En algunas zonas, más del 80% de los comercios están ya orientados únicamente al turista
Santiago aprueba la solicitud a la Xunta de zona de mercado residencial tensionado
SantiagoEl Concello de Santiago ha decidido poner límites a una transformación que muchos vecinos llevan años denunciando: la conversión del casco histórico en un parque temático para turistas. La nueva normativa, aprobada esta semana, impide la apertura de comercios destinados exclusivamente a visitantes en la almendra histórica, con el objetivo de frenar la pérdida de vida vecinal y reequilibrar el uso del espacio urbano.
En calles como A Raiña, O Vilar o el entorno de la Catedral, los negocios tradicionales han ido desapareciendo al ritmo que crecía el turismo masivo. Tiendas de ultramarinos, ferreterías o librerías han dado paso a locales que venden desde figuritas del Apóstol a empanadas envasadas o camisetas con la concha del peregrino. En algunas zonas, más del 80% de los comercios están ya orientados únicamente al turista.
La nueva regulación forma parte de un plan a largo plazo —con horizonte 2031— que busca devolver a la zona vieja su función como barrio habitable. El Concello promete líneas de ayudas, rehabilitación de bajos cerrados e incentivos para usos comerciales pensados para la vida diaria. Por ejemplo, en 1996 había 28 librerías, ahora sobreviven 10. Entonces había 125 tiendas de alimentación, ahora sólo hay 35.
Una de esas tiendas de toda la vida es la Sombrerería Iglesias. Se fundó en el año 1912 y ya son tres las generaciones que han trabajado en este establecimiento. Otra es la joyería Mayer, que subió la persiana allá por el año 1830.
La ciudad bate récords de visitantes cada año
“Estamos creando una estructura para saber qué tipo de comercios son interesantes para mantener la función residencial. Porque sin residentes no hay comercios, pero sin comercios no hay residentes”, aseguró en la comparecencia ante los medios de comunicación el concelleiro de Urbanismo de Santiago, Iago Lestegás. Lo cierto es que la imagen de una Compostela donde todo huele a incienso y se vende al peso preocupa a más de uno. La ciudad sigue batiendo récords de visitantes y, a pesar del precio disparado de los alquileres y la escasez de la oferta comercial básica, la población en el casco histórico ha aumentado más de un 25% en las últimas tres décadas.
Desde algunas asociaciones vecinales celebran que, por fin, el gobierno local reconozca que la turistificación es un problema y no un síntoma del éxito. Pero advierten: el papel lo aguanta todo, y si no hay recursos y voluntad para aplicar el plan, la zona vieja seguirá su camino hacia la postal sin alma.
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