Las autoridades habían dado dos opciones a los manifestantes que se atrincheraban en la Universidad de Hong Kong tras semanas de revueltas: rendirse o ser detenido. Y el balance del asalto final de la policía al centro educativo es demoledor: hay más de mil arrestados.
Tras tres días de enfrentamientos que hicieron de la universidad un auténtico campo de batalla, las autoridades han tomado el lugar, del que algunos estudiantes huyeron haciendo rápel desde un puente cercano donde les esperaban varios conductores para escapar del lugar, al tiempo en que otros intentaron la fuga, sin éxito, a través de una tubería del alcantarillado.
Un millar de jóvenes han sido puestos entre rejas, pero los estudiantes ya han dejado claro que las protestas no cesarán y se espera que los manifestantes vuelvan a la carga. Las movilizaciones contra el Gobierno de Carrie Lam, al que piden una mayor apertura democrática, continúan.