Que las mascotas se "enfaden" a la vuelta de vacaciones tiene una explicación: "No hay que forzar el contacto físico"
Hablamos con el adiestrador canino Juan Carlos Castilla sobre cómo gestionar los "enfados" de los perros a la vuelta de un viaje
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Durante los periodos de vacaciones, muchos dueños de mascotas optan por dejar a sus perros o gatos en un albergue u hotel canino de su total confianza. Ésta es una opción muy útil para aquellos propietarios que, por las circunstancias que sean, no puedan viajar con sus animales, pero es cierto que, tal y como apunta Juan Carlos Castilla, director y fundador de Noblecan, algunos perros (y gatos) pueden volver algo "enfadados" o con un comportamiento más esquivo o ansioso de lo habitual. ¿Están realmente molestos con sus dueños por haberse separado? El adiestrador canino nos da la explicación:
"Cuando dejamos a nuestros perros en una residencia canina o albergue —aunque sea un lugar de confianza, bien cuidado y con personal profesional— estamos exponiéndolos a una experiencia emocionalmente intensa. Es normal que, al regresar a casa, su comportamiento cambie temporalmente. Pueden mostrarse apáticos, distantes, más apegados, más vocales o incluso parecer “enfadados”. Pero ojo, no están realmente “enfadados” con nosotros, al menos no en el sentido humano de la palabra. Lo que suele ocurrir es que su sistema emocional ha pasado por un pico de estrés o ansiedad, y el regreso al hogar desencadena una especie de reajuste", explica Castilla en una entrevista exclusiva con Informativos Telecinco web.
"Vuelven a casa con un pico de estrés o ansiedad"
Según su experta opinión, debemos tener en cuenta que los perros son animales de vínculos y rutinas. "No solo nos quieren por afecto, también se sienten seguros porque conocen sus espacios, horarios y figuras de apego". Por eso, cuando esa base de emocional desaparece de repente (cuando les dejamos un tiempo en una residencia), necesitan rehacer su "mapa" de seguridad". Aunque en el albergue reciba un cuidado excelente y sus instalaciones sean de lujo - como es el caso de la residencia dirigida por el sobrino de Amancio Ortega - , en estos centros hay muchos ruidos y olores que no conocen, personas y horarios diferentes, a lo que se suma la ausencia de sus figuras de referencia.
No esperes que el perro esté feliz, juguetón o agradecido, necesita seguridad, estabilidad y, sobre todo, tiempo.
Por ello, es importante ayudarles tanto en los días previos a la separación como en la llegada a la residencia: "Se les puede ayudar haciendo muchas cosas como visitar el albergue con el perro antes de que los dueños se vayan de viaje, llevarle allí su propia cama y algunos de sus juguetes favoritos, dejar una prenda del propietario en su chenil e, incluso, explicarle verbalmente lo que va a pasar. Aunque no entiendan tus palabras, sí captan tu tono emocional", apunta el especialista en conducta canina.
Si, en contra de la "expectativa humana" y a pesar de haber tomado todas estas precauciones, el perro se muestra distinto en su regreso al hogar, la clave está en "respetar su espacio y transmitirles seguridad". Este equilibrio, según las bases de Noblecan, se consigue por las siguientes vías:
- No forzar el contacto físico: deja que sea el perro quien lo pida. Si viene a ti, ofrécele calma, caricias suaves y háblale en un tono bajo de voz. Los mimos son adecuados siempre que sean demandados de forma evidente por el animal.
- No hagas una fiesta de bienvenida excesiva, especialmente con perros ansiosos. Ellos necesitan normalidad, no picos de emoción.
- Recupera rutinas lo antes posible: mismos paseos, mismos horarios de comida, juego y descanso. Esto les ayuda a sentir que “todo sigue en su sitio”.
- Evita regañinas: si ha hecho algo fuera de lo habitual (por ejemplo, no come, marca o está más demandante de atención), entiende que necesita un periodo de adaptación y no responde a un “mal comportamiento”.
- Evita la sobreprotección: el perro necesita unos días de adaptación, préstale atención pero no en exceso, ni tampoco tiendas a una sobreprotección.
Si tras 3 o 4 días, el perro sigue con comportamientos desajustados (no duerme, no come, se aísla o llora constantemente), se debe contactar rápidamente con un educador canino profesional. El animal puede necesitar una ayuda específica para regular su sistema emocional.