Ignasi Coll, geriatra y divulgador, alerta sobre la necesidad de concienciar a la sociedad de un problema que hemos naturalizado y ya ni siquiera detectamos
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“El edadismo está tan consolidado que los propios mayores acaban creyéndoselo”. Son palabras de Ignasi Coll, geriatra, internista de formación y uno de los profesionales más implicados en la divulgación sobre envejecimiento digno en nuestro país. Es difícil hablar con él sin que te haga pensar en tus padres, en tus abuelos... o en ti mismo dentro de unos años. Y, por supuesto, cada reflexión te invita a recapacitar sobre tu día a día con tus seres queridos y a mirar hacia el futuro e imaginar cómo te gustaría vivir a partir de cierta edad.
Con una voz pausada y una visión amable pero crítica, Coll nos recuerda que envejecer no es un problema, sino una buena noticia que hay que celebrar a diario: “Si envejecemos, es que estamos vivos”. Lo que sí es un problema, dice, es cómo tratamos a las personas mayores en nuestra sociedad… y sin siquiera darnos cuenta.
Coll comienza su explicación por su propio sector. No le hace falta ir más allá de la propia medicina. “Desgraciadamente, el edadismo está naturalizado. Hablamos antes con la hija que con el paciente. Damos por hecho que no entiende. Y lo peor es que muchas veces no lo hacemos con mala intención”, explica.
Él lleva años denunciando esa forma sutil y generalizada de discriminación por edad que pasa desapercibida hasta que alguien la nombra y se para un instante a reflexionar. No hay mala fe, más bien todo lo contrario, y eso agudiza el problema.
A veces es un comentario condescendiente, otras una decisión médica que no consulta al mayor. O simplemente el hecho de que no se le mire ni se le escuche. Más de uno se verá reflejado en este ejemplo: “Vamos al médico con nuestro padre o nuestra madre y respondemos por ellos. Ni les miramos. Ya asumimos que no pueden hablar por sí mismos”, describe.
La gran victoria del edadismo
Y esto, según este prestigioso geriatra, genera un problema doble: no solo la sociedad invisibiliza a los mayores, ellos mismos acaban creyendo que no cuentan. “Esa es la gran victoria del edadismo: que el propio mayor se autoexcluya”.
Ignasi Coll no empezó siendo geriatra. Cuando estudió el MIR, aún no existía la especialidad como tal en Cataluña. Se formó en Medicina Interna y con el tiempo se fue especializando en mayores. Hoy coordina equipos sanitarios, colabora en residencias y atención primaria, y se ha convertido en un referente en redes sociales con su defensa del envejecimiento activo y del respeto a los mayores. “La figura del geriatra sigue sin conocerse bien. La gente cree que solo tratamos a personas muy mayores, cuando en realidad atendemos perfiles cada vez más diversos. Antes se empezaba a tratar a la gente a los 65, pero ahora comenzamos a los 80 o más. La longevidad ha cambiado todo”. Aun así, reconoce que sigue siendo una especialidad poco atractiva para los médicos jóvenes. “Muchas veces escogen Geriatría porque ya no les quedan más opciones en el MIR. No por vocación. Y eso también lo tenemos que cambiar”.
La figura del geriatra sigue sin conocerse bien. La gente cree que solo tratamos a personas muy mayores, cuando en realidad atendemos perfiles cada vez más diversos
Una de las ideas que se desprenden del discurso de Coll es que el geriatra no trata enfermedades: trata personas. Personas que, con la edad, acumulan dolencias, limitaciones, duelos... y también redes familiares complejas. Por eso insiste tanto en mirar el conjunto, no solo la patología. “No preguntamos primero por la presión arterial o los antecedentes. Lo primero es saber con quién vive, qué hace, qué ha dejado de hacer. Esa información es clave”, apunta.
El entorno
Pero también tiene claro que la labor del geriatra no se limita al paciente. Incluye a todo su entorno. “Nuestro trabajo es explicar bien a la persona y a su entorno lo que representa el envejecimiento. Que lo acepten. Que se adapten. Que lo vivan como algo natural, no como una amenaza”.
Coll explica una anécdota muy habitual en las familias con mayores: múltiples médicos, múltiples tratamientos, y nadie que ponga orden. “Hay pacientes que toman medicamentos contradictorios. Hasta que llega un geriatra y ve el conjunto, no se corrige”. Por eso defiende que su figura esté más presente en la atención primaria, no solo en hospitales o residencias. “El cardiólogo mira el corazón. El neumólogo, los pulmones. Nosotros miramos todo. Por eso deberíamos tener un rol más habitual como coordinadores del tratamiento global”.
