La Policía de Marshalltown comunicaba a la familia la peor de las noticias, el hallazgo del cadáver de su primogénito en medio de un clima adverso. El pequeño Corey Brown había tomado la terrible decisión de abandonar el hogar familiar el pasado 22 de enero, enfadado porque sus padres le habían quitado su teléfono móvil, informó el periódico local Times Republic.
La familia del niño denunció la desaparición y los agentes especializados comenzaron la búsqueda incesante de Corey. A pesar de los numerosos obstáculos que supusieron los varios centímetros de nieve que cayeron y la temperatura helada, los efectivos lograron encontraron el cuerpo del menor aunque de la peor de las maneras. La familia, incluso, ofreció recompensar a la persona que lo localizase con 1.000 dólares.
Cronología
Según el comunicado oficial emitido por los agentes, Corey Brown fue encontrado congelado en una zona alejada sobre las 10:45 de la mañana del domingo (hora local) en el oeste de la ciudad. Sin embargo, no apuntaron el lugar concreto del hallazgo, ya que la investigación está aún en curso.
A pesar de no encontrar rasgos violentos o de homicidio mantenían el secreto de sumario: "no hay evidencia o información que indique alguna actividad criminal relacionada con esta persona desaparecida. Sin embargo, esto sigue siendo una investigación activa y todos los escenarios posibles serán investigados a fondo", ha destacado el Departamento de Policía de Marshalltown, a través de un comunicado.
Los padres, el papel más difícil
A su vez, la familia quiso mostrar su agradecimiento a la población por "su apoyo en este difícil momento". Muchos vecinos y negocios próximos del lugar pusieron a disposición de los investigadores elementos de logística para intensificar la búsqueda.
Michelle y Craig Brown, padres de Corey, pedían incansablemente que el niño regresara a su hogar. "Corey, sabes cuánto te amamos. Y no voy a parar hasta que te encontremos. Si estás afuera, por favor, ven a casa", suplicaron. Tras conocer la noticia del fallecimiento, la familia no hizo declaraciones y permaneció en la más absoluta discreción tras el duelo.
El jefe a cargo de la investigación, Mike Tupper, quiso aclarar que se trataba de la reacción "típica de un niño de 13 años", salvo que en este caso el niño "reaccionó emocionalmente a eso".
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