El 'carnicero tatuador', en el banquillo por asesinar a una clienta de 18 años y mutilarla con un bisturí

En las redes sociales se hacía llamar 'el carnicero tatuador', y lo cierto es que los hechos de Leonardo han demostrado que el apelativo le venía como anillo al dedo. El 15 de octubre de 2019, recibió en su casa de Valdemoro (Madrid), a una clienta de 18 años a la que había realizado algún tatuaje. Tras matarla de una cuchillada en el abdomen la introdujo en la bañera, agarró un bisturí y le cortó las areolas de los senos. Además, le grabó una "Y" entre el ombligo y las clavículas.

Este martes, Leonardo saldrá de la cárcel donde lleva siete años para sentarse en el banquillo. Desde allí escuchará como la Fiscalía pide 25 años y cinco meses de cárcel para él.

El 'carnicero tatuador' es el único acusado de este caso, aunque en un primer momento el papel de su compañera sentimental fue confuso. Según relató la prensa colombiana, ella le ayudó en el ritual posterior al asesinato. Pero también fue la que fotografío la escena del crimen y al día siguiente llamó a la policía denunciando a su pareja.

La crónica negra sobre este hombre colombiano, asegura que en su casa, donde vivía con su pareja, atesoraba caretas de Hannibal Lecter, carteles que hacían alegoría al nazismo y armas cortopunzantes y de fuego.

La tortura de su víctima, antes y después de muerta

El relato de la Fiscalía explica que la noche del 15 de octubre de 2019, Leonardo recibió en casa a una clienta, de 18 años, a la que conocía por haberle hecho tatuajes anteriormente y a la que además suministraba medicamentos sin receta.

Una vez en la casa, según los investigadores, la joven consumió varias cervezas y tomó pastillas de un medicamento llamado Rivotril. Eso ocurrió en el dormitorio principal, situado en la primera planta.

Entre las dos y las tres de la mañana, con ella en estado de somnolencia "por el consumo de las sustancias”, el asesino se colocó detrás de la joven e intentó ahogarla colocando el brazo alrededor del cuello de la chica.

Como no consiguió su objetivo, lo intentó entonces con un cable, pero tampoco “a causa de su incapacidad para apretar suficientemente el cuello de la víctima”.

Así que buscó otra forma de matarla que sí funcionó: le clavó en el abdomen un cuchillo mientras mientras seguía ahogándola con el cable agarrado con una mano. La joven murió en el acto a manos de su presunto asesino.

No contento, y haciendo honor a su apodo, el carnicero trasladó el cuerpo al aseo, la introdujo en la bañera “y allí, usando un bisturí, cortó las areolas de los senos de la víctima y realizó una incisión desde el ombligo en forma de “Y” hacia cada de una de las dos clavículas, emulando una lámina de su propiedad donde figura una mujer con los mismos tatuajes que presentaba”.

Terminado el cuerpo, el acusado recortó la cara de la joven y los dos tatuajes que él mismo había realizado meses antes. Eran una daga y una rosa que él colocó en salmuera tras el crimen para "conservarlos como trofeos".

El Ministerio Público le imputa los delitos de asesinato y profanación de cadáver, sobre los que decidirá un jurado popular.

Dos asesinatos con mutilación en dos días en Madrid

Se da la circunstancia de que es el segundo juicio por asesinato con mutilación que esta semana se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid. El lunes comenzó el juicio a otro presunto asesino que mató a su padre porque no le había pasado una llamada de su madre.

En ese caso, tras matar al progenitor, el acusado le amputó las manos y una oreja ayudado de tijeras de podar, un hacha y un cuchillo.

Eso sí, para el parricida, la Fiscalía pedía una pena mucho menor, de nueve años y medio, porque está diagnosticado de un trastorno psicótico a causa de su drogodependencia.