Hay pacientes que toman medicamentos contradictorios. Hasta que llega un geriatra y ve el conjunto, no se corrige
Hablar de envejecimiento te conduce casi sin querer a hablar de la muerte, un tema que el doctor Coll trata con total naturalidad tanto con nosotros como con sus pacientes. “Yo hablo mucho de la muerte con mis pacientes. Porque es parte de la vida. Y cuando llegas a los 80, 85, ellos ya lo saben. No quieren sufrir. Lo que quieren es que se les escuche”.
No en vano, Coll cree que es un error ocultar esa conversación: “Si no hablamos de la muerte, no hablamos de la vida. Y si no respetamos la voluntad de las personas mayores, las estamos tratando como si ya no fueran personas”.
El testamento vital
Por eso defiende la figura del testamento vital, aunque reconoce que sigue siendo una herramienta muy poco conocida en la sociedad. También conocido como documento de voluntades anticipadas, es un texto legal en el que una persona expresa por escrito sus deseos sobre asuntos como la atención médica que desea recibir en caso de que, por enfermedad o accidente, no pueda expresar su voluntad por sí misma, lo que quiere que se haga con sus órganos cuando fallezca o el tipo de funeral que quiere que se oficie por él.
“La mayoría de gente deja testamento para lo material, pero no deja dicho qué quiere que se haga con su cuerpo, con su salud, cuando ya no pueda decidir. Eso hay que cambiarlo. De hecho, poco a poco estamos consiguiendo que sea un trámite mucho más sencillo. Ya podemos encargarnos los propios médicos de ello, no hace falta ir al notario ni nada parecido”, explica el doctor Coll.
La mayoría de gente deja testamento para lo material, pero no deja dicho qué quiere que se haga con su cuerpo, con su salud, cuando ya no pueda decidir. Eso hay que cambiarlo
Pero, retrocedamos unos cuantos años y echemos un vistazo a dónde queremos ver a nuestros mayores, dónde estarán más cómodos y vivirán mejor. ¿Sigue siendo un tabú ingresar a un familiar en una residencia? Para Coll, sí. “Nadie quiere llevar a su padre a una residencia. Pero a veces no queda otra. Y no tiene por qué ser algo malo”, reflexiona.
El problema es que la imagen de las residencias sigue muy dañada, sobre todo desde la pandemia. “Hay centros con recursos, con equipos humanos muy buenos, con instalaciones dignas. Pero el imaginario sigue siendo el del lugar frío y sin alma donde ‘se aparca’ al mayor”. Y aquí subraya una idea importante: “Lo importante no es la residencia. Es que la familia siga estando cerca. El calor humano no se sustituye con nada”.
La compañía de un robot
En uno de sus vídeos, Coll relata el caso de una paciente que se planteaba comprar un robot para hacerle compañía. Para que luego pensemos que los mayores no están a la última… “No hay que verlo como algo negativo. Si una persona está sola, no recibe visitas y un robot le ayuda, ¿por qué no? El problema es cuando se usa para sustituir a la familia”.
¿Cómo se revierte todo esto? ¿Cómo se combate el edadismo que ya está dentro de nosotros? La clave, para Coll, está en la educación. “En las escuelas, en los institutos, en las universidades, ya se están haciendo talleres intergeneracionales. Los niños van a residencias, escuchan historias de vida. Esos aprendizajes dejan huella”, comenta.
La importancia de ser conscientes de que vamos a envejecer y vivirlo con naturalidad y plena consciencia es algo en lo que trabaja el propio doctor cada día con su equipo. “Los boomers son una generación que sí se está dando cuenta de que empieza a envejecer y por eso son gente que se preocupa por estar activo y cuidarse para llegar a mayores mucho mejor”.
Los boomers son una generación que sí se está dando cuenta de que empieza a envejecer
Antes de terminar nos ponemos en la piel de alguien que está viendo cómo sus padres envejecen y no saben cómo plantearse ese momento. Coll lo resume en dos consejos sencillos y claros. “El primero: habla con tus padres. Escúchalos. Pregúntales qué quieren, cómo ven su futuro, si quieren quedarse en casa o no. No decidas por ellos, decide con ellos. El segundo: infórmate ya porque las ayudas a la dependencia existen, pero son lentas. Cuanto antes empieces los trámites, mejor. Así ahorrarás tiempo y dinero. La dependencia sigue siendo muy cara”.
Envejecer, insiste Coll, no es un problema. Lo que lo convierte en problema es cómo lo gestionamos. Y sobre todo, cómo lo ignoramos. Y quizá ahí esté el cambio de mirada que necesitamos porque la figura de nuestros mayores es nuestro futuro, no nuestro pasado.


