Borja Bilbao, el vasco que logró que el Papa Francisco se pusiera una txapela: "Entre gritos de Santidad y Papa, yo le llamé Jorge, me miró y se la di"

Borja Bilbao le lanzó la txapela al Papa al paso del papa móvil
Momento en el que Borja le tira la txapela al Papa Francisco.. Redacción Euskadi
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BilbaoBorja Bilbao es el vecino de Santurtzi que, en 2013, se la jugó para lograr que el Papa Francisco se pusiera una txapela, símbolo de la identidad vasca. “Me subí a una barandilla” al paso del papamóvil y recuerda que, mientras a su alrededor gritaban “Santidad, Francisco, Papa”, este vizcaíno le llamó por su nombre de pila: “Al escuchar que le llamaba Jorge, se giró y me miró”. Momento en el que Bilbao aprovechó para lanzarle la txapela.

Lo había intentado en otras dos ocasiones, aquel mismo día. Cada vez que el vehículo se aproximaba a la zona de la plaza de San Pedro, donde estaba la comitiva vasca, Borja le lanzaba la boina. “Llevamos varias txapelas, pero las dos primeras, que intentamos darle, las recogieron los de seguridad”, recuerda.

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A la tercera va la vencida, pensó Borja que logró captar la atención del Santo Padre al grito de “Jorge”. Al recogerla, Francisco le preguntó “¿Es para mí?”, y se la colocó brevemente en la cabeza. “Fue el momento culmen”, rememora Bilbao, que acudió al Vaticano acompañado de sus padres y varios miembros de la Asociación de Amigos de la Boina de Vizcaya.

"¿Es para mí?", preguntó el Papa al cogerla
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Aquella anécdota vuelve estos días al recuerdo tras la muerte de Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco. El responsable de aquel gesto, en apariencia espontáneo, aunque en realidad no lo fue tanto, de lanzar al Santo Padre una txapela durante una de las Audiencias Generales, fue el vecino de Santurtzi, Borja Bilbao. “Estuve como un mes de trámites con el Vaticano para que nos dejaran dársela”, apunta.

La idea surgió, durante una comida, en el seno de la asociación de Amigos de la Boina de Vizcaya, porque “en 2005, el Papa Benedicto XVI se había puesto un tricornio de la Guardia Civil”, entonces pensaron que “qué mejor idea que regalarle al Papa Francisco algo tan vasco como una txapela”. Aquella idea fue tomando forma, sin llegar a imaginar, por entonces, que lograrían que, incluso, se la pusiera en la cabeza. “El Papa Francisco era diferente, ha dejado marca”, concluye Borja Bilbao.

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