Las cuatro pruebas que tienes que hacerte hoy para prevenir un infarto mañana

Los avances científicos están mejorando notablemente la prsevención
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¿Y si pudieras saber hoy si en 10, 15 o incluso 20 años podrías tener un infarto? ¿Y si, además, pudieras hacer algo para evitarlo? Esa es la promesa de REACT, un ambicioso proyecto que están llevando a cabo mano a mano el CNIC (Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares) y el Rigshospitalet danés y que podría cambiar cómo entendemos la prevención cardiovascular.

Cuando pensamos en un infarto, lo visualizamos como algo repentino. Pero la realidad es muy diferente y ahora lo sabemos: el infarto es el resultado final de un proceso silencioso y progresivo llamado aterosclerosis, una especie de “oxidación” interna que endurece y obstruye nuestras arterias con el paso de los años. Y lo más inquietante es que puede avanzar sin dar señales durante décadas. Por eso es tan importante prestarle atención cuanto antes, mejor.

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Así pues, ya no estamos completamente a ciegas frente a este proceso. El proyecto REACT (acrónimo de REcognizing Asymptomatic aTherosclerosis) está marcando un antes y un después en la forma de detectar esta amenaza silenciosa. Y lo más interesante es que muchas de sus pruebas podrían estar al alcance de todos en un futuro cercano. No en vano, en la actualidad continúan buscando voluntarios para su estudio.

REACT es una iniciativa pionera en Europa impulsada por la Fundación Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y liderada, entre otros, por el doctor Borja Ibáñez, cardiólogo e investigador del CNIC y del Hospital Fundación Jiménez Díaz. El objetivo es claro: identificar de forma temprana a personas aparentemente sanas que ya están desarrollando aterosclerosis —es decir, el proceso que lleva a la obstrucción de las arterias— incluso si no presentan síntomas.

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“Sabemos que la aterosclerosis es la causa de la mayoría de los infartos de miocardio y que comienza mucho antes de que dé síntomas. El problema es que, hasta ahora, no teníamos herramientas prácticas para detectarla con precisión en estadios iniciales”, explica Ibáñez.

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Para lograrlo, REACT se basa en un protocolo exhaustivo de pruebas no invasivas y de alta precisión que permiten hacer una radiografía completa del estado vascular de una persona.

La prueba clave

Entre todas las pruebas que forman parte del estudio REACT, hay una que sobresale: la ecografía tridimensional de arterias periféricas. Es, según Ibáñez, la piedra angular del proyecto.

Sabemos que la aterosclerosis es la causa de la mayoría de los infartos de miocardio y que comienza mucho antes de que dé síntomas

CNIC

“Es la prueba más importante para detectar si alguien tiene ya aterosclerosis silente, ya que sabemos que, cuando aparece en estos territorios (como las arterias del cuello o de las piernas), está en todas las arterias del cuerpo”, explica el investigador. “Lo mejor de todo es que se trata de una prueba no invasiva, sin radiación y muy sencilla de aplicar”.

Esta ecografía permite observar con enorme precisión el grosor de las paredes arteriales y detectar placas de ateroma en fases tempranas. Y aunque hoy en día se realiza con equipos relativamente grandes y personal especializado, el futuro parece prometedor.

“La idea es que en el futuro el equipo sea portátil y que, con inteligencia artificial, cualquier persona —aunque no sea un experto— pueda simplemente encenderlo, ponerlo en el cuello, y el equipo le diga dónde está la arteria, por dónde moverse y cuantificar si hay aterosclerosis también de forma automática”, anticipa Ibáñez. Una especie de ecógrafo “de bolsillo” con cerebro propio.

Pero la ecografía no viene sola. El protocolo REACT contempla un total de cuatro pruebas complementarias que, juntas, conforman un mapa muy completo del estado cardiovascular del paciente.

Analítica completa

Lo primero, una analítica de sangre y orina completa. Esta es la más conocida y habitual. Sirve para controlar parámetros básicos como colesterol, glucosa, triglicéridos o marcadores inflamatorios. Aunque es rutinaria, sigue siendo fundamental. Además, en REACT monitorizan muchos más marcadores que en una analítica convencional.

También se lleva a cabo un estudio genético y se analiza si la persona tiene variantes genéticas que puedan aumentar su predisposición a desarrollar aterosclerosis. “Seguramente no va a dar resultados concluyentes en todos los casos, pero aporta información relevante sobre el riesgo hereditario”, comenta Ibáñez.

Otra de las pruebas es una tomografía computarizada (TAC) que permite visualizar directamente las arterias coronarias —las que riegan el corazón— y comprobar si ya existe acumulación de placas. Este test se puede hacer con o sin contraste. “Sirve principalmente para ver en qué momento aparece la aterosclerosis y si va progresando”, explica el cardiólogo. Una información clave para entender cómo avanza esta enfermedad en los diferentes territorios del cuerpo.

El TAC sirve principalmente para ver en qué momento aparece la aterosclerosis y si va progresando

CNIC

Y para terminar, los responsables de REACT realizan un estudio del fondo de ojo porque la relación entre la retina y el corazón es mucho más importante de lo que podría parecer. “Hay mucha evidencia, que sobre todo hemos generado nosotros, de que la microvasculatura de cualquier órgano se asocia con muchos problemas vasculares en el futuro”, cuenta Ibáñez. “La única forma de ver la microvasculatura de forma no invasiva es a través del estudio del fondo de ojo”. Observar los capilares de la retina permite deducir cómo están las pequeñas arterias del corazón, el cerebro o el riñón.

La ambición de REACT, así las cosas, no pasa únicamente por detectar la aterosclerosis, sino hacerlo con el tiempo suficiente como para intervenir. Cambiar el estilo de vida, ajustar medicación preventiva o hacer un seguimiento más estrecho pueden ser decisiones salvadoras… pero solo si se toman a tiempo.

“El enfoque del proyecto es preventivo, no terapéutico. La idea es actuar cuando todavía no hay síntomas y el daño es reversible o al menos controlable”, explica Ibáñez. “No se trata de asustar, sino de dar herramientas reales a las personas para que tomen el control de su salud cardiovascular.”

La gran revolución de REACT no es solo técnica, sino conceptual. Hasta ahora, se hacía prevención basada en factores de riesgo: colesterol alto, edad, diabetes… Pero REACT apuesta por mirar directamente al cuerpo y comprobar si el daño ya ha comenzado.

“El mensaje es que no hay que esperar a tener un infarto para empezar a cuidarse. Hoy tenemos herramientas para adelantarnos incluso décadas”, resume Borja Ibáñez. “Y si las usamos bien, podemos evitar muchísimos casos de enfermedad cardiovascular”.

Así que, si estás en esa franja de edad en la que aún te sientes bien pero sabes que ya no tienes 30, quizá ha llegado el momento de hacerte una revisión más completa. No para vivir con miedo, sino para vivir mejor y más tranquilo.