El libro del secretario personal de Ratzinger incendia el Vaticano

  • George Gänswein relata sus años al servicio del papa emérito y aspectos de la vida cotidiana

  • Además, describe algunos desencuentros directos con Bergoglio y cómo ha sido la convivencia de los dos pontífices

  • Tira balones fuera sobre la responsabilidad del Vaticano en el caso Orlandi

Se sabe desde hace tiempo que el más fiel compañero y consejero de los últimos años de Benedicto XVI, su secretario personal, el también alemán George Gänswein, y el papa Francisco no han tenido nunca una relación fácil. Durante estos años donde en el Vaticano han convivido, por primera vez en la historia, dos papas, el contacto directo entre Ratzinger y Bergoglio ha sido siempre armonioso, lleno de halagos recíprocos. Detrás, las cosas parece que no han sido tan fáciles. El incendiario libro publicado este jueves 12 de enero por Gänswien, a solo una semana del funeral del papa emérito, aborda todos los temas calientes de los últimos años del papado de Ratzinger y las polémicas sucesivas. El llamado ‘Georg il bello’ no duda en apuntar con el dedo al Sumo Pontífice actual y en enumerar una serie de ofensas que habría sufrido él mismo por parte de Bergoglio, así como la decepción de Benedicto XVI con algunas decisiones de su sucesor. 

Una relación muy difícil cocinada a fuego lento y contenida durante estos años entre las murallas vaticanas, pero que ahora explota como una olla exprés. El libro, que estaba listo para publicarse tras el fallecimiento de Ratzinger, llega en un ambiente especialmente tenso en los últimos días. Desde el pasado 28 de diciembre cuando el papa Francesco anunció al mundo que las condiciones de salud de Benedicto habían empeorado, un terremoto parece haber sacudido el orden establecido esta década en la Iglesia. Tras el funeral, oficiado de forma única por el papa Francisco a su sucesor, algunas voces no dudaron en criticar al Sumo Pontífice por su homilía, que retenían poco centrada en la figura de Benedicto. Luego llegaron las declaraciones de Georg Gänswein en una entrevista en la que explicaba que la decisión de Francisco de limitar las misas en latín había “roto el corazón” de Ratzinger. Palabras que ya anticiparon los incendios que causaría el libro que hoy se publica y al que NIUS ha tenido acceso. 

Por su parte, Bergoglio, que no era ajeno a las críticas sin pudor del secretario Gänswein no dudó en el Ángelus del pasado domingo desde la Plaza San Pedro en lanzar una advertencia que llevaba nombre propio: “El chismorreo es un arma letal: mata, mata el amor, la sociedad, la fraternidad. Preguntémonos: ¿soy una persona que divide o una persona que comparte?”. El terremoto en el Vaticano se concretó este lunes con una audiencia privada en la que el papa Francisco encontró a Gänswein y de la que no han trascendido informaciones oficiales. Lo hablado en ese encuentro, seguro lleno de tensión, intenta calmar las aguas pero no ha podido parar, seguramente, las rotativas en las que ya había sido impreso Nient’altro che la verità. La mia vita al fianco di Benedetto XVI (Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI). Las consecuencias que desencadenará el libro aún están por ver, así como el futuro del arzobispo Gänswein y si seguirá en el rol de prefecto de la Casa Pontificia sin la protección del papa emérito.

Más de trescientas páginas en las que Gänswein cuenta desde sus inicios al lado de Benedicto, hace dos décadas, a sus últimas horas de vida el pasado 31 de diciembre. El arzobispo alemán relata con la visión privilegiada de la historia que le ha permitido su cercana posición, como mano derecha del papa que será siempre recordado por su denuncia. Papa al que alaba y describe con devoción en todas sus confesiones. Un pontífice que define víctima en muchos casos “de la narración de los medios de comunicación y detractores que hablaban de él como el ‘Rottweiler de Dios”, sobrenombre ofensivo según el autor. Insiste además sobre su visión siempre “provisoria” de su cargo y sobre sus reflexiones sobre la renuncia mucho antes de aquel 2013. También sobre sus poca intenciones de terminar convirtiéndose en Sumo Pontífice. Ratzinger había pensado siempre en terminar sus días entregado a la lectura y al estudio, su pasión más certera, había incluso mostrado interés por convertirse en el cardenal bibliotecario del Vaticano.

