Emilio Díez, de guionista de ‘Los Serrano’ a autor de Soma: “Ahora hay más autocensura que en los 90”

Guionista de éxitos como Los Serrano, Periodistas o La casa de papel, debuta en la novela con SOMA, un thriller psicológico
Le encantaba escribir para Álex Angulo y reconoce que algún actor ha puesto pegas a sus guiones por culpa del ego
Los actores de 'Los Serrano' se reencuentran entre abrazos, 20 años después de su estreno
Emilio Díez es un experto en atrapar personas. Desde hace sólo unas cuantas semanas lo hace con SOMA, un thriller psicológico que supone su ‘ópera prima’ como novelista. Antes lo hacía desde la trastienda de series que han tenido en vilo a millones de personas en España y en el mundo entero. Desde ‘Periodistas’ hasta ‘La casa de papel’, pasando por ‘Los Serrano’. Más de dos décadas creando personajes que se sentaban a cenar con nosotros en casa cada noche.
¿Quién no recuerda a Blas Castellote (Álex Angulo, en Periodistas) o a Diego Serrano (Antonio Resines, en Los Serrano) o, más recientemente, a Tokio (Úrsula Corberó, en La casa de papel)? Son personajes que han marcado épocas en la televisión y de cuyas andanzas puede responder, en parte, Emilio Díez, que ahora ha dado vida a Arregui en SOMA, un personaje al que pasados los 50 no le queda más remedio que reinventarse en el mundo del periodismo, y del que ya se ha ‘enamorado’.
"Me gusta mucho el personaje de Arregui. No tiene que ver conmigo, pero compartimos más o menos la edad (rondan los 50) y ese punto escéptico, gruñón, pero con curiosidad por entender el mundo. De las series, me gustaba mucho Blas Castellote, el personaje que hacía Álex Angulo. Nos caía muy bien a los guionistas, nos gustaba escribir para él", explica Díez, que rememora algunas de sus creaciones identificándolas con sus grandes ‘hits’.
"En ‘Los Serrano’, algunas frases pasaron a la cultura popular y todo el mundo las decía por la calle. Recuerdo, por ejemplo, lo de Sodoma y Gomera... Algunas de ellas las escribimos nosotros. Alguna me la puedo atribuir, al menos en copaternidad".
El ego de los actores
Esos personajes, obviamente, tenían una persona detrás y no siempre era fácil lidiar con ellos, los actores. "Hay actores ‘estupendísimos’, y otros que a veces, por ego, exigen cambios cuando son protagonistas, pero el ego sano forma parte del proceso creativo, no sólo en actores, sino también en directores y guionistas. Además, ellos prestan su imagen y dicen los diálogos, así que es comprensible que a veces puedan estar preocupados o tener dudas de cómo puede recibirse una trama o un diálogo. Algunas veces los actores tienen razón al proponer retoques. En ‘Los Serrano’, por ejemplo, tuvimos una trama donde los protagonistas creían haberse pinchado con una jeringuilla con SIDA. Resines nos pidió cambiarlo porque él era embajador de una campaña de concienciación sobre el VIH. Cambiamos la enfermedad al ébola porque tenía toda la razón”, explica.

Sea para la pequeña pantalla o para leer negro sobre blanco, tanta importancia pueden tener los personajes como las tramas que surgen de teclado de Emilio. Pero, ¿llega antes el huevo o la gallina? "Cuando tienes cierta experiencia, a veces es más fácil pensar en una trama sin saber quién es el protagonista, pero creo que eso es un error. Lleva a historias donde pasan muchas cosas, hay golpes de efecto, pero no está sustentado por un personaje que te interese. Yo creo que la clave es partir del personaje y luego que a ese personaje le pasen cosas interesantes", argumenta.
SOMA, sin duda, parte de los personajes hacia la trama y no al revés porque así lo decidió su autor, que tiene claro que escribiendo novela está ‘sólo ante el peligro’ y es el primer y el último responsable de cada línea, algo que no es tan acentuado cuando escribes series.
"En televisión siempre trabajas en equipo: hay responsables de guion, directores, productores, la cadena... Siempre hay una responsabilidad compartida. La novela es lo contrario: la responsabilidad es tuya, para bien o para mal. Nadie te dice qué tienes que hacer. Esa necesidad de contar algo propio fue clave para escribir esta historia", apunta un Emilio que no oculta que para escribir su novela ha bebido de la fuente de más de dos décadas de experiencia como guionista.
Ese aprendizaje de 20 años de televisión lo llevas dentro: no aburrir, dejar cada capítulo en alto, evitar descripciones innecesarias
"Ese aprendizaje de 20 años de televisión lo llevas dentro: no aburrir, dejar cada capítulo en alto, evitar descripciones innecesarias. Creo que eso se ha trasladado inconscientemente a la novela", añade.

