Piera Aiello, de testigo protegida contra la mafia a diputada ‘influencer’

  • Su marido fue asesinado por la mafia en 1991

  • Durante años no tuvo rostro, y ahora lidera la lucha anti-mafia en Italia

Piera Aiello exhibe orgullosa su carné de diputada. En su despacho, un pequeño cartel anuncia su nombre. Por los pasillos de la Cámara camina segura, sin ocultarse de nadie. Es la cotidianeidad de cualquier parlamentario, sólo que para ella esta vida es nueva. No la de política, sino la de salir a la calle sin miedo a ser reconocida.

Durante casi tres décadas se convirtió en un “fantasma” para el Estado, el tiempo que pasó como testigo protegida por sus declaraciones contra la mafia. El año pasado se ganó su escaño por el Movimiento 5 Estrellas y hace un par de meses fue elegida en la lista de las 100 mujeres más influyentes que elabora la BBC.

Juventud en la mafia siciliana

Su historia, en realidad, comienza en la década de los ochenta en Partanna, un pequeño municipio siciliano de la provincia de Trapani, donde los matrimonios de conveniencia no pertenecen aún a otra época. Con 18 años ella salía con un muchacho del pueblo, que resultó ser hijo de un jefe mafioso. Pero cuando quiso interrumpir la relación, el capo amenazó a su familia y la obligó a casarse. La relación terminó como suele ocurrir en estos casos, mal. Al patriarca lo liquidaron, el hijo prometió vendetta y el asunto terminó con Piera viuda.

“Lo asesinaron delante de mis ojos y fue en ese momento cuando decidí que todo esto tenía que terminar, porque no es algo bonito levantarte cada mañana y encontrarte a los verdugos de tu marido”, recuerda. Dos hombres armados acababan de coser a tiros al joven en la pizzería que regentaba la pareja, pero ni siquiera fue algo excepcional. La diputada define su pueblo como un lugar para “huérfanos y viudas”. "En los años noventa, era como un 'far west'. Muchas personas murieron o resultaron heridas porque se disparaba en mitad de la calle”, rememora.

Colaboradora de Paolo Borsellino

El asesinato ocurrió en junio de 1991 y un mes más tarde ella ya estaba en Roma delante del fiscal al que le había recomendado acudir el mariscal de los Carabinieri de Partanna. El juez llevaba el nombre de Paolo Borsellino, uno de los magistrados que más empeño pusieron en aquellos años en la lucha contra la mafia, pero al que la joven Aiello no había escuchado nunca nombrar. “Me presenté en su despacho y vi rápidamente que era una persona respetada.

Le llamé ‘honorable’, que es como llamaban en Sicilia a la gente estimada, y él me corrigió diciendo que era un simple fiscal. Pero antes de volver a equivocarme, me dijo: ‘llámame tío Paolo y no se hable más’”.

Con “tío Paolo” pudo colaborar sólo un año. Porque el 19 de julio de 1992 un coche bomba explotó delante de la casa de su madre en Palermo. Bosellino murió asesinado, como lo había hecho poco antes Giovanni Falcone, su gran mentor. A los funerales acudieron miles de personas que, por primera vez, se dieron cuenta de la metástasis provocada por la mafia en Italia. Por entonces, Piera Aiello ya había delatado a los asesinos de su marido y seguía contando todo lo que sabía sobre los clanes que no sólo se mataban entre ellos, sino que en aquel momento habían elevado la cacería a policías, magistrados o periodistas.

Aunque Piera Aiello no era ya su nombre. Un testigo protegido, que no ha cometido delitos, no llega al nivel de un arrepentido. Pero la protección se paga con similares instrumentos: supresión de la identidad, un nuevo nombre y una escolta. La mujer pasó años recorriendo colegios o colaborando con asociaciones antimafia para concienciar a la juventud, de forma anónima y sin ser nunca fotografiada. Hasta que un día, pensó que en el momento de su muerte sería enterrada con su verdadero nombre. Al menos esa reparación. “Sin embargo, un funcionario de justicia me respondió que no, que el seudónimo sería usado hasta en la lápida”, narra.

La carrera política

Empezó entonces a plantearse volver a la vida pública. Cuando, casualidad, llamó a su puerta el Movimiento 5 Estrellas, que reclutaba personalidades de la sociedad civil para las elecciones generales de marzo del año pasado. Piera lo consultó con su nueva familia y aceptó dar el paso. Hizo campaña sin mostrar nunca su rostro, como una candidata anónima, y arrasó con más del 50% de los votos en la circunscripción en la que se presentó, en su Trapani natal. Nunca antes un colaborador del Estado contra la mafia había llegado al Parlamento.

Incluso durante sus primeros días en el hemiciclo, las cámaras no la enfocaban. Su cara no aparecía en los registros institucionales. Pero si quería ser útil desde su puesto en la Comisión de Justicia y en la Comisión Antimafia de la Cámara baja, debía volver a la vida pública. “Durante años estuve desaparecida físicamente. Por eso, cuando decidí salir por primera vez en público elegí Sicilia, el día del funeral de un carabiniere que había muerto en acto de servicio. Cuando empecé a escuchar ese ‘tic, tic, tic’ de las cámaras fotográficas, me latía tan fuerte el corazón que pensaba que moría”, explica.

Ha pasado ya más de un año y en este tiempo ha tenido que esquivar una denuncia de una abogada, que se presentó en las elecciones generales apoyada por la coalición derechista, por presunta falsificación de su identidad al inscribirse como candidata. Un tribunal, sin embargo, acaba de archivar el caso.

Ahora es además una de las mujeres más influyentes del planeta, según la clasificación de la BBC, en la que también están Greta Thunberg o Alexandria Ocasio-Cortez. Piera Aiello le resta importancia a los ránkings y asegura: “Cuando muera, me presentaré ante Dios y le diré que he cumplido con mi deber como ciudadana y como creyente, con la conciencia en orden”. Beata y moralista, como buena siciliana, sostiene que en su casa se come “pan, legalidad y justicia”.