Medio centenar de vuelos suspendidos por las altas temperaturas: ¿cuánto afecta el calor a tu avión?

Marcos Fernández 22/06/2017 17:18

En verano, lo que más afecta a la operación de un avión es el calor; lo hemos visto con los aviones de Estados Unidos. En ese caso, cuando se dan condiciones de calor extremo disminuye la densidad del aire, lo que provoca que haya menos partículas en suspensión y, por tanto, que el avión tenga menos sobre lo que mantenerse en el aire.

Además de la condición meteorológica antes de despegar, los pilotos tienen que mirar el tiempo que hará durante el vuelo. Para eso, reciben un dossier con la meteorología prevista durante el vuelo para que, en función de eso, planifiquen la mejor ruta. Además, durante el vuelo actualizan la información sobre meteorología a través de radiofrecuencia (VHF), de un sistema de mensajes ACARS y del propio radar meteorológico.

¿Con qué mecanismos se regula y mide la meteorología?

Antes de despegar, la ruta se fija en función de la información de los servicios meteorológicos y, una vez en vuelo, el radar, la propia observación, la información que llega al avión…son los mecanismos que ayudan a saber qué meteorología habrá durante el vuelo.

Este radar meteorológico se encuentra situado en el morro del avión.

La tormenta perfecta

La extrema inestabilidad meteorológica que se produce en el interior de las fuertes tormentas indudablemente supone un riesgo elevado para cualquier aeronave. Los pilotos conocen los peligros ligados a las tormentas y las evitan a toda costa, basándose en los reportes meteorológicos que reciben continuamente desde tierra, además de la información proporcionada por satélites y comunicados desde otros aviones. Sus propias observaciones del cielo también son primordiales a la hora de efectuar un desvío en la ruta aérea que esquive lo peor de una tormenta.

El mayor riesgo que representan las tormentas está dado por la fuerte convección de la atmósfera en su interior, que produce violentos pozos de aire causados por el diferencial de presión, lo que afecta a la sustentación de los aviones y que es capaz de provocar serios daños estructurales, debido a las violentas sacudidas a las que se ven sometidos.

Que no te parta un rayo

Los rayos suelen caer en los extremos de las alas, en la trompa o en la cola de los aviones y se desplazan a lo largo del fuselaje, compuesto generalmente de aluminio y otras aleaciones que son eficientes conductoras de la electricidad. El efecto se observa como un fuerte destello que dura apenas una fracción de segundo, mientras la mayor parte de la energía del rayo se disipa en el aire de manera inofensiva. Por su parte, los pasajeros y los delicados circuitos internos se encuentran completamente a salvo de los rayos, debido al efecto físico conocido como Jaula de Faraday.

Las continuas mejoras en el diseño y la construcción de los aviones, así como en los sistemas meteorológicos de detección temprana, han reducido al mínimo los riesgos de impacto de rayos.

Congelamiento

Uno de los mayores riesgos durante los vuelos en zonas de bajas temperaturas es la formación de capas de hielo sobre las alas de los aviones. El congelamiento es la principal causa de los accidentes aéreos (y también de las demoras en los despegues) debido a factores meteorológicos, especialmente entre las avionetas y otras aeronaves de tamaño mediano y pequeño. El congelamiento en vuelo aumenta el peso total del avión, afecta a su velocidad y al consumo de combustible, y altera la forma de las alas, elemento imprescindible para la sustentación.

Ruta 'B'

Sí, siempre se intenta evitar el viento en cara, las áreas de tormenta, las zonas de turbulencia, y sobre todo los ciclones tropicales en el Caribe y las zonas de erupción volcánica. Por ejemplo, a Miami se puede llegar por Nueva York o por encima de las Azores, en función de las condiciones meteorológicas.