Diferencias entre loterías estatales y privadas: ventajas y riesgos para el jugador
SELAE se rige por el Real Decreto 1614/2011, las privadas son más opacas
Loterías instantáneas vs. sorteos tradicionales: ventajas, riesgos y qué prefiere cada generación
La posibilidad de cambiar de vida con un simple boleto ha seducido al ser humano desde hace mucho tiempo. En España, esta promesa se encarna en dos modelos que conviven: las loterías estatales, como la Lotería Nacional o la ONCE, y una creciente oferta de juegos organizados por entidades privadas, que en muchos casos son digitales y globalizadas. Aunque ambas apelan al azar, los marcos legales, la transparencia y los riesgos asociados divergen sustancialmente. Conocer estas diferencias no es solo útil: es imprescindible para todos los participantes.
Un marco legal desigual
Las loterías estatales están gestionadas por SELAE (Sociedad Estatal Loterías y Apuestas del Estado) y la ONCE, ambas bajo control público. Están reguladas por el Estado y sus beneficios se destinan, en gran parte, a fines sociales: servicios públicos, inclusión y programas asistenciales. En cambio, las loterías privadas no están permitidas en España, y se pueden jugar más allá de nuestras fronteras en sorteos como los que se pueden encontrar en Lottoland, The Lotter. En cualquier caso, las entidades de juego privado, funcionan bajo licencias de la Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ) o, en algunos casos, desde jurisdicciones extracomunitarias con menor supervisión.
Mientras SELAE se rige por el Real Decreto 1614/2011 y sus bases están publicadas en el BOE, hay múltiples plataformas privadas que funcionan según lo establecido en la normativa, aunque también es cierto que existen casos de empresas que operan bajo estructuras opacas, a menudo sin garantía de devolución en caso de incidencia. Según FACUA, esto deja al consumidor en una posición de clara indefensión si surgen conflictos o retrasos en el pago del premio.
Probabilidades, premios y transparencia
En las loterías estatales, las probabilidades de ganar están claramente estipuladas. Por ejemplo, en la Lotería de Navidad, la posibilidad de obtener el primer premio es de 1 entre 100.000 y el 70 % de la recaudación de este sorteo se destina a premios. Estas cifras son públicas y auditadas. Las plataformas privadas, en cambio, pueden funcionar como corredores de apuestas: el usuario no compra un número oficial, sino que apuesta al resultado de una lotería real (como la Powerball estadounidense), lo que en algunos casos implica que el premio no proviene de la lotería original, sino de un fondo de cobertura del operador.
Según OCU, este modelo puede ofrecer premios llamativos pero con mayores restricciones y condiciones para el cobro. Además, el porcentaje destinado a premios puede ser sensiblemente inferior al de las estatales.
Seguridad del jugador y protección al consumidor
Otra diferencia clave es la seguridad jurídica. Mientras que SELAE garantiza el cobro del premio mediante canales oficiales y protocolos certificados por la Administración, algunas loterías privadas no están sometidas a estos estándares. En diciembre de 2023, la DGOJ advirtió sobre plataformas no autorizadas que simulaban sorteos oficiales, incluyendo logos falsos y métodos de pago no seguros.
Además, las estatales están obligadas a aplicar una retención del 20 % en premios superiores a 40.000€, conforme a la Ley 16/2012. Las privadas, dependiendo de su base operativa, pueden evitar ese control, lo que puede derivar en problemas fiscales para el jugador si no declara correctamente la ganancia en su IRPF. La Agencia Tributaria lo deja claro: “Todo premio recibido, sea en metálico o en especie, debe tributar como ganancia patrimonial, incluso si procede de una entidad extranjera”.
Diferente compromiso social
Una diferencia menos visible, pero crucial, es el destino del dinero. SELAE ingresó más de 9.000 millones de euros en 2023, con una parte sustancial destinada a financiar servicios públicos. La ONCE, por su parte, destina sus ingresos a la integración de personas con discapacidad. En contraste, las loterías privadas persiguen el beneficio empresarial. No hay retorno social directo.