El gesto de un supermercado de A Coruña con sus clientes con problemas de visión: "Me dieron la luz"

Hace 9 años que el empresario gallego Carlos Rúa, decidió abrir su propia franquicia, y lo hizo de la mano de la cadena Coviran, estrenando su propio supermercado en la localidad coruñesa de Vilaboa.

Son exactamente los mismos años que una de sus clientas, Yolanda Ferreiro, afectada de baja visión por una degeneración macular en ambos ojos, pudo empezar a realizar la compra en ese supermercado sin ayuda de un tercero. “Me dieron la oportunidad de venir a comprar sola”, explica Yolanda en las páginas de La Voz de Galicia.

El motivo no es otro que la técnica de venta utilizada por el empresario, que diseñó el etiquetado de los precios de manera que llamaran más la atención de su clientela: con una grafía negra sobre fondo amarillo para que destacaran más.

Este gesto, sin pretenderlo, sirvió de gran ayuda para Yolanda, que podía valerse por sí misma a la hora de escoger los productos en las estanterías.

En octubre de 2022, el empresario hizo el cambio a la cadena Cuevas, que lleva las franquicias de Spar, y les pidió a los directivos mantener su sistema de precios “que resaltan más”, explica el franquiciado.

Sus palabras debieron convencer a los propietarios de la cadena, que no sólo le permitieron mantener el tamaño y la grafía de sus carteles a Carlos Rúa, sino que extendieron la técnica al resto de establecimientos que la compañía tiene distribuidos por toda Galicia.

Los directivos pudieron observar que también la gente mayor se beneficiaba de este sistema. “Quisimos seguir por este camino y nos va bastante bien”, explica el empresario, “se hacen valer por sí mismos y no necesitan la asistencia de ningún trabajador”, añade.

Yolanda también agradece esa decisión: “En los supermercados siempre necesitaba ayuda”, cuando en el 2015 llegó ese Covirán a su localidad, recuerda que “me dieron la luz, la oscuridad es como si no existiera”, añade.

Pero el beneficio es mutuo; explica la prensa local que “Yolanda tiene el supermercado casi como si fuera su segunda casa”. “Está atenta a cuando se desgasta el fondo amarillo de los precios” y le recuerda a Carlos cuando es hora de imprimir de nuevo las etiquetas, para que todos y todas, sin excepción, puedan realizar la compra con autonomía, sin ayuda para leer los precios.

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