Despedida por enseñar una imagen de Mahoma en clase: ¿insensibilidad o libertad de cátedra?

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Seminario sobre libertad de expresión en la Universidad de Hamline, en 2007. David Brewster/Star Tribune via Getty Images
  • Una profesora universitaria en EE.UU. había advertido que se iba a mostrar en clase una obra maestra del arte musulmán

  • La universidad despidió a la docente tras una queja y salió en defensa de los alumnos: “El respeto está por encima de la libertad de cátedra”

  • Asociaciones de profesores y en contra de la censura creen que es “una de las violaciones más atroces de la libertad académica en la historia reciente”

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MadridErika López Prater sabía que enseñar una imagen de Mahoma podía herir los sentimientos de sus estudiantes musulmanes. Pero también estaba convencida de que la historia del arte islámico estaría incompleta si no mostraba una obra maestra de la pintura persa del siglo XIV con una representación del profeta.

La profesora adjunta de arte de la Universidad de Hamline (Minnesota) encontró una solución de compromiso: advirtió en el programa del curso sobre la futura exhibición de la pintura, aviso que se repitió cuando llegó la clase en cuestión, el 6 de octubre pasado. Sus 30 alumnos no dijeron nada.

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Hasta el final de la clase.

Fue entonces cuando una estudiante de negocios, Aram Wedatalla, se acercó a Érika López y le dijo que estaba muy afectada porque nunca había visto una imagen de Mahoma. Wedatalla es la presidenta de la Asociación de Estudiantes Musulmanes de la universidad. Érika tomó nota y advirtió a la responsable de su departamento de la queja. “Creo en la libertad académica. Tienes todo mi apoyo”, fue la respuesta.

Pero Aram Wedatalla no se conformó y corrió la voz por el campus. Otros estudiantes musulmanes –que no acudieron a la clase de arte- se quejaron a los responsables universitarios. Estos, detectando una crisis en ciernes, adoptaron una decisión tajante: despedir a Érika López Prater. Y no solo eso.

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Escribieron un correo electrónico a modo de disculpa a todos estudiantes y profesores de Hamline. El respeto por los estudiantes musulmanes, decía el comunicado, “está por encima de la libertad de cátedra”.

En este momento ocurrió justo lo que más temían: la polémica sobrepasó los muros universitarios.

La historia trascendió a la prensa local y luego a la nacional, gracias a un extenso reportaje de The New York Times. Asociaciones de profesores de todo el país y PEN America (la mayor organización en defensa de la libertad de expresión) definieron el incidente como “una de las violaciones más atroces de la libertad académica en la historia reciente”.

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Los líderes musulmanes locales contratacaron. Uno llegó a decir que lo que hizo Érika López era como enseñar que Hitler era bueno.

La universidad, por su parte, se reafirmó en su decisión. Insistió en que la sensibilidad de los alumnos estaba por encima de la libertad de cátedra: “Es importante que nuestros estudiantes musulmanes, así como todos los demás estudiantes, se sintieran seguros, apoyados y respetados tanto dentro como fuera de nuestras aulas”, escribió su presidenta, Fayneese S. Miller.

La alumna denunciante no atemperó sus ánimos: “No creo que alguna vez pertenezca a una comunidad donde no me valoran como miembro y no muestran la mismo respeto que yo les muestro”, aseguró.

Como trasfondo, el manido debate identitario, que en las universidades de Estados Unidos está a flor de piel. Precisamente el arte musulmán está cada vez más presente en las aulas “para descolonizar el canon”, en palabras de una experta en arte entrevistada por The New York Times. No enseñar ese grabado de Mahoma del siglo XIV sería “como no mostrar el David de Miguel Ángel”, apostilló otro.

Parece que el tiro les ha salido por la culata. A todos.