La avanzada cirugía que da con la tecla del párkinson: "Llevaba años sin tener una vida casi normal"
La cirugía de estimulación cerebral profunda permite recuperar calidad de vida en fases avanzadas del párkinson
Olga Mateo, neurocirujana del Gregorio Marañón, explica cómo los nuevos dispositivos permiten adaptar en tiempo real la estimulación según el estado del paciente
José María, presidente de la Asociación Parkinson Madrid, experimentó una notable mejoría de los síntomas tras ser operado en 2018
MadridOlga Mateo, neurocirujana del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, lleva 28 años visualizando los avances y mejoras en la cirugía de la enfermedad de Parkinson. Un tratamiento destinado a aquellos pacientes en un estado avanzado de la enfermedad con fluctuaciones motoras -alternancia entre periodos con buena movilidad (on) con respuesta adecuada a la medicación y periodos con reaparición de síntomas parkinsonianos (off) con respuesta subóptima a la medicación- o cuyo temblor no responde a los fármacos.
Este tratamiento de segunda línea, no cura ni detiene esta enfermedad crónica y progresiva, pero sí puede conseguir revertir los síntomas, bajar la medicación y que "el paciente tenga una vida casi normal después de años sin ella". Un ejemplo es José María Sáez, paciente y presidente de la Asociación Parkinson Madrid. "Empecé a tener molestias en el brazo derecho al usar el ratón en el trabajo y el codo me dolía. Creía que podría ser alguna pequeña lesión de jugar al pádel, pero las molestias no desaparecían y seis meses después, un agosto de 2014, me diagnosticaron párkinson a los 40 años", cuenta durante una entrevista con la web de Informativos Telecinco.
La enfermedad de Parkinson se caracteriza por la reducción gradual de la capacidad del cerebro para producir dopamina, un neurotransmisor que controla, entre otros aspectos, el movimiento y el equilibrio. "Síntomas como el temblor, la rigidez muscular, la lentitud en el movimiento y/o la inestabilidad postural son comunes en esta enfermedad; pero también otros no motores, como la pérdida del sentido del olfato, cambios en el estado de ánimo, depresión, alteraciones del sueño o incluso degeneración cognitiva, que generan una alta discapacidad a medida que avanza la enfermedad", explica el doctor Álvaro Sánchez Ferro, coordinador del grupo de estudio de trastornos del movimiento de la Sociedad Española de Neurología.
El diagnóstico fue una noticia fue muy dura para Sáez, "se me cayó el mundo a los pies", pero más lo fue la cuando cuatro años más tarde su neuróloga le indicó que era momento de probar con tratamientos de segunda línea ante la falta de respuesta a los tradicionales. "¿Cómo puedo estar ya así?", se preguntaba. "Aquellos que han tenido un diagnóstico de joven, en 4 o 5 años suelen estar en una situación de fluctuación motora o de temblor que no mejora -como fue el caso de Sáenz-, pero normalmente esto lleva 10 años o 15 años", comenta Mateo.
Sáenz, después de meditarlo con su familia y en sesiones psicológicas, decidió que la operación de estimulación cerebral profunda podría a ser lo mejor. "Estaba en un momento en el que no podía más y me encontraba de baja", recuerda. El 1 de octubre de 2018 se sometió a la intervención y aunque "tenía mucho miedo, todo salió bien". Los síntomas mejoraron, pudo reducir la medicación y, al año siguiente, se sintió tan bien que pidió reincorporarse al trabajo. "Llevaba mucho tiempo sin tener una vida casi normal", cuenta Sáez, quien no duda en recomendar la cirugía.
¿En qué consiste la cirugía?
La cirugía principal en el párkinson, aunque existen varias opciones, es la estimulación cerebral profunda en el núcleo subtalámico. "Tenemos varios núcleos en el cerebro, pero se ha descubierto que la estimulación de este es la que más beneficios tiene para el paciente", explica Olga Mateo.
Para poder transmitir señales eléctricas a esta parte específica del cerebro, se requiere implantar unos electrodos con mucha precisión. Para ello, la intervención comienza con la colocación de un casco, conocido como marco estereotáctico, que permite fijar con gran precisión las coordenadas del cerebro. Además, para asegurarse que identificar con exactitud el núcleo subtalámico -la diana del procedimiento-, los especialistas combinan esto con un escáner realizado justo antes de la operación y con una resonancia magnética. "Las nuevas técnicas de imagen nos han permitido dar un gran salto. Ahora podemos localizar el punto concreto, ya que dependiendo de la persona puede variar, y llegar hasta él con mayor seguridad, lo que se traduce en mejores resultados para el paciente", explica la neurocirujana.
Después, se realizan dos pequeñas perforaciones, una a cada lado del cráneo, por las que se introducen los electrodos y se vuelven a confirmar que están en el lugar adecuado. "Si todo está correcto, se fijan en su sitio y se introducen unas prolongaciones bajo la piel, que van desde la cabeza, pasan por el cuello y llegan hasta el pecho, donde se coloca el generador con una pila (una especie de marcapasos). Este es el que emitirá la estimulación eléctrica que modula la actividad cerebral anómala del párkinson".
Después, comienza una fase de ajuste personalizada. El neurólogo, en sucesivas consultas, prueba con cuál de los cuatro contactos creados y a qué intensidad se consiguen mejores resultados. Esta programación puede cambiar con el tiempo, sobre todo al principio, cuando el paciente ya está en casa y empieza a experimentar su vida cotidiana. Por eso, los ajustes suelen prolongarse durante varias sesiones hasta dar con la combinación óptima.
