la pareja, dándose una sensación de “equipo”. “Esto puede generar impacto positivo en el rendimiento laboral, creando una mayor motivación y compromiso en las funciones”, confirma.