Novedades sobre los objetos no identificados abatidos sobre el cielo de Estados Unidos

Tras días de confusión la Casa Blanca ha marcado una diferencia radical entre el globo derribado el 4 de febrero, ese estaban seguros que era un globo espía de China como parte de un programa de espionaje mundial, pero diferente de los tres últimos objetos derribados la semana pasada. La Casa Blanca ha dicho que se trataba de aparatos inofensivos, pero siguen investigando su procedencia.

Hoy la Casa Blanca dice que están considerando la posibilidad de que tuvieran vínculos comerciales porque no han encontrado indicios de que fueran aparatos de espionaje de un gobierno extranjero aunque piden más tiempo para recuperar todos los objetos y hacer la valoración final.

“Ningún indicio”

El gobierno norteamericano ha aclarado que no hay "ningún indicio" que apunte a que los tres objetos voladores derribados el pasado fin de semana en Estados Unidos y Canadá tuviesen origen chino o estuvieran destinados a recabar información de Inteligencia, en contraste con el caso del primer globo.

El portavoz de seguridad nacional de la Presidencia estadounidense, John Kirby, ha desvinculado en principio a Pekín de estos últimos objetivos, a falta eso sí de analizar los restos de los artefactos. "No se puede decir de manera definitiva", ha aclarado en declaraciones a los medios.

La tarea de recogida de restos se antoja complicada, ya que algunos de ellos habrían caído en zonas de difícil acceso. Sin embargo, Kirby ha preferido no especular con la posibilidad de que nunca lleguen a recuperarse y ha defendido que las autoridades están haciendo "todo lo que pueden" para localizarlos.

El Gobierno de China, en cambio, ha devuelto las acusaciones y ha asegurado que globos de Estados Unidos han violado en más de una decena de ocasiones en el último año el espacio aéreo del gigante asiático, un extremo que las autoridades norteamericanas han negado de plano.

Para qué se usan los globos espía y desde cuando

El primer uso de globos aerostáticos para fines militares del que se tiene constancia data de 1794, durante las guerras revolucionarias francesas, y a Estados Unidos llegaron en el siguiente siglo, coincidiendo la Guerra de Secesión. Podían alcanzar los mil pies de altitud --algo más de 300 metros-- y servían para tareas de observación, como consta en un informe histórico del Servicio de Parques Nacionales estadounidense.

Por entonces se consideraban herramientas baratas, discretas y prácticamente inalcanzables desde tierra, aunque su verdadera explosión llegó ya en el siglo XX, durante la Primera Guerra Mundial, y también en etapas como la Guerra Fría, cuando el pulso político que libraron la Unión Soviética y Estados Unidos se extendió también al ámbito de la Inteligencia y el progreso tecnológico favorecía la ausencia de tripulación.