Dylan Tiffin-Brown murió a la edad de dos años el 15 de diciembre de 2017 en Arthur Street, Northampton (Reino Unido), después de que su padre, Raphael Kennedy, le asestase una brutal paliza que le produjo múltiples laceraciones en el hígado, sangrado considerable en el abdomen y varias costillas rotas, según ha informado la Policía del distrito en un comunicado.
Además, la paliza le habría causado a Dylan un dolor incesante durante las últimas horas de su vida, en las que no tuvo ningún tipo de asistencia médica. "A pesar del dolor y el sufrimiento que soportó Dylan, Kennedy no llamó a los servicios de Emergencia durante un largo periodo de tiempo", ha declarado Ally White de la Unidad de Operaciones Especiales de East Midlands, encargado de la investigación.
Además, añade: "Los análisis de sangre mostraron que Dylan tenía niveles extremadamente altos de cocaína y otras drogas de Clase A en su sistema en el momento de la muerte. En el cabello también se encontraron restos de cocaína, crack, heroína y cannabis, algo de lo que Kennedy admitió ser responsable ".
En este sentido, Kennedy admitió durante el interrogatorio que sus ingresos principales provenían de la venta de heroína y crack.
Sin embargo, Kennedy no se declaró culpable de las lesiones que causaron la muerte de su hijo. En este sentido, explicó que el fallecimiento de Dylan se debió a una caída. No obstante, tres expertos diferentes indicaron que tales lesiones no pudieron deberse a un tropezón.
Por ello, el jurado, formado por siete mujeres y cinco hombres, dio un veredicto unánime y responsabilizó a Kennedy de la muerte de Dylan.
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