Todos los grandes nombramientos que tuvo Ratzinger en su carrera parecen, tras la descripción de Gänswein, que estaban siempre fuera de sus expectativas. La vocación de teólogo lo alejaba de grandes aspiraciones en el poder concreto, idea que luego coincide con su renuncia, cuando, con un gesto de gran humildad, renuncia a uno de los sillones de poder más importantes del mundo. Describe a un papa luminoso, información confirmada por fuentes cercanas al monasterio donde residió durante esta década, pero también fuertemente afligido ante los escándalos que rodearon su papado. 

Se nombra el conocido caso del Vatileaks, la filtración de documentos secretos vaticanos entre 2011 y 2012 por parte de un ayudante, Paolo Gabriele. “Representó una de las páginas más negras para nuestra familia pontificia”, escribe Georg, y, por consiguiente para el papa. También sobre la desaparición más tenebrosa de las últimas décadas, la de Emanuela Orlandi en 1983, ciudadana vaticana. El secretario no aclara nada, reconoce haberse encontrado con el hermano, Pietro Orlandi, pero no aporta ningún dato revelador, sino que replica la estrategia del Vaticano, que se sospecha tenga información oculta, y tira balones fuera sobre la supuesta omertà en la Santa Sede con este caso. Niega de forma insistente que exista un dossier con información sobre este caso, a pesar de los rumores que resuenan desde hace años. 

Sobre Francisco, como hemos adelantado, las críticas más duras, de las que se revelan conversaciones íntegras entre el secretario y el Sumo Pontífice. Gänswein, desde su posición como prefecto de la Casa Pontificia, pensaba, desde 2013, interceder entre los dos papas. Pero la realidad que se encontró fue completamente diferente. El secretario denuncia que Bergoglio lo apartó sin piedad de su puesto, a pesar de que le fue comunicado el malestar generado, y lo relegó a estar en compañía de Ratzinger y cuidarlo. Malentendido que llegó al monasterio donde descansó durante 10 años Benedicto que, al escuchar la historia en boca de Gänswein dijo: “Parece que el papa no se fía ya de mí y quiere que usted sea mi custodio”. 

Una relación que ya no había comenzado bien cuando, a la llegada de Francesco al Vaticano, el nuevo papa había insistido en vivir en Santa Marta, porque quería un lugar más humilde para sentirse más cómodo. Ese y otros gestos disruptivos de Bergoglio habían sido acogidos con resquemor y desconfianza por quien habitaban en aquellos palacios desde hacía tiempo, como relata Gänswein que escribe una escena de celos por la concesión de un apartamento que le pertenecía, al parecer, por su cargo en aquel momento. De hecho, cuenta, que intentó convencerlo diciéndole que los romanos esperaban ver en la plaza la luz de la residencia papal encendida. Pero Bergoglio, como en tantas otras cosas, no cedió.

En definitiva, la coexistencia de dos poderes, el más conservador con Ratzinger y el más transgresor con Bergoglio que en este libro, destinado a ser un superventas, es descrita como “no una convivencia, sino el nacimiento y el desarrollo de dos grupos de hinchas, que con el paso del tiempo han hecho más evidentes las dos visiones de la Iglesia que hay”. Una tensión usada por las corrientes que dominan la Santa Sede y que este libro denuncia y alimenta al mismo tiempo. Mientras tanto, al margen, la cotidianidad de los dos papas se resume en el intercambio en sus encuentros. Francisco llevaba dulce de leche y Benedicto lo recibía con limoncello.