Así funciona el protocolo de cierre de puertas del cónclave: un grito, un juramento y una prohibición

Este miércoles 7 de mayo arranca el cónclave en el que 133 cardenales elegirán al sucesor del fallecido papa Francisco
El primer día, se reserva la mañana para la misa pro eligendo Pontifice y, por la tarde, se cierran las puertas de la Capilla Sixtina
El cónclave para elegir papa comienza sin favoritos: todas las especulaciones y cábalas están abiertas
Con la muerte del papa Francisco, la iglesia católica atraviesa ahora un periodo de Sede Vacante, un tiempo en que la institución no cuenta con el gobernador de la Santa Sede, y que se verá alargado hasta que el nuevo papa sea formalmente elegido. Para ello, los 133 cardenales del Colegio Cardenalicio que se encuentran en posición de candidatos (aquellos menores de ochenta años), deberán reunirse en un cónclave para determinar, por mayoría de dos tercios, quién será el encargado de sucederle.
El origen del nombre de las jornadas de comicio deriva de la palabra latina “llave”, por ser común entonces encerrar a los cardenales hasta haberse decidido la identidad del nuevo obispo de Roma, y aunque con el tiempo muchas tradiciones han cambiado, las puertas de la Capilla Sixtina, lugar donde se celebra el sufragio, permanecen selladas durante las deliberaciones, en un procedimiento estricto, aislado e incomunicado.
Pese a que se realizarán dos votaciones por la mañana y dos por la tarde durante las jornadas de comicio, el primer día del cónclave reserva la mañana para la misa pro eligendo Pontifice. Por la tarde, los candidatos avanzarán en procesión hasta la Capilla Sixtina, donde se reunirán diariamente hasta concluir una decisión, que será anunciada con fumata blanca.

La procesión es presidida por una cruz y dos velas. Tras ella, los cantores de la Capilla Sixtina, y seguida de estos, tras los ceremonieros pontificios, el Secretario del Colegio Cardenalicio, el Arzobispo Ilson de Jesus Montanari. Le siguen los cardenales diáconos (aquellos de menor grado dentro del Colegio Cardenalicio), en orden inverso al que fueron nombrados, los cardenales obispos (el grado intermedio del Colegio Cardenalicio) en el mismo orden y, finalmente el Decano del Colegio, el Cardenal Giovanni Battista Re, acompañado del ceremoniero, todos ellos cantando las Letanías de los Santos.
Al entrar en la capilla, todos deberán hacer reverencia al altar, colocándose los cardenales en sus respectivos asientos y un Evangelio en el centro, abierto frente a ellos. Una vez dentro, invocarán al Espíritu Santo con el Veni Creator, y tras esto el Decano pornunciará una oración antes de anunciar el juramento de los cardenales electores, en el que juran y se obligan a respetar las leyes canonicales, no violar el secreto del cónclave tanto durante como después de la elección del nuevo Pontífice, y no apoyar o favorecer ninguna interferencia, oposición o intervención con la cual cualquier individuo quiera entrometerse en la elección del próximo papa.
A esto, los electores deberán aclamar “prometo, me obligo y juro” con la mano sobre el Evangelio, añadiendo:"Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano". Una vez todos los candidatos han prestado juramento, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas, Diego Giovanni Ravelli, proclamará: “Extra omnes” echando a todo aquel externo a las votaciones y cerrando así las puertas de la Capilla Sixtina. Ahora sí, comienza el cónclave.
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