La Policía israelí acordona los barrios árabes de Jerusalén Este

En una reunión del gabinete de seguridad que ha terminado este miércoles a primera hora, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha autorizado que se revoquen los derechos de residencia a los palestinos acusados de delitos de "terrorismo" y que se refuercen las tareas de demolición de casas de los responsables de ataques.
En las dos últimas semanas de violencia han muerto siete israelíes y 30 palestinos, incluidos niños y varios atacantes, como consecuencia de apuñalamientos, atropellos y enfrentamientos entre palestinos y las fuerzas de seguridad israelíes.
Las causas de la violencia son múltiples aunque los palestinos rechazan la creciente intrusión de los judíos en el complejo de la Mezquita de Al Aqsa, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, una zona considerada sagrada tanto por musulmanes como por judíos.
Además, existe entre los palestinos una profunda decepción por los fracasos en las conversaciones de paz que se desarrollan desde hace años, sin que hayan logrado avanzar hacia el objetivo de lograr un estado propio y sin que detenga la construcción de asentamientos en Jerusalén Este y en Cisjordania.
Muchos de los ataques registrados desde comienzos de octubre han sido llevados a cabo por residentes de Jerusalén Este, el sector predominantemente árabe de la ciudad.