Astenia, resfriados, gripes... ¿Cómo afecta el otoño a la salud?

La llegada del otoño anuncia el fin de las temperaturas de verano, los días progresivamente más cortos... y la temida vuelta a la rutina. Un coctel de ingredientes perfecto para provocar ciertos riesgos en materia de salud que, sin embargo, podemos mantener controlados si seguimos ciertas pautas. La fórmula infalible consiste en alimentarnos bien (con especial cuidado en nuestras defensas), hacer deporte, descansar bien y realizar un tránsito progresivo hacia la vida otoñal, manteniendo en la medida de lo posible las buenas costumbres adquiridas durante las vacaciones. ¿Cómo afecta el otoño a nuestra salud?

Astenia, resfriados, gripes... ¿Cómo afecta el otoño a la salud?

La llegada del otoño suele hacernos sentir más cansados y decaídos, una sensación que suele ser temporal y que tiene nombre: astenia otoñal. Estos síntomas tienen una explicación objetiva, más allá de los motivos autoimpuestos que definen nuestra rutina. Los cambios climatológicos que se producen con el cambio de estación son la causa principal de esa sensación de tristeza. Por ejemplo, la reducción de las horas de luz y el aumento de la oscuridad nos lleva a producir más melatonina, relacionada con la somnolencia y ese estado de letargo que se incrementa en los días oscuros. No ayuda que, al mismo tiempo, se reduzca la producción de serotonina, un neurotransmisor que conocemos coloquialmente como 'hormona de la felicidad'. 

El resultado es una especie de depresión temporal que puede sobrellevarse mucho mejor si aumentamos nuestra exposición al sol (por ejemplo, haciendo deporte al aire libre), si descansamos bien y si mantenemos una rutina de ejercicio constante, ya que ello nos ayudará a generar más serotonina, dopamina y endorfinas. La alimentación también es clave, especialmente si queremos evitar otras de las dolencias más frecuentes durante el otoño: las enfermedades respiratorias.

La mayor presencia de virus en el aire frío y factores como la escasa ventilación en oficinas, aulas, etc. tiene como resultado un aumento de los casos de gripe y resfriados. Además, una consecuencia clásica de los cambios bruscos de temperatura tan frecuentes en estas fechas es precisamente la aparición de este tipo de enfermedades. Esto tiene que ver con una mayor sequedad de las mucosas y una entrada más fácil para virus y bacterias en nuestro organismo. En concreto, las células ciliadas del aparato respiratorio se ven afectadas por los cambios bruscos de temperatura: si descienden, el movimiento de los cilios tiende a disminuir hasta detenerse, lo que produce la acumulación de moco y favorece las infecciones que desencadenan la aparición de enfermedades respiratorias.

Para evitarlo, nada mejor que una buena higiene (tanto personal como en casa y en los textiles que utilicemos), una buena ventilación y una buena salud. Recurre a alimentos que mejoren tus defensas: te ayudará a evitar la inmunosupresión asociada a la reducción de las horas de sol. 

Otras enfermedades que pueden afectarnos más durante el otoño son la dermatitis atópica y las enfermedades reumáticas. Con respecto a la primera, esta enfermedad de la piel con carácter crónico es bastante frecuente tanto en adultos como en niños, y sus síntomas (sequedad, picor intenso, lesiones...) suelen empeorar con la llegada del otoño. Los cambios de temperatura son el gran enemigo de una piel atópica, por lo que es importante prevenir y adelantarte: hidrátate bien (por dentro y por fuera) y mantén a mano tu tratamiento habitual (corticoides, inmunomoduladores...). Además, ten en cuenta que el estrés y la ansiedad son grandes detonantes de brotes de dermatitis atópica: evítalo cuidándote, diseñando una vuelta a la rutina paulatina y suave, y haciendo ejercicio de forma regular. 

En cuanto las enfermedades reumáticas, este tipo de enfermedad empeora con el mal tiempo, especialmente con la humedad y las lluvias. De hecho, el dolor articular se convierte para quienes lo padecen en todo un oráculo de la llegada de precipitaciones. Puedes tomar medidas para paliar el dolor en estos casos, pero ten en cuenta que el mal tiempo no agudiza la gravedad de la enfermedad: tan solo provoca que empeoren sus síntomas.