Genio y figura, Donald Trump ha mostrado su faceta más auténtica en la ONU. Después de las carcajadas de los demás líderes al presumir de los logros de su administración, ha tratado de arreglarlo diciendo que no se estaban riendo de él… sino con él.
Así es Trump en estado puro. Capaz de animar al Ejército venezolano a dar un golpe de Estado y de abrir la puerta a una posible reunión con Maduro. "No estaba en mis planes pero si puedo ayudar para eso estoy aquí", ha dicho.
Fiel a su estilo, el presidente de EEUU ha acusado a los chinos de intentar manipular las elecciones de noviembre porque le tienen un respeto total a él y su gran cerebro. También ha vuelto a defender a su juez candidato al Supremo, Brett Kavanaugh, diciendo que todas las acusaciones por abuso sexual son totalmente falsas pero que podría cambiar de opinión.
Cargando contra todo y contra todos, ha amenazado a Irán con más sanciones, se ha negado a reunirse con el presidente de Canadá y se ha metido con la prensa llamando a un periodista “señor kurdo”. Histriónico a más no poder. Hasta se ha hecho un calimocho en la cena. Ha pedido que le sirvieran un poco de cola light en la copa de vino con la que ha brindado con los demás comensales.