La embajada de España ante la Santa Sede celebra 400 años de vida, la más antigua del mundo

  • El palacio de España, en Roma, alberga la embajada española ante la Santa Sede

  • Un viaje por más de cuatro siglos de historia

  • Fue un icono de poder para la corona española y mantiene su majestuosidad custodiando la Piazza di Spagna

A dos pasos de la famosa escalinata de la Piazza di Spagna romana, donde es común ver, ritual del enclave turístico, pedidas de matrimonio, se encuentra un lugar con muchas historias que contar. Desde el balcón de la embajada española ante la Santa Sede se pueden ver ríos de turistas caminando por los famosos adoquines romanos, los sampietrini. Esas y otras escenas han pasado durante 400 años ante los ojos de la misión de representación diplomática española ante el Vaticano, la embajada más antigua del mundo. En este enclave no solo se encuentra una maquinaria cultural, administrativa e institucional que lleva cuatro siglos trabajando a pleno rendimiento. También su dimensión política y propagandística y haber sido un espectador único de grandes acontecimientos históricos la llenan de solemnidad. Especialmente este año que cumple cuatro siglos, que se llevan celebrando con varios eventos durante todo el 2022, año, además, que vio llegar a la nueva embajadora, la ex ministra de Educación Isabel Celaá, la última de una lista de hasta 155 representantes de España ante la Santa Sede en 400 años. 

La misión diplomática española ante la Santa Sede se fundó en 1475 por los Reyes Católicos, cuando los enviados eran aún itinerantes. La sede no llegó hasta 1622, cuando consiguió ponerle su nombre a la plaza, algo que ocurrió en contadas ocasiones en la ciudad eterna, y que da cuenta del pedazo de historia entre sus paredes y de la influencia que llegó a tener la institución. De puertas para fuera es un enclave visivo imponente en Piazza di Spagna, de puertas para dentro el tesoro que acoge es casi incalculable y que es está además en completa sintonía con su continente. Una infinidad de salas que se usaban en la época en que el embajador era también un interceptor entre el cielo y la tierra y tenía significado político y eclesiástico. Cuenta con obras de arte y con un patrimonio imponente como las obras esculpidas por un joven Bernini, unas joyas de valor incalculable, ‘Alma condenada’ y ‘Alma salvada’. Destacan también 36 tapices flamencos, franceses e italianos, tres de ellos de lana, además de una imponente escalinata en su entrada diseñada por Borromini. Todo en un edificio de 14.000 metros cuadrados en los que aún viven 16 familias de personal diplomático. 

Como explicamos, el edificio sirvió como residencia oficial desde 1622. Utilizado por España desde el principio para exhibir su grandeza fuera del país, y, sobre todo, para establecer relaciones con la Santa Sede. Pero la realidad de esta embajada fue mucho más allá, era también un centro cultural e, incluso, en todo este tiempo, fue en algún momento la sede de un teatro. La aventura diplomática está llena de peculiaridades y también de leyendas. Destacan nombres de embajadores que pasaron por aquí como Garcilaso de la Vega o Ángel Sanz Briz, el ‘Ángel de Budapest’, que murió en el palacio en 1980, reconocido por haber salvado a 6.000 judíos emitiendo pasaportes falsos cuando era cónsul de España en Hungría. O también la disputa de poder que España tuvo con Francia por este edificio en el que estaba en juego el poder de toda esa zona de la capital italiana. Si la Plaza de España fuese una gran mariposa, la ala derecha fue al final para Francia, en la parte alta de la escalinata de Piazza di Spagna tienen su embajada ante el Vaticano y la izquierda, que no consiguieron los galos, fue ya para siempre signo de la presencia de España en Italia.

Llegó a ser también residencia ocasional de los Reyes, rehabilitada en 2007 con donaciones del millonario español Amancio Ortega y siempre en continuas obras para mantener y cuidar el valor del edificio. Explica Letizia Rodríguez, secretaria personal de embajadores en los últimos 36 años y una de las personas que mejor conocen este palacio barroco, que es común que todo el que llegue lleve a cabo remodelaciones para poner a punto el edificio y cuidarlo. “Fue un escaparate privilegiado del poder de la monarquía española”, dice. La Embajada de España fue muy conocida durante aquellos primeros años porque se había convertido en una vitrina privilegiada de cultura y eventos que daba vida a la zona. A la entrada había siempre 60 músicos que amenizaban la bienvenida de todo el que ingresaba en el palacete y el propio embajador, que en aquellos años se debía ganar la gracia de los ciudadanos de la zona llegó a dominar la jurisdicción de ese barrio de Roma donde concedía medidas, como si de un estado franco se tratasa, a unos 14.000 residentes de los aledaños. 

Con las diversas ramificaciones, cultural, política, administrativa, que caracterizan el valor de este lugar, las peculiaridades que ha visto entre sus paredes, además de la importancia artística de las piezas que custodia, no son pocas. Excentricidades como la vinculada al hombre que encarnó la seducción en la historia, Giacomo Casanova, que estuvo en el palacio trabajando para un cardenal y fue el impulsor de que la sede tenga “el mártir letancio”, un niño de 11 años muerto durante la persecución del emperador Comodo. Pero no solo eso, se rumorea que el conocido cuadro de Velázquez ‘La fragua de Vulcano’ fue pintado en una de sus estancias en Roma en la Embajada de España ante la Santa Sede. Un ir y venir de personajes y celebridades en 400 años de historia entre España en el corazón de Roma.