La estimulación adaptativa: el último gran avance
Sin embargo, una vez se fijaba una intensidad, esta se mantenía constante durante meses (hasta la siguiente consulta), sin adaptarse a las fluctuaciones propias del párkinson a lo largo del día, pero, esto ha cambiado recientemente. Desde hace apenas un mes, el Hospital Gregorio Marañón se ha convertido en el primer centro público de España en aplicar una cirugía adaptada a las fluctuaciones, según informa la Comunidad de Madrid en su página web.
Como explica Olga Mateo, "la principal novedad es que los nuevos electrodos, además de transmitir la estimulación del generador, ahora tienen la capacidad de leer las neuronas, saber cómo es la actividad en cada momento y ajustar la estimulación según las necesidades del paciente. Si la actividad parkinsoniana es baja, el generador apenas enviará estimulación, manteniendo al paciente estable. Por el contrario, si la actividad aumenta, el sistema intensificará la estimulación para igualmente, estabilizar al paciente". Esta adaptación, señala, "es un traje hecho a medida".
Aunque esta tecnología se ha comenzado a aplicar hace apenas un mes en el Hospital Gregorio Marañón y en otros centros de referencia del país, "los electrodos implantados en el último año ya contaban con la capacidad de activarse con esta función. Sin embargo, no fue hasta hace poco que tuvimos la aprobación para accionar este software", detalla la neurocirujana.
El generador más pequeño y pilas recargables
Por otro lado, el tamaño del generador y la pila también han experimentado avances significativos. Según Mateo, "hoy en día, las pilas son mucho más pequeñas que cuando se inició este tratamiento, hace más de 25 años. Ahora, además de ser más compactas, las pilas pueden ser recargables. Esto elimina la necesidad de intervenciones quirúrgicas para reemplazarlas cada 5 o 7 años, lo que antes suponía un riesgo de infección". En cuanto al proceso de recarga indica que "se realiza de forma sencilla una vez a la semana con un dispositivo que se coloca sobre la piel mientras el paciente está sentado, por ejemplo, viendo la tele. De esta forma, la pila puede durar entre 15 y 20 años, sin necesidad de nuevas intervenciones invasivas".
Gracias a todos estos avances tecnológicos, los especialistas han detectado en Sáez que uno de los electrodos no está correctamente conectado, lo que podría estar dificultando el control de los temblores en su lado izquierdo. "Seguramente te pondrán los nuevos, ya verás qué bien funciona", le anima la doctora Olga Mateo.
Jornada Día Mundial del Párkinson
La neurocirujana ha compartido estas últimas innovaciones quirúrgicas durante una jornada organizada por la Asociación Parkinson Madrid en el auditorio CaixaForum, con motivo del día mundial de esta enfermedad que se celebra cada 11 de abril. Durante el acto, ha proyectado en vídeo varios testimonios de pacientes ya operados, que mostraban cómo es su vida después de la intervención: más estable, con menos síntomas y mayor autonomía.
Uno de esos testimonios fue el de Juan Carlos, diagnosticado de párkinson hace más de 13 años, y el de su pareja y cuidadora, María Ángeles. "Gracias a la operación de estimulación cerebral profunda me ha cambiado la vida", asegura él. Su pareja, emocionada, explica cómo han recuperado rutinas y bienestar que creían perdidos: "Hemos pasado de estar mal a tener una calidad de vida mucho mejor. Anda, se ducha, ríe, le ha cambiado la expresión de la cara… muchas cosas que durante diez años no hacía". Ambos aprovecharon el vídeo para expresar su agradecimiento al equipo del Hospital Gregorio Marañón por, como ella misma dice, "conseguir que volvamos a sonreír".
La segunda enfermedad neurodegenerativa más común del mundo
El párkinson es ya la segunda enfermedad neurodegenerativa más común del mundo, solo por detrás del alzhéimer, y su impacto no deja de crecer. En España se calcula que hay unas 200.000 personas afectadas y que cada año se diagnostican unos 10.000 casos nuevos. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), es la enfermedad neurológica que más rápidamente ha aumentado en prevalencia, carga de discapacidad y mortalidad. A nivel mundial, las previsiones apuntan a que en 2050 el número de personas con párkinson se duplicará, alcanzando los 25 millones de afectados, debido principalmente al envejecimiento de la población.
España, pese a ser el 31º país más poblado, ya ocupa el noveno puesto mundial en número de casos y se prevé que en 2050 escale al octavo. "Además, seremos el país con mayor número de personas con párkinson por habitante", alerta el neurólogo Álvaro Sánchez Ferro. Por eso, los expertos coinciden en la necesidad urgente de reforzar la investigación, reorganizar los recursos sanitarios y fomentar hábitos de vida saludables que ayuden a prevenir el avance de la enfermedad.
A nivel clínico, los avances en estimulación cerebral profunda abren una puerta a la esperanza para quienes ya presentan síntomas complejos y fluctuaciones motoras. "Nos gustaría pensar que esta cirugía podría aplicarse de forma preventiva, pero no es útil en fases iniciales", apunta la doctora Olga Mateo. Sin embargo, cada vez se desarrollan tecnologías más precisas: electrodos direccionales, generadores inteligentes que ajustan la estimulación en tiempo real o sistemas que permiten controlar al paciente a distancia. Todo un abanico de posibilidades que está cambiando el presente del párkinson mientras "esperamos una cura o un tratamiento que frene su progresión", concluye José María Sáez.
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