Después de tres semanas de protestas y descontento social sobre la pérdida del poder adquisitivo, Emmanuel Macron se presentó ante los franceses con un discurso de 13 minutos en los que pidió perdón y anunció un aumento del salario mínimo interprofesional, una mejora para los jubilados con pensiones inferiores a 2.000 euros netos y una exención de impuestos para los horas extraordinarias.
Desde los chalecos amarillos la reacción ha sido crítica, preguntados por Le Monde, hablan de "mascarada", otro reconocen "un primer paso positivo", aunque la mayoría de los manifestantes se mostraron decepcionados por la intervención del presidente Emmanuel Macron.
"Es una gota en el agua. Por encima de todo, nuestro querido presidente habló sobre la violencia inaceptable pero no cuestionó las políticas irresponsables. Quiere restaurar el orden, ¿pero a qué precio?, se pregunta uno de los entrevistados ¡Tendremos heridas de guerra, porque vamos a expresar nuestro disgusto!, explicó Lionel, de 46 años.
Para Thierry, un mecánico de bicicletas de 55 años, que se puso el chaleco amarillo hace 15 días, la presentación de Macron le parece "una incursión con efecto publicitario".
Desde la oposición también le llueven las críticas al presidente francés, tras sus 13 minutos de mea culpa con perdón incluido. La líder de la extrema derecha, Marine Le Pen, tuiteó: "¡Macron retrocede para saltar mejor! ".
El presidente de Debout la France (Francia, en pie), Nicolas Dupont-Aignan, definió el discurso del presidente como "una gran obra de teatro. Continuará con la misma política con un pequeño paquete de regalo y una pequeña cinta en color. La misma política, significa el mismo despojo del francés trabajador ",