PAREJA

Por qué las relaciones tóxicas son tan adictivas: "Activan los mismos circuitos que la heroína"

Las relaciones tóxicas se basan en patrones de abuso emocional, manipulación y dependencia. Fotograma de 'Closer'
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Al hablar de adicciones lo primero en lo que pensamos es en sustancias como la heroína, la cocaína o el alcohol. Pero hay otro tipo de vínculos igual de potentes y destructivos que pueden generar una dependencia similar: las relaciones de pareja tóxicas. Hablamos de lazos marcados por patrones de abuso emocional, manipulación y dependencia con capacidad para activar los mismos circuitos neuroquímicos que las drogas duras.

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"Cuando estamos en una relación tóxica, nuestro cerebro sufre una auténtica montaña rusa emocional. Hay momentos de mucha tensión y discusiones, seguidos de reconciliaciones intensas, muestras de afecto al estilo 'bombardeo amoroso' o detalles que nos hacen sentir validadas de golpe y de forma abrumadora. Ese subidón es lo que engancha", explica la psicóloga Lara Ferreiro, autora del libro ‘¡Ni un capullo más!: El método definitivo para quererte y encontrar a tu pareja perfecta’ (Grijalbo).

La neurociencia ha demostrado que una relación tóxica activa las mismas zonas cerebrales que una adicción a sustancias como la heroína o la cocaína. "El patrón es el mismo: picos de euforia seguidos de bajones intensos, con una necesidad obsesiva de recuperar esos momentos buenos, aunque sepamos que después llegará el daño. Es un ciclo muy difícil de romper si no se recibe ayuda adecuada", sostiene la experta.

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Una trampa química

No se trata tanto de debilidad o de falta de voluntad como de una trampa psicológica y química. Todo tiene que ver con las hormonas:

  • Dopamina. Es la misma hormona del placer que se activa no solo con las drogas, sino también con el juego o las compras compulsivas. "Se dispara en los momentos de reconciliación o en las pequeñas muestras de cariño después de una pelea", explica Ferreiro.
  • Cortisol. Durante las discusiones o los episodios de maltrato emocional, se eleva este “interruptor” del estrés. Según la psicóloga, "vivir con niveles altos de cortisol de forma crónica nos agota, pero también nos vuelve hipersensibles a los gestos amables que vengan después"
  • Oxitocina. También conocida como 'la hormona del apego'. "Se libera en los momentos de intimidad (un abrazo, un beso, una conversación profunda tras una discusión) y refuerza el vínculo, aunque la relación sea dañina", indica la profesional.
  • Vasopresina. Relacionada con la fidelidad y el apego. Ferreiro apunta que esta hormona "puede desregularse en las relaciones tóxicas, haciendo que nos cueste aún más cortar el vínculo con esa persona".

La técnica del refuerzo intermitente

En muchas relaciones tóxicas se forma lo que se denomina vínculo traumático, una conexión intensa entre víctima y agresor. En realidad, estos lazos no se aguantan por el amor, sino por esa adicción emocional que se crea. "También aquí entra en juego una técnica de manipulación emocional altamente adictiva: el refuerzo intermitente", advierte Ferreiro.

"Consiste en recibir recompensas —ya sea atención, palabras bonitas o gestos de cariño— de forma totalmente impredecible. Hoy sí, mañana quién sabe. Y ese no saber qué va a pasar hace que te enganches, como quien se queda pegado a una máquina tragaperras esperando que, de repente, caiga el premio gordo", ilustra muy gráficamente la profesional.

Ese patrón psicológico de impredecibilidad que se introduce en el ciclo de dolor-placer genera una dependencia mucho más fuerte que las recompensas constantes. "Como no sabes cuándo llegará el siguiente 'premio', te quedas ahí, esperando, con el corazón en un puño. Este tira y afloja provoca un subidón de dopamina y sin darte cuenta, te haces adicta a esos pequeños momentos de atención", añade la experta.

"Lo peligroso es que este juego emocional puede convertirse en una auténtica cárcel invisible. Porque no solo genera una dependencia brutal, sino que además te hace dudar de ti misma, provoca ansiedad, tristeza y te mete en un bucle difícil de romper", advierte la psicóloga. Comprender este proceso es el primer paso para quebrar el ciclo, buscar ayuda profesional y reconstruir una relación sana con una misma y con los demás.