Sorteo de Navidad

En 1957, el Gordo de la Lotería de Navidad daba para comprar 10 pisos y 10 coches... ¿y en 2025?

88008, el Gordo
88008, el Gordo de la Lotería de Navidad 2024. Telecinco.es
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En los años 50, un solo décimo del Gordo convertía a cualquiera en una suerte de rico capaz de vivir de las rentas de por vida. Hoy, con la misma lotería y un país irreconocible en términos de precios, la pregunta ya no es cuántos pisos podrías comprarte, sino si el premio alcanza siquiera para uno en una gran ciudad.

La fotografía de partida está bien documentada. El Gordo en el año 1957 estaba dotado con tres millones de pesetas y con esa cantidad se podía llegar a adquirir diez viviendas y diez coches. Esto es porque en la década de los 50 una vivienda costaba entre 140.000 y 550.000 pesetas y un SEAT 600 se vendía por 45.000 pesetas. Con esos precios, ganar p los 3 millones de pesetas del Gordo en 1957 daba para diez pisos de 255.000 pesetas y diez ‘Seiscientos’.

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Un Gordo congelado en 400.000 euros (y podado por Hacienda)

Saltemos casi siete décadas. En 2025, el diseño del sorteo es otro, pero el dato clave es sencillo: el primer premio es ahora de 400.000 euros por décimo, la misma cantidad desde el año 2011. 

A esto hay que añadir que la fiscalidad también está clara y se mantiene respecto a años anteriores. Así, los primeros 40.000 euros están exentos. Todo lo que exceda esa cantidad tributa al 20% mediante un gravamen especial sobre premios de loteríal, que se retira en el momento del cobro del premio. De este modo tras los 40.000 euros iniciales, quedan 360.000 sujetos a impuestos. Hacienda retiene por tanto el 20% de eso, que son 72.000 euros. Al ganador le quedan entonces 328.000 euros netos en el bolsillo. 

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Con esto, toca hacer la comparación 1957–2025 que debe ser entre aquellos tres millones de pesetas capaces de levantar diez pisos y diez coches y estos 328.000 euros descontada ya la retención de Hacienda.

Cuántos pisos y cuántos coches compra hoy un décimo

Con los 328.000 euros netos que deja hoy un décimo se podría llegar a comprar un piso y cinco coches, siempre hablando de precios medios.

El “piso tipo” usado para el cálculo es una vivienda de unos 100 m² valorada en 202.100 euros, cifra obtenida multiplicando el precio medio del metro cuadrado construido en España (2.021 €/m²) según Tinsa. El coche medio se valora en 23.532 euros, a partir de los datos de la Agencia Tributaria sobre el coste medio de los vehículos matriculados hasta octubre.

Con ese marco, el Gordo en euros se ha quedado en algo muy distinto a la lluvia de ladrillo de los 50: un piso estándar y cinco coches “normales”, no especialmente caros ni eléctricos de gama alta.

La brecha se agranda si miramos dónde y cómo se compra vivienda. Es importante tener en cuenta que con esos 328.000 euros, apenas se puede adquirir un piso de cien metros en la Comunidad de Madrid, Baleares o Gipuzkoa, mientras que permitiría comprar hasta cuatro viviendas en provincias como Ciudad Real, Cuenca, Jaén o Zamora. 

Con datos del portal Idealista, de las más de 14.000 viviendas en venta en la ciudad de Madrid, solo 5.500 cuestan 400.000 euros o menos, y que entre las opciones más baratas aparecen bajos de apenas 18 m² por casi 100.000 euros.

De rentista con diez pisos a “afortunado con hipoteca”

La historia completa, hilada con estos números, es bastante elocuente. En 1957, el salto era de trabajador a rentista: tres millones de pesetas permitían comprar diez pisos “tipo” y diez coches, en un contexto donde una vivienda media podía costar unas 250.000 pesetas y un SEAT 600 unas 45.000 de las antiguas pesetas.

En 2025, el agraciado se encuentra con 328.000 euros netos, suficientes para un piso medio y cinco coches “de precio medio”, según los cálculos actualizados a precios actuales, pero teniendo en cuenta que existen fuertes matices según la provincia en que estemos buscando piso.

El premio sigue siendo enorme para cualquier familia, pero ya ha dejado de ser la puerta de entrada y la llave automática a una vida de rentas y no trabajar más. Entre una España en la que el Gordo llenaba edificios enteros de propietarios nuevos y otra donde llevarse el mayor premio de la lotería de cada año, cuyo montando apenas garantiza un piso y un puñado de coches de gama media, lo que ha cambiado no es la ilusión del 22 de diciembre, sino el mapa de los precios y la forma en la que el país se encarece mucho más deprisa que su suerte.