Los padres de Dante piden ayuda para que su hijo de tres años tenga "orejas nuevas": "No puede oír"

Después de tener a Ciro, Alicia y Fede quisieron darle un hermanito. Tras un embarazo sin complicaciones específicas, llegó el momento que todos anhelaban: el día del parto del pequeño Dante, el cuarto mosquetero de la familia. Sin embargo, una sombra de preocupación tiñó la felicidad de sus padres cuando los médicos se dieron cuenta de que algo no había ido bien. El bebé había nacido con microtia bilateral grado 2 y 3 atresia en el oído izquierdo y derecho, respectivamente.

La microtia es "una deformidad congénita del oído externo en la que el oído no se desarrolla por completo durante el primer trimestre del embarazo", según la definición de la Stanford Childrend's Healt. Y la atresia es la obstrucción de un orificio o conducto normal del cuerpo de un animal, como puede ser la oreja. Ambas son limitaciones visibles de la audición, que impidieron que Dante pudiera percibir sonidos desde el mismo día de su nacimiento:

"Su orejita izquierda no se había formado y el canal auditivo estaba cerrado, mientras que la derecha tenía una malformación con un canal muy pequeño. En ese momento nuestro mundo se llenó de incertidumbre y miedo. La felicidad de tener a Dante con nosotros se entrelazó con una gran angustia de lo desconocido", recuerdan los padres de Dante en la página web de la asociación que han creado para ayudarle. Sin embargo, la familia normalizó la condición de su hijo y concentró todas sus energías en darle una buena calidad de vida, además de un amor sólido y estimulante.

Necesitan 250.000 euros para hacerle una operación

Por ello, gracias a la colaboración institucional de Castilla y León, pudieron pagar los más de 11.000 euros que costaba un dispositivo de audición que funciona por vibración ósea, llamado Baha 6 Max. Gracias a él, Dante pudo comenzar a escuchar por fin y a contactar plenamente con el mundo que le rodea, si bien su máxima delicadeza también ha limitado sus vivencias:

"No puede llevarlos puestos en todo momento, debemos quitárselos cuando duerme, no pueden mojarse, ni en contacto con la arena y es crucial evitar los golpes. Esto, inevitablemente, limita ciertas experiencias en su desarrollo como niño. Por ejemplo, ir a la playa se convierte en una verdadera odisea. Para disfrutar de un día de sol y arena tenemos que quitarle los dispositivos todo el tiempo, lo que altera su percepción del mundo. En esos momentos, la información que lo rodea se vuelve borrosa y Dante se siente desorientado e inseguro", explican sus progenitores.

Por ello, ha decidido dar un paso más en la lucha por el bienestar integral de su hijo y ayudarle para que no dependa de por vida de un dispositivo a la hora de realizar sus actividades cotidianas. Existe una intervención no invasiva que se realiza en EEUU y que cuesta 250.000 euros y por ello han solicitado la colaboración ciudadana a través de la donación altruista.

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