La subida de precios asfixia a los marroquíes: “El pueblo pasa hambre”

  • El país magrebí sufre la peor inflación en casi treinta años como consecuencia de la crisis energética y alimentaria mundial, que se ve agravada además por las sequías

  • Los observadores locales trazan paralelismos entre la actual situación y las ‘revueltas del pan’ que sacudieron varios países árabes, entre ellos Marruecos, en los años 80

“La situación está muy mal. Los marroquíes sabemos resistir, pero hay un límite”, afirma Abderrahmán, conserje de un céntrico barrio popular de la capital marroquí. La crisis internacional de precios provocada por la guerra en Ucrania, especialmente dolorosa en lo tocante a los productos alimentarios y combustibles, está haciendo mella con fuerza también en el pueblo marroquí. La pertinaz sequía de los últimos meses, en un país en el que la agricultura da más empleo que ningún otro sector, agrava las cosas. La Fiesta del Cordero, el Aid el Kebir, fijado finalmente para el 9 de julio, se aproxima en unas circunstancias más que complejas para la población.

“Los marroquíes hemos estado acostumbrados a vivir con los productos esenciales subvencionados, y ahora estamos teniendo que aceptar la realidad de los precios reales”, advierte Rachid Benbarek, empresario autónomo del sector de la consultoría comercial instalado en Rabat.

El corolario de la situación es un creciente deterioro de las condiciones de vida de la población y un descontento colectivo en aumento. La inflación se sitúa en el 5,3%, según el banco central marroquí, Bank Al Maghrib, con productos básicos como el aceite de girasol convertido en objeto de lujo y batiendo récords, y los salarios no aumentan. Eso para quien tiene la suerte de contar con uno, porque un elevado porcentaje de la población marroquí trabaja en negro (nada menos que el 30% del PIB se sitúa en la informalidad, según datos reconocidos por diversas instituciones oficiales en 2021).

El consumo interno ha caído, y más que lo seguirá haciendo. Las previsiones de crecimiento para la economía marroquí no son tampoco demasiado halagüeñas, toda vez que la misma entidad sitúa el incremento del PIB a final de año en un parco 1%, después del rebote de 2021 (7,9% de crecimiento).

La gasolina, por las nubes

Una de las subidas más dolorosas para los ciudadanos marroquíes ha sido la de los precios del combustible, que a finales de junio se situaban en máximos históricos. Por ejemplo, un litro de gasolina sin plomo rozaba los 18 dírhams (1,6 euros), mientras que el gasoil llegaba a los 15 (el equivalente a 1,3 euros). Cifras especialmente dolorosas para la población teniendo en cuenta que el salario mínimo interprofesional establecido en el país a comienzos de 2022 para industria, comercio y profesiones liberales se sitúa –sobre la base de 191 horas mensuales trabajadas- en 2.828 dírhams, lo que equivale a unos 265 euros.

“Para los taxistas la situación es muy dura. Hemos perdido en un año un 30% de ingresos en unos meses”, nos confiesa Amin, taxista de la aplicación Careem, el equivalente marroquí de Uber o Cabify. “No podemos subirle el precio a los clientes. Yo he llegado a estar hasta 20 horas conectado a la aplicación y lo máximo que he ganado han sido 7.000 dírhams (unos 660 euros mensuales), y de ahí descuéntale gasolina e impuestos”, lamenta a NIUS el joven, consciente de que en estos momentos no le queda alternativa.

Toda la vida hemos pagado una gasolina subvencionada por el Estado, pero desde hace unos diez años se ha venido liberalizando el sector. Los precios han sufrido una barbaridad y estamos sufriendo todas las clases sociales”, estima Benbarek. Y lo peor está por llegar. Según el Alto Comisariado del Plan (HCP), organismo estatal encargado de las estadísticas, el carburante podría elevarse en las próximas semanas hasta los 25 dírhams (esto es, llegar a los 2,3 euros) el litro.

En vista de la situación, el Gobierno confirmaba este martes 28 el aumento, en un 40%, del valor de la subvención a los transportistas. El pasado mes de abril el gabinete marroquí desbloqueaba una ayuda de 340 millones de dírhams (unos 32,2 millones de euros) destinada a los profesionales del sector (en posesión de 180.000 vehículos), subvención que fue prolongada los dos meses siguientes.

“El pueblo pasa hambre”

La portada del semanario Maroc Hebdo esta semana ha sorprendido por lo explícita. Sobre la efigie curvilínea del primer ministro de Marruecos, Aziz Akhannouch, un titular inequívoco: “El pueblo pasa hambre”. Varios artículos dedicados a la cuestión apelan directamente al jefe del Gobierno –designado por el rey Mohamed VI tras conseguir con su partido, el RNI, la victoria en las elecciones generales de septiembre de 2021- para que trate de encontrar soluciones a una situación cada vez más difícil.

“Los marroquíes se ahogan. No pueden más”, escribía el cronista Marouane Kabbaj en las páginas de Maroc Hebdo. Asimismo, el texto denunciaba que tanto ministros como instituciones públicas “no conocen la crisis” y apuntaba que al Estado no le queda otra solución que la del endeudamiento para poder seguir gastando en auxilio de la población.

Huelgas y movilizaciones

Poco a poco, la situación empuja a los marroquíes a movilizarse para pedir al Gobierno soluciones. En las últimas semanas se han convocado concentraciones a pequeña escala en diversos lugares del país. Entre las medidas de protesta, la de abandonar el coche los domingos.

Tres sindicatos marroquíes, la CGT, la ODT y la FSD, convocaron el pasado 20 de junio una huelga general que, sin embargo, no tuvo la repercusión esperada por los convocantes, para reclamar al Ejecutivo de Aziz Akhannouch la subida salarial y de las pensiones de jubilación.

Igualmente, los distribuidores de gas butano prevén, según informan medios locales, otra huelga para los días 29 y 30 de este mes. El sector más afectado, el de los transportistas, ha logrado recientemente del Ministerio de Transporte una subvención para evitar la subida de precios, aunque el ministro de Economía, Nadia Fettah, ha advertido a la sociedad que la reducción general de costes no será posible.

El recuerdo de las ‘revueltas del pan’

La situación que están sufriendo los marroquíes en los últimos meses, compartida en los vecinos magrebíes y otras sociedades de Oriente Próximo, recuerda a las llamadas “revueltas del pan”, denominación histórica de la serie de protestas violentas registradas en varios países árabes entre finales de los años 70 y principios de los 80, entre ellos Marruecos, como consecuencia del incremento de los productos básicos.

No en vano, los convocantes de la huelga general del pasado 20 de junio eligieron aquella fecha por conmemorarse el 41.º aniversario del estallido de los disturbios registrados en la ciudad de Casablanca como consecuencia del incremento de precios del trigo, el aceite y la mantequilla. Unas protestas –y una posterior intervención del Ejército- que se saldaron oficialmente con un balance de 114 muertos, aunque los partidos de la oposición a Hassan II estiman que hubo más de 600 víctimas.