El paso del tiempo, de hecho, le ha dado un punto de madurez imprescindible para este tipo de proyectos: “Siempre me había gustado escribir. Era mi vocación. Cuando entré en la escuela de cine y empecé a trabajar en televisión, esas ganas de contar historias se centraron en la ficción televisiva. Tenía siempre en la cabeza esa idea de escribir, pero nunca me lo había tomado en serio del todo. Ahora sí. Con la novela quise probarme a mí mismo y saber si soy capaz de llegar al público. Ojalá no sea la última. Es una reinvención profesional, sí, pero con una vocación que siempre ha estado ahí. Llevo 25 años escribiendo y esos 25 años de madurez son inevitables. Al principio estás lleno de ilusión, todo te parece bien, y luego llega un momento en el que quieres hacer cosas más personales".
Al principio estás lleno de ilusión, todo te parece bien, y luego llega un momento en el que quieres hacer cosas más personales
Esa madurez tiene sus pros y sus contras, igual que todos los cambios que han tenido lugar en la sociedad en las tres últimas décadas. Ya no se puede plantear escribir como en los 90. “La autocensura ha ido a más. Cuando hacíamos ‘Periodistas’ o ‘Los Serrano’, teníamos responsabilidad, pero más libertad. Ahora estamos muy preocupados por cómo se recibe el contenido. Hay una autocensura del creador, y también de quienes toman decisiones. Se mueven con pies de plomo para no provocar polémicas. A veces es conciencia, y otras, miedo. Eso es indiscutible", reflexiona.
Cuando hacíamos ‘Periodistas’ o ‘Los Serrano’, teníamos responsabilidad, pero más libertad. Ahora estamos muy preocupados por cómo se recibe el contenido
"Incluso al escribir la novela, había cosas que para mí estaban claras, pero me preguntaba si alguien las podría interpretar mal. Lo cuidas un poco más. No he cambiado mis valores, pero sí soy más tolerante con los defectos ajenos y reconozco los míos. Ya no soy tan idealista ni tan arrogante", añade.
Emilio Díez entiende y acepta este paradigma y lo enmarca, además, en un universo en el que lo económico no puede quedar al margen de lo creativo. Por ahí aparece el debate (y la crítica por momentos) sobre la duración de algunas series de las que él mismo ha formado parte. "A veces las series se estiran demasiado. He estado en series en las que sentías que la historia ya había terminado, pero te pedían una temporada más", reconoce.
"El mundo audiovisual tiene dos patas: la creativa y la económica. Todos queremos vivir de esto, la productora quiere ganar dinero, la plataforma quiere ganar dinero. Y ahí es donde a veces pierde la parte creativa”.
Como es obvio, no podíamos terminar la charla con Emilio Díez sin plantear al menos la posibilidad de unir sus dos etapas como creador. La televisión y la literatura unidas a través de SOMA. ¿Se le ha pasado por la cabeza? Por supuesto.
“Me imagino perfectamente SOMA en televisión o cine. Muchas personas que la han leído me lo han dicho. No pensé conscientemente en eso mientras escribía, pero creo que lo tengo incorporado: el ritmo, la estructura, no aburrir, dejar cada capítulo arriba. Todo eso viene de la televisión”, asegura.
Entonces, vayamos al detalle. ¿A quién le gustaría ver encarnando a sus protagonistas? No duda ni un segundo: "Para Aisha me encantaría Carolina Yuste. Me gustó muchísimo en 'La infiltrada', me parece que sería una Aisha estupenda. Para Arregui veo a alguien como José Coronado. Tiene esa edad, sigue siendo atractivo, te crees que tiene ideales y, al mismo tiempo, un punto desengañado. Me pegaría mucho para ese papel".