El arsenal de Robin Westman, autora del tiroteo de la escuela de Minneapolis: un fusil, una pistola, una escopeta y un revólver
La joven de 23 años, antes identificada como Robert Westman, avisó de la matanza en las redes y tenía cargadores suficientes para aniquilar a medio colegio
Al menos dos muertos y 17 heridos deja un tiroteo en una escuela católica de Minneapolis
El FBI investiga como “terrorismo” y “crimen de odio anticatólico” el tiroteo perpetrado ayer, miércoles 27 de agosto, en una escuela católica de Minneapolis, EEUU, durante una misa. La autora del ataque, identificada como Robin Westman, se quitó la vida antes de matar a dos niños y herir a otros 19 estudiantes. Además, en un vídeo en las redes sociales advirtió de la matanza.
En medio del miedo y la conmoción que ha generado entre todos los afectados, las autoridades investigan ahora si lo ocurrido puede haber tenido algo que ver con el proceso de cambio de género que inició la atacante hace cinco años. Nacida como Robert Westman, había cambado su nombre por el de Robin y en sus licencias se identificaba como mujer.
Robin Westman tenía todo un arsenal para perpetrar la masacre
No tenía antecedentes y compró las armas de manera legal; todo un arsenal debidamente registrado en el que figuraban un fusil semiautomático AR15; una pistola de 9 milímetros; una escopeta repetidora del calibre 12; y un revólver.
“Este para mí, por si me cogen”, decía en el vídeo grabado mientras se lo llevaba a la boca.
Ahora, después de la tragedia, la pregunta es si nadie sospechó de una joven de 23 años que se estaba haciendo cono todo ese arsenal. Racista, antisemita, anticatólica… El rastro que había dejado en las redes sociales era un catálogo de odio a casi todo.
El vídeo que publicó antes de la tragedia fue una pista que nadie siguió. En sus diarios tenía hasta el plano de la iglesia.
Fue de ese modo como avisó de la matanza. Tenía cargadores suficientes para aniquilar a medio colegio, donde hoy los alumnos recuerdan a los pequeños de 8 y 10 años asesinados.
El suceso, una vez más, es otra página vacía en el trágico historial del derecho a la posesión de armas en Estados Unidos.