Psicóloga, sobre cómo escapar de los pensamientos en bucle: "En la mente habita un lobo blanco y uno negro"

La psicóloga Júlia Pascual nos explica las trampas de la mente más habituales y cómo salir de ellas
Los pensamientos trampa son aquellos que aparecen de manera involuntaria y generan rumiación, ansiedad y bloqueo mental
Cómo salir de un bucle de dudas que te impide tomar una decisión: "Sobrepensar es opcional"
Los humanos somos criaturas racionales, pero también profundamente emocionales. Y nuestra mente no siempre es objetiva ni lógica, sino que muchas veces son los sentimientos los que dominan la forma en la que pensamos y actuamos. Los pensamientos trampa son aquellos dominados por ideas distorsionadas o sesgadas que no nos ayudan a avanzar, sino que generan rumiación, ansiedad y bloqueo mental. Y lo peor es que cuanto más intentamos controlarnos más se fortalecen.
"Un pensamiento trampa es aquel que aparece de forma involuntaria y disruptiva, que te atrapa en un bucle sin salida, haciéndote creer que necesitas responderlo, analizarlo o encontrarle una solución, cuando en realidad su única función es hacerte dudar más y más", nos explica la psicóloga Júlia Pascual, autora de 'No te comas el coco', un manual en el que la autora ofrece soluciones prácticas para enfrentarse a las trampas de la mente desde una visión estratégica.
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Entre los distintos tipos de pensamiento trampa, la experta identifica los '¿Y si...?' ( ¿Y si me pasa algo malo? ¿Y si me equivoco?), los '¿Por qué...?' (¿Por qué me ocurre esto? ¿Por qué no puedo dejar de pensarlo?) y los '¿Para qué...?' ( ¿Para qué intentarlo si todo sigue igual? ¿Para qué esforzarme si nada cambia?). La clave para salir de estos bucles cotidianos que se ciernen sobre todos los aspectos de la vida, según Pascual, "no es intentar eliminarlos o buscar la respuesta perfecta, sino identificarlos, restarles importancia y desactivarlos con estrategias concretas".
El lobo blanco y el lobo negro
A la también psicoterapeuta le gusta recurrir a la metáfora de los dos lobos que habitan en nuestra mente. El lobo blanco, "que nos habla con pensamientos positivos, nos tranquiliza, nos dice que todo está bien", y el lobo negro, "que nos envía pensamientos negativos, nos alerta, nos dice que nos preocupemos, que reaccionemos con miedo o enfado".
La mayor parte de la gente no es consciente de que estos dos lobos cohabitan en su mente siempre, en todo momento, porque "la mente nunca deja de pensar. Incluso cuando dormimos, sigue activa". Aunque no nos demos cuenta de ello, el flujo de pensamiento es constante. El problema es que "cuando aparece un pensamiento, imagen o duda que nos incomoda de forma espontánea nos solemos asustar y entonces solemos aplicar ciertas soluciones que en vez de funcionar mantienen el problema", indica la experta, que identifica varias soluciones tramposas:
Intentar controlar la mente
Es muy fácil caer en el intento de controlar lo incontrolable, especialmente los pensamientos negativos. "Cuando nos damos cuenta de que el lobo negro nos está hablando, intentamos no pensar en lo que nos preocupa. Pero aquí surge la gran paradoja: cuanto más intentamos no pensar en algo, más lo pensamos. Cuanto más luchamos contra un pensamiento, más fuerza le damos", argumenta Pascual.
¿Cómo rompemos ese patrón? "La clave no está en resistirse, sino en hacer justo lo contrario: atreverse a pensar lo que se teme pensar", propone. A veces no hay nada más efectivo como verbalizar los pensamientos negativos, o ponerlos sobre un papel, para que empiecen a perder fuerza. Se trata de "acelerar el pensamiento que genera miedo, amplificarlo hasta el punto en que su impacto se debilite y finalmente aprender a dejarlo estar".
El pensamiento positivo excesivo
Hay personas que basan su estrategia vital en alimentar únicamente al lobo blanco, lo cual, paradójicamente, puede resultar igual de pernicioso que centrarse únicamente en el lobo negro. "Hay personas que cada mañana se imponen mantras y afirmaciones positivas con la intención de tener un buen día. En teoría, esto parece una buena estrategia, pero en realidad es una forma de intentar forzar la mente a sentir solo lo positivo, algo que va en contra de su propia naturaleza", sostiene Pascual.
Al intentar imponer artificialmente solo los pensamientos positivos, "el lobo negro se rebela y termina ganando la partida". La conclusión es que no podemos eliminar los pensamientos negativos, porque también forman parte de nosotros. "El equilibrio mental radica en aceptar que ambos existen y aprender a convivir con ellos", explica la psicóloga.
El vacío mental
Otra de las trampas de la mente es creer que recurriendo a técnicas como la meditación o el pensamiento positivo se puede alcanzar un estado de mente en blanco, un espacio libre de pensamientos. "Pero buscar el vacío mental solo genera más ruido interno", advierte la experta.
La parálisis por sobreanálisis
Otro problema de la sociedad en la que vivimos es que la tecnología nos facilita tanto las cosas que, paradójicamente, en vez de simplificar nuestras decisiones nos estamos obsesionando con ellas. Caemos en la trampa del exceso de control y nos embarcamos en un proceso interminable de análisis. "Llegamos al bloqueo y a sentirnos inmovilizados por culpa de analizar demasiado las cosas. Al final no tomamos decisiones, y la vida es un continuo tomar decisiones", alerta Pascual.
Identificación excesiva con nuestros pensamientos
"¡Cuidado!, que la mente nos engaña constantemente. No hay que tomársela demasiado en serio", advierte la psicóloga. No se trata de silenciarla a la fuerza, sino de aprender a relacionarnos con ella de otra manera, convertirla en nuestra aliada.
Al final, "no se trata de eliminar el lobo negro ni de aferrarse al lobo blanco, sino de encontrar un equilibrio dinámico entre ambos. La relación que tenemos con nuestra mente no es estática, sino que depende del contexto, de las situaciones que vivimos y de las personas con las que nos relacionamos", argumenta la autora.
"El verdadero bienestar no está en intentar dominar la mente a la fuerza, sino en desarrollar estrategias para que ambos lobos se conviertan en nuestra sombra, de modo que apenas notemos su presencia. Porque solo cuando dejamos de luchar contra nuestra propia naturaleza, encontramos el verdadero equilibrio", concluye.