Los desafíos que quedan tras sobrevivir al cáncer: "Empiezan a asomar nuevas preocupaciones"
Tras la remisión del cáncer, comienza una nueva etapa menos visible: la de reconstruir cuerpo, mente y relaciones en medio de secuelas, incertidumbre y presión social por "estar bien"
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El cáncer es una enfermedad que, por su visibilidad y por el gran número de personas a las que afecta, todo el mundo conoce. Un familiar, un amigo, un vecino, un compañero de trabajo… ¿quién no ha estado cerca de alguien que lo ha vivido? Solo en España, se estima que en 2025 se diagnosticarán cerca de 300.000 nuevos casos. Y aunque cada vez son más las personas que logran superarlo, la supervivencia media a los cinco años del diagnóstico es del 55 % en hombres y del 61 % en mujeres.
Cuando se alcanza la remisión -el momento en el que los signos y síntomas del cáncer desaparecen o se reducen-, la mayoría cree que todo ha acabado. Pero lo cierto es que no, para muchos pacientes, empieza entonces otra etapa. Una etapa distinta, menos visible, pero también llena de desafíos.
"La realidad es que la mayoría de los pacientes tienen que enfrentarse a secuelas físicas y emocionales que puede haber dejado la enfermedad y a efectos secundarios de los tratamientos que, en algunos casos, son pasajeros, pero en otros pueden cronificarse", explica María Isabel González García, psicooncóloga del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) durante una entrevista con la web de Informativos Telecinco.
A esto se suma, además, la dificultad que muchos encuentran para reincorporarse al trabajo: "A veces es necesario readaptar el puesto, pero no siempre es fácil, porque muchas empresas no están preparadas ni tienen la sensibilidad necesaria".
Secuelas tras sobrevivir a un cáncer
Generalmente las secuelas físicas pueden deberse a cirugías, que dejan dolores persistentes, incluso crónicos, o a tratamientos como la quimioterapia, que puede provocar desde la caída del pelo -una experiencia que, aunque temporal, se vive con gran intensidad- hasta alteraciones cognitivas como la neblina mental, afectaciones en la piel o dolor neuropático. "Ese dolor puede traducirse en entumecimiento, hormigueo o debilidad en manos y pies", detalla González. También hay quienes experimentan dificultades en su vida sexual o molestias que antes no existían.
En cuanto a las secuelas emocionales, cuando el tratamiento termina y se afirma que no hay rastro de la enfermedad, en muchos pacientes aparece una mezcla de emociones. "Están felices porque la enfermedad está remitiendo, pero a la vez deben enfrentarse a todo lo que viene ahora. Durante el tratamiento están muy centrados en salir adelante, pero cuando termina, es cuando son conscientes de que su vida ha cambiado -en una mayor o menor medida- y generalmente empiezan a asomar nuevas preocupaciones que antes no se habían planteado".
El papel el entorno
El miedo a una recaída, la sensación de vulnerabilidad cuando se espacian las revisiones o la preocupación sobre si podrán recuperar su vida anterior son habituales. A esto se suma, en ocasiones, la presión del entorno. "No entiende que se estés tristes y frases como 'tendrías que estar bien' o 'lo peor ya ha pasado' son muy comunes, pero no suelen ayudar", subraya. "La familia y los amigos también tienen que entender que esta etapa necesita acompañamiento, empatía y tiempo".
Muchos pacientes sienten que ya no tienen permiso para sentirse mal, porque "todo ha salido bien". Pero no siempre es así. Emociones como el bajo estado de ánimo, la tristeza, la ansiedad, el miedo o incluso la ira también pueden aparecer. "No siempre ocurre, pero sí en muchos casos. Por eso es fundamental normalizar estas emociones y ayudar al paciente a validarlas y gestionarlas. Necesitan tiempo y herramientas para reestructurar su vida", señala González. "Muchos llegan a consulta sorprendidos porque no logran sentir la alegría que esperaban en este momento. Y es completamente comprensible".
Algunas personas encuentