Cómo ser más feliz en la menopausia

Marimer Pérez, doctora, sobre el giro histórico en la terapia hormonal en la menopausia: “El problema es darla mal y tarde”

Cómo ser más feliz en la menopausia 9
Marimer Pérez, experta en menopausia, te explica además en este vídeo cómo dormir mejor en esta etapa. Redacción Uppers
Compartir

La terapia hormonal sustitutiva ha vivido dos décadas de sombras. Desde que, en 2002, se publicaran los resultados preliminares del estudio Women’s Health Initiative, miles de mujeres dejaron de tomar un tratamiento que, para muchas de ellas, había sido sinónimo de bienestar. La razón de esto fue una serie de titulares alarmistas sobre un supuesto aumento del riesgo de cáncer de mama y enfermedades cardiovasculares. Pero ahora, con la decisión de Estados Unidos de retirar la famosa “etiqueta negra” de estos medicamentos, la ciencia parece querer saldar una deuda histórica con la salud de las mujeres.

En paralelo, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ya ha reconocido que está revisando también las evidencias disponibles. La ginecóloga y obstetra Marimer Pérez, experta en menopausia, considera que estamos ante un posible punto de inflexión: “Si la FDA ha eliminado esa advertencia tras años de investigación, es porque los riesgos estaban sobredimensionados. Las hormonas que se usan hoy no son las mismas, ni las dosis ni el perfil de las pacientes”.

PUEDE INTERESARTE

¿Qué es la terapia hormonal?

La THS no es un único tratamiento, sino un conjunto de opciones que incluyen estrógenos y, en mujeres con útero, también progesterona. La administración puede ser oral o transdérmica (parches, sprays, cremas). Las guías clínicas actuales recomiendan iniciar la terapia lo antes posible tras la menopausia, idealmente, dentro de los 10 primeros años o antes de los 60, para maximizar beneficios y reducir riesgos. Esa etapa se denomina “ventana de oportunidad”.

La Dra. Pérez incide en que “el tipo de hormona importa”: se priorizan cada vez más los preparados bioidénticos, que replican la estructura de las hormonas naturales, por su mejor tolerancia y seguridad. Según la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, las indicaciones principales son los sofocos intensos, los trastornos del sueño, el síndrome genitourinario (que incluye sequedad vaginal, dolor y problemas urinarios) y la prevención de la osteoporosis en mujeres con alto riesgo.

PUEDE INTERESARTE

El estudio que cambió todo… para mal

El gran frenazo al uso de terapia hormonal llegó con el estudio WHI, que reclutó a más de 160.000 mujeres en EE. UU. a partir de 1993. Su objetivo era comprobar si la terapia hormonal también protegía el sistema cardiovascular. Sin embargo, el grupo de mujeres que recibió estrógenos y progesterona sintéticos mostró una ligera mayor incidencia de cáncer de mama y eventos trombóticos. “Lo grave”, apunta la Dra. Pérez, “es que ese resultado se filtró a la prensa antes de que los propios investigadores pudieran analizar los datos”.

Con el tiempo se supo que la edad media de las mujeres incluidas era de 63 años, muchas sin síntomas, con sobrepeso y comorbilidades. “Es decir, fuera por completo de la ventana de oportunidad”, recuerda Merimer. Además, las hormonas utilizadas eran muy diferentes de las actuales: estrógenos conjugados derivados de la orina de yegua y una forma de progesterona muy poco parecida a la natural. “Nada que ver con el estradiol transdérmico o la progesterona micronizada que usamos hoy”.

¿Qué cambia ahora que se elimina la ‘etiqueta negra’?

La famosa black box warning era un aviso destacado en los prospectos que disuadía a médicos y pacientes de recurrir a la terapia hormonal. Con su retirada, explica la Dra. Pérez, “se abre la puerta a que más mujeres con síntomas moderados o severos accedan al tratamiento sin miedo injustificado”. También facilitará su prescripción por parte de profesionales menos formados en menopausia, que hasta ahora evitaban recomendarla.

El contexto es desolador: en España, se estima que un 85% de las mujeres sufre algún síntoma menopáusico, pero solo un 15% pide ayuda. Y apenas un 4% recibe terapia hormonal. “Estamos muy lejos de lo ideal”, advierte la especialista. A su juicio, no es solo un problema médico, sino cultural: “Hay mucho desconocimiento y mucha resignación. Frases como ‘es lo que toca a tu edad’ hacen mucho daño”.

Cómo ser más feliz en la menopausia 1
Cómo ser más feliz en la menopausia 1

Menopausia: el sesgo que sigue vigente

Más allá de las estadísticas, este debate revela un problema de fondo: la falta histórica de investigación en salud femenina. “En la universidad apenas se habla de menopausia, y mucho menos de terapia hormonal”, denuncia la Dra. Pérez. “Lo hemos vivido como una etapa que no interesa, que molesta. Si los síntomas los tuvieran los hombres, se habría investigado mucho antes”.

A su juicio, lo más urgente es invertir en formación de especialistas, unidades específicas en hospitales y campañas de divulgación basadas en evidencia científica. “No necesitamos más contenido superficial, sino más rigor y más empatía”, resume.

Porque la menopausia no es una enfermedad, pero sí puede ser una etapa de enorme vulnerabilidad si se aborda desde el desconocimiento, el tabú y el miedo. La buena noticia es que, por fin, la ciencia empieza a rectificar. Lo que está por ver es si los sistemas sanitarios, los médicos y las propias mujeres están dispuestos a hacerlo también.