100 días después, el poder aplaca a Meloni en Italia

  • La primera ministra italiana se ha alejado abismalmente de su perfil político en la oposición

  • Algunas medidas ideológicas descafeinadas y mucho continuismo con Draghi en temas internacionales y en la crisis energética

  • Ha conseguido, hasta ahora, contener a sus socios y el clima es de relativo consenso

La primera ministra italiana Giorgia Meloni llegó al poder tras su victoria el pasado 25 de septiembre rompiendo muchos tabúes. Era la primera mujer Presidente del Consejo de Ministros en Italia y también era la primera vez que un partido con sus orígenes en el postfascismo conseguía llegar a dirigir el país. Su trabajo en la sombra, como fuerza residual de la oposición, en un momento en el que Italia afrontaba una crisis sanitaria y mantenía su habitual conflictualidad con la política, la premió. Su perfil de cara al electorado era el de una política que llegaba para cambiar el sistema, repitió en innumerables ocasiones que “la pacchia è finita” (se acabaron las bromas) casi como un mantra. Lo que no se esperaba era que, como a tantos otros que la habían precedido, el poder también amansase sus formas, casi radioactivas, y sus intenciones, ahora mucho menos rupturistas. También, hasta el momento, mucho menos derechistas. Esta es la crónica de los primeros cien días de Giorgia Meloni.

Puso el atlantismo como bandera y el apoyo, también militar, a Ucrania como estandartes de un perfil internacional que ha buscado reconocimiento en estos tres meses. El reconocimiento para intentar aplacar los temores internacionales sobre su radicalismo. La intención era también no enfrentarse a Europa, algo que comprometería el futuro de Italia debido a la masa de dinero que hasta 2025 el país tiene que recibir en forma de Fondos Ruropeos de Recuperación. Meloni entendió pronto que sin Bruselas su trabajo se haría complicado y eligió encontrar a los principales representantes europeos en su primer viaje internacional. Aquella sonrisa a la UE era la primera señal que la alejaba de sus vídeos de hace años en los que aún pedía la salida de Italia de los 27. Esa línea de evitar el enfrentamiento se mantuvo también en su primera crisis migratoria, a finales de octubre, cuando tres barcos de ONG esperaban en la costa italiana puerto seguro. Meloni mantuvo durante días un pulso, para marcar su política anti inmigración, pero al final cedió. 

Ahora ha evitado la política de los puertos cerrados, que le trajo más de un problema a su socio Matteo Salvini cuando era primer ministro en 2019. Pero, eso sí, plantea una metodología que lleva a los barcos de las ONG a atravesar toda Italia para desembarcar, en un puerto del norte. Desgastando a quien pide puerto en Italia y dando un mensaje a su electorado. Y esta metodología se puede aplicar a casi todos los temas candentes que han protagonizado estos 100 días, una Giorgia Meloni que no abandona sus pequeñas batallas ideológicas, su derecha radical, pero que lo hace con guante blanco, sin correr grandes riesgos. Lo hizo, por ejemplo, con el nombramiento de un Consejo de Ministros enormemente conservador, que en el poco margen de maniobra de estos meses ha respondido a la prudencia de la premier.

Es el caso de la Ministra de Familia e Igualdad, Eugenia Rocella, que criticó recientemente la ley del aborto italiana, pero prometió siempre, también la propia Meloni en campaña, que no será tocada. Algo que el Gobierno sabe que traería un gran descontento social que quieren evitar. Ha cumplido lo que muchos expertos predecían: línea internacional intocable y línea de política interna con guiño a su electorado. “Mucho ruído y pocas nueces. Ha protagonizado algunas luchas ideológicas como el decreto rave, pero al final con un resultado decepcionante para la mayoría de su electorado. Algo que por primera vez empieza a verse ahora. Tras meses de continuo crecimiento electoral, los sondeos de esta semana marcan una bajada en el consenso que recogía Meloni”, explica Vincenzo Emanuele, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Luiss de Roma.

El senador de Hermanos de Italia, Marco Scurria, razona para NIUS cómo han sido estos meses en el Gobierno. “Es evidente que cuando te conviertes en premier tienes que entender que ya no eres solo el presidente de un partido, entras en un escenario institucional y tienes que unir a todos los italianos. Ya no es como cuando estás por todas las plazas de Italia”, explica. Sobre algunos de los errores en leyes y procedimientos -en parte tuvieron que ser redactados de nuevo como el decreto rave- que han marcado también estos cien días de Meloni al mando, Scurria justifica “estando al inicio del mandato objetivamente algunas cosas técnicas aún tenían que ponerse en funcionamiento”. 

Meloni mantiene, aún así, una clara ventaja por encima del 30% de los votos, pero esa distancia entre la campaña y el Gobierno comienzan a marcar la opinión pública. La huelga de las gasolineras de la pasada semana fue el primer gran problema de calado, que se resolvió antes de que terminase la protesta, pero que parece haber marcado la primera encrucijada del Gobierno. El tema de los impuestos del combustible había sido una batalla de la Meloni líder de la oposición en diversas ocasiones, la decisión contradictoria para los votantes de eliminar las rebajas a la gasolina en una de sus primeras medidas la persiguió durante semanas. 

Aunque algunas batallas sí las ha ganado. Por ahora, al menos, la de tener bajo su ala a sus socios de Gobierno, Silvio Berlusconi y Matteo Salvini. Un aspecto que no es menor y que, según el profesor Emanuele, marca su inteligencia política. “También el arresto de Matteo Messina Denaro, aunque poco tuviese que ver su Ejecutivo, le ha ayudado”, explica el experto. Una victoria que Meloni no tardó en celebrar, sabiendo el significado que tiene una detención de este tipo a nivel de sensibilidad social en Italia. A su favor también un vacío total en la oposición que, tras el batacazo de la cita con las urnas, intenta reponerse. El PD, el principal partido de izquierda, espera ahora la elección de un nuevo secretario general en las próximas semanas y ha vivido, hasta el momento, en un tiempo de descuento que ha dado casi vía libre a Meloni.