Meloni busca los nombres para su Ejecutivo. ¿Salvini está en la lista?

  • La ganadora de las elecciones el pasado domingo en el país transalpino aún no ha sido llamada al Quirinal por el Presidente Mattarella

  • El martes se reunió con el número dos de Fuerza Italia, Antonio Tajani, para "trabajar por Italia"

  • En la tarde del miércoles se ha encontrado con Matteo Salvini, de la Liga, y ha intentado desmentir enfrentamientos

La formación de un Gobierno trae siempre las tensiones vinculadas al reparto de poder. Esta vez no iba a ser diferente en Italia y, más si cabe, en una coalición, la de derecha, que ha ganado las elecciones gracias al partido de extrema derecha de Giorgia Meloni, Hermanos de Italia, cambiando el rol de líder que hasta ahora mantenían los tres partidos. Hace cuatro años el líder era Matteo Salvini, secretario general de la Liga, que había conseguido llevar su partido al 34% en las europeas de 2018 y que era la formación política más votada de la de la derecha entre sus otros socios, la propia Meloni y Silvio Berlusconi con Forza Italia. Una legislatura después el escenario es completamente otro y, si el nuevo liderazgo de Giorgia Meloni ya levantaba ampollas durante la campaña electoral, el refuerzo que le otorgan los votos ahora y que ratifican que las riendas del futuro Gobierno, aumenta la tensión. Ya en la jornada del martes y ahora, durante todo el miércoles, la sede del partido de extrema derecha en el centro de Roma es el lugar donde todos los ojos están puestos.

El primer encuentro oficial, durante el martes, se realizó entre Giorgia Meloni y el número dos de Fuerza Italia, Antonio Tajani. Se acercaron posturas y las únicas declaraciones fueron del propio líder del partido de Silvio Berlusconi que compartió que “estaban trabajando para Italia” y que las comunicaciones eran continuadas. Justificaba también su comentario escueto diciendo que era pronto para hablar de los nombres del Gobierno, pero sobre ese tema giran todas las conversaciones y las primeras previsiones trascienden ya a la prensa. Se estaría hablando, en el caso de Tajani, de concederle la cartera de Exteriores o la de Defensa por su experiencia internacional como expresidente del Parlamento Europeo lo cual coincidiría con el interés de FI de ser el motor europeísta dentro del gobierno derechista previsiblemente dirigido por Meloni. Pero todas las previsiones son elucubraciones e este momento, así como lo son los nombres para la presidencia de las Cámaras, el primer paso para poner a andar la legislatura. Lo que sí parece claro es que Meloni querría ceder una de las dos presidencias a la oposición, el centro izquierda, para aliviar el ambiente de enfrentamiento que se ha vivido en la campaña electoral. También para dar ese paso tendrá que contar con el beneplácito de sus socios: Salvini y Berlusconi.

Mientras todo esto ocurría en Roma, en Milán, en la jornada del martes, una importante reunión de partido afrontaba el “batacazo electoral” de la Liga de Matteo Salvini. Por ahora los ánimos se han aplacado, a pesar de que se reconoce la falta de credibilidad y las escenas de desprestigio que Salvini ha protagonizado en los últimos meses y que ya ha generado tensión en el seno del partido por su liderazgo. El desplome de votos, incluso en sus feudos del norte, remueve los cimientos del partido. Una fuente cercana a la derecha precisa que la Liga no hará un cambio de dirigente, ya que se hablaba de una dimisión forzada de Salvini, hasta que no tenga un candidato en grado de sustituirlo, algo que, ahora, parece que aún no tienen. La estrategia de la Liga parece ser así la de mantener el fuerte de Salvini y ayer el portavoz de la Cámara Riccardo Molinari, reclamaba “Matteo tiene que estar en el Gobierno”. Pedía así un ministerio determinante para él, algo que se pone en duda tras lo trascendido de las reuniones claves de estos días que ha mantenido Giorgia Meloni. El gran sueño de Salvini sería volver al Ministerio de Interior, que ya ostentó en 2019, pero por el que aún tiene un caso abierto con la justicia por haber impedido que desembarcase en Italia una nave con migrantes rescatada en el Mediterráneo.

La líder de Hermanos de Italia ha puesto, ya durante la campaña, los pilares de su política internacional en el atlantismo y el europeísmo en cuanto a la guerra de Ucrania. Está a favor del envío de armas y pone en el centro el apoyo al país. Postura confirmada ayer tras responder a la felicitación del Presidente Zelensky, que se había dirigido a la ganadora de las elecciones, repitiendo “sabes que puedes contar con nuestro apoyo fiel”. En este aspecto la postura que muchos definen como “tibia” de Matteo Salvini sobre la guerra -está en contra de las sanciones europeas- preocupan ante una pérdida de credibilidad internacional. Eso sumado a la cercanía de la Liga en el pasado al Kremlin y a los rumores que desde hace meses la prensa italiana publica sobre la financiación del partido con fondos rusos. Es vox populi en Italia que la afinidad entre Salvini y Meloni nunca ha sido especialmente buena y, al margen de los aspectos personales, el aspecto internacional o otras medidas como la renta de la ciudadanía, que la Liga quiere mantener y Meloni abolir, los separan.

A primera hora de la tarde del miércoles se ha sabido del encuentro de la líder de Hermanos de Italia, finalmente, con Salvini. Trasciende poca información pero ambos, en un comunicado, intentan disipar los rumores de enfrentamiento. Pero se sabe que en el seno de la Liga reconocen que la estrategia de haber entrado en el Gobierno de consenso de Mario Draghi dio más alas a una Giorgia Meloni que, estando sola en la oposición, recogía el enfado de los votantes de todos los otros partidos. Una realidad luego visible en el trasvase de votos que demuestra, según las estimas del instituto demoscópico Noto Sondaggi, que el 27% de quien había votado la Liga hace cuatro años ha votado Hermanos de Italia en estas generales. Meloni, dicen las mismas estimaciones, ha cogido también el 15% de los votos de Fuerza Italia y el 12% del M5S. Con un 26% y siendo el primer partido su poder de decisión es indiscutible y, en estos momentos, que ella se convierta en primera ministra también. Lo que no está tan claro es como moderará las distintas sensibilidades de sus socios.