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Señales de alerta para saber si te has enganchado a los juegos del móvil: trucos para detectarlo y corregirlo

Reconocer los síntomas a tiempo puede evitar problemas mayores. Freepik
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MadridHoy en día, es muy fácil llevar un juego en el bolsillo, listo para abrir en cualquier momento: transporte público, momentos de espera, antes de dormir. Lo que parece un complemento de ocio se ha convertido para muchas personas en una fuente constante de distracción, y en algunos casos, de adicción.

En los últimos años, la investigación ha confirmado que los juegos móviles tienen una capacidad real para generar patrones de uso problemático, con efectos sobre la salud mental, las rutinas diarias e incluso las relaciones sociales. En este artículo compartiremos las señales de alerta que ayudarán a reconocer si se es adicto a los juegos del móvil, y cómo recuperar el control.

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¿Qué entendemos por “enganchado” a los juegos del móvil?

El término “adicción”, aunque es muy usado, no siempre se aplica clínicamente a los juegos móviles. Lo que se reconoce en contextos médicos y de salud es el trastorno por juego por Internet o usos problemáticos de los videojuegos. Este tipo de adicción implica una pérdida de control sobre las horas de juego, la persistencia pese a consecuencias negativas, y deterioro en obligaciones familiares, sociales o laborales.

La adicción al móvil se relaciona significativamente con la ansiedad social, la depresión y la sensación de soledad. Además, revisiones recientes de varios estudios señalan que jugadores habituales con uso exagerado presentan síntomas parecidos a los de otras adicciones de comportamiento, incluida tolerancia y síntomas de abstinencia emocional o irritabilidad al dejar de jugar.

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Señales de alerta: cómo detectar si el juego del móvil se ha ido de las manos

Estas son algunas de las señales más frecuentes, que se han detectado mediante estudios y se encuentran en guías de salud, que indican que el uso de juegos móviles podría estar siendo problemático:

  • Dificultad para controlar el tiempo de juego: se intenta parar, limitar las horas, pero siempre se juega más de lo que se tenía planeado.
  • Priorizar el juego sobre otras actividades: se comienzan a cancelar salidas, se retrasan obligaciones, se descuidan las tareas domésticas, estudios o trabajo por jugar.
  • Se siente molestia si hay que interrumpir el juego: si no hay batería o no se puede jugar, empiezan a aflorar la irritación, la ansiedad o el mal humor.
  • Necesidad de más tiempo de juego: lo que antes era suficiente con 20-30 minutos, ahora ya no lo es, y se necesita jugar más tiempo en momentos más prolongados.
  • Negligencia de higiene o salud: dormir menos, comer de manera desordenada, descuidar el descanso, pasar horas con tensión corporal.
  • Aislamiento social o conflictos interpersonales: se empieza a alejar del círculo cercano, se evitan encuentros por querer jugar, se miente sobre cuánto tiempo se juega.
  • Uso como escape emocional: se comienza a jugar para sentirse mejor o evitar estados emocionales negativos, como el estrés, la ansiedad o el aburrimiento, en lugar de hacer frente a los problemas.
  • Persistencia pese a consecuencias negativas: se sabe que afecta, pero no importa y se sigue jugando. El rendimiento laboral o académico baja, se empiezan a mostrar síntomas de malestar físico o emocional, pero no se puede parar.

Reconocer estas señales es fundamental para poder poner solución a esta adicción, pero también conocer las causas de su por qué ayudan a prevenir o a corregirlo. Algunos factores que favorecen que se desarrolle esta obsesión son: el diseño persuasivo de los juegos tienen mecanismos como recompensas, niveles, “booster packs”, notificaciones push constantes, y “logros” que estimulan volver a jugar. Estos elementos pueden reforzar un uso compulsivo del móvil.

Por otro lado, hay una evasión emocional, emociones como el estrés, la ansiedad, la soledad o el aburrimiento pasan a un segundo plano. Los juegos móviles pueden servir como escape fácil, lo que favorece su uso repetido y compulsivo. Además, el móvil está constantemente disponible, siempre está encima, lo que hace que sea muy sencillo jugar en cualquier momento. Cada pequeña espera puede convertirse en una partida, y cada notificación un disparador para querer jugar.

Cuando no hay horarios claros, ni reglas, ni supervisión, es muy sencillo caer en la adicción. Sobre todo, cuando tampoco hay conciencia del tiempo que se invierte en jugar. Esto puede dar lugar a que el comportamiento pueda convertirse en automático. Por último, si hay antecedentes de ansiedad, baja autoestima, dificultades sociales, rasgos impulsivos, tendencia a procrastinar, etc. Estas condiciones incrementan el riesgo de que el uso recreativo se pueda convertir en algo problemático.

¿Cuándo pedir ayuda?

No siempre es necesario acudir a un profesional, pero sí que hay ciertos umbrales que indican que hay que tomar medidas más formales. Si estas señales de alerta comienzan a repetirse de manera frecuente y causan un deterioro real en la vida diaria, si se siente ansiedad o malestar cuando no se puede jugar o se piensa constantemente en los juegos cuando no se está jugando.

También, en el caso de que se haya detectado una pequeña adiccion y se intente reducir el uso, pero haya sido imposible mantenerlo. Si se está gastando demasiado tiempo o, incluso dinero, en los juego y, además, se es consciente de ello. Y por último, si aparecen problemas físicos como dolor, alteraciones del sueño o fatiga, y emocionales como irritabilidad, tristeza o culpa. En estos casos, se recomienda acudir a un profesional que pueda ayudar a superar esta adicción.