Saioa Aizpurua es 'Pantxineta', una de las payasas de hospital premiadas por "curar con sonrisas" a los niños ingresados en Donostia

'Pantxineta' realiza los acompañamientos a los pacientes más pequeños a quirófono
'Pantxineta' realiza los acompañamientos a los pacientes más pequeños a quirófono.. Redacción Euskadi
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San SebastiánSaioa Aizpurua se mete en la piel de ‘Pantxineta’ para recorrer los pasillos de la planta de pediatría del Hospital Donostia. Cuando se coloca su nariz roja se encuentra preparada para abrir las puertas de las habitaciones y afrontar, a veces, realidades muy duras con una sonrisa en los labios: “Es la máscara más pequeña del mundo, pero te ayuda a tomar distancia”, resume esta payasa.

Desde hace 12 años, ella conforma junto a Peio Arnaez ‘Filipo’ y Anduriña Zurutuza ‘Puxika’, el trío de clowns profesionales de Algaraklown, una asociación, sin ánimo de lucro, “de payasos y payasas de hospital que lleva a cabo un proyecto de acompañamiento sanitario” que promueve “el poder de la risa y el trabajo de las emociones como herramienta" para aliviarles la estancia a los menores ingresados.

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Una labor premiada, recientemente, por la Diputación guipuzcoana que les ha entregado el Premio Voluntariado de Gipuzkoa. Por su trabajo, "que combina sensibilidad y creatividad, ha marcado una diferencia significativa en la vida de niñas y niños enfrentados a situaciones complicadas, ofreciendo no solo sonrisas, sino también consuelo en momentos difíciles".

Pantxineta, Filipo y Puxika son los tres payasos profesionales de Algaraklown
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“Ha sido una sorpresa”, admite Saioa, que cree que este galardón sirve “para dar crédito a lo que hacemos”. Y, aunque el mejor premio para ellos es “ver los ojos brillantes y la sonrisa de los niños”, este reconocimiento “nos ayuda a seguir, nos da un impulso”, admite.

Humanidad tras la nariz roja

Cuando ‘Pantxineta’ entra por la puerta de una de las habitaciones del hospital, pretende ser “un chute de energía y alegría”, pero siempre derrochando “humanidad y empatía”, “sabiendo estar y sabiendo escuchar”. Normalmente, en el ritual previo a la actuación, la compañía de otro payaso ayuda a entrar en escena, pero cuando no es así, “como ahora que estoy haciendo el acompañamiento a quirófano y voy sola”, para Saioa la ceremonia de transformación empieza por colocarse la nariz roja y “entrar en calor bromeando con el personal sanitario”.

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Ella, que admite que los payasos son vanidosos y “nos gusta que nos miren”, en el hospital cede todo el protagonismo a los pequeños. Muchos “a veces están muy malitos” y, a pesar de todo, cuando saben que vamos a ir, “nos quieren sorprender ellos a nosotros y nos preparan hasta regalos”, asegura Saioa emocionada: “Se me ponen los pelos de punta”.

Entre las muchas anécdotas que ha vivido durante todos estos años como payasa de hospital, Saioa recuerda con cariño la vez en la que “un aita me paró por la calle para darme las gracias y contarme que sus hijas jugaban a ser pantxineta”.

Algaraklown nació en 2012 y ahora ha recibido el Premio Voluntariado Gipuzkoa

A la hora de ir a casa “sobrevienen las emociones” y estos payasos cuentan con el apoyo de un profesional de la Psicología “para soltar todo aquello que nos llevamos cuando salimos por la puerta de la habitación” y también, “para afrontar las pérdidas”.

Trabajar como payasos en un entorno hospitalario requiere formación para “saber desenvolverte en esos espacios, conocer las enfermedades y cómo actuar con niños de distintas edades”. Ella se formó en Madrid y después regresó a Donostia para ser una de las fundadoras de Algaraklown, en 2012. “Las miradas de los niños iluminándose al vernos entrar en sus habitaciones, eso no se olvida nunca”, concluye.

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