¿Cuáles son los peligros del frío para nuestra salud?

La llegada del invierno es sinónimo de temperaturas más bajas (o al menos así ha sido tradicionalmente, aunque cada vez en menor medida) y, con ellas, llegan determinados riesgos para nuestra salud que se asocian directamente con el descenso de los termómetros. Toca abrigarse, reforzar nuestras defensas y mantener nuestro salud bajo control con ejercicio regular y un buen descanso. También tomar nota de cuáles son las enfermedades más frecuentes durante el invierno y cómo evitarlas. ¿Cuáles son los peligros del frío para la salud?

¿Cuáles son los peligros del frío para la salud?

La temperatura corporal media del ser humano oscila entre los 36,3 y los 37,1ºC, aunque puede haber cierto 'baile' de cifras en función de cada persona. Cuando ese valor desciende, resulta más sencillo que contraigamos una enfermedad respiratoria y, en general, es habitual que notemos malestar generalizado mientras no entremos en calor. También es posible que nuestra piel se irrite (y que aparezca la famosa 'piel de gallina'), que tiritemos y que nuestro sistema nervioso y nuestro corazón entren en estado de alerta, con todas las consecuencias que ello puede conllevar.

Cuanto más se prolongue la sensación de frío, mucho peor. Mientras esto ocurra, todo nuestro organismo se pondrán al servicio de una tarea prioritaria: recuperar una temperatura que permita su correcto funcionamiento.

Por todos estos motivos, el invierno es más peligroso para las personas de avanzada edad: en general, las temperaturas extremas (también las del verano) no juegan a favor de este colectivo, y es muy importante mantener siempre una temperatura corporal adecuada, sea de la forma que sea.

Entre los riesgos para la salud asociados al frío encontramos un mayor riesgo de infarto, y ello se debe a que puede aumentar la presión arterial y elevarse los niveles de colesterol. También es posible que se formen coágulos con mayor facilidad. En concreto, el frío predispone a la formación de trombos en las arterias cerebrales y coronarias, así como al aumento de la presión arterial, pudiendo dar lugar a ictus y cardiopatía isquémica.

Además, ten en cuenta que nuestro sistema inmunológico suele resentirse con el frío. Este es uno de los motivos por los que las gripes y resfriados son más frecuentes durante el invierno, pero no el único. Los virus suelen sobrevivir mejor en un ambiente de bajas temperaturas que en un ambiente cálido, y soportan mejor un clima seco que un clima húmedo. Por tanto, durante el invierno se produce un ambiente perfecto para su supervivencia y proliferación en comparación con otros momentos climatológicos del año. Además, en los meses fríos pasamos más tiempo en espacios cerrados para protegernos de las temperaturas invernales.

Otro posible riesgo asociado a las bajas temperaturas tiene que ver con la salud mental: la falta de luz, las lluvias, el frío... hacen que nos encontremos más tristes y desanimados, y a ello se le suman las temporadas de trabajo, la ausencia de planes de disfrute al aire libre (que suelen reducirse en comparación con la primavera o el verano debido precisamente al frío)...

La buena noticia es que no todo son efectos negativos: el frío suele ser beneficioso para nuestra piel, así como facilitar el día a día para aquellas personas que sufren inflamaciones de cualquier tipo. No es casualidad que apliquemos frío en zonas de nuestro cuerpo que queremos relajar y 'deshinchar'. El frío también estimula nuestro sistema nervioso y favorece la quema de grasas, ayudando a mantenernos más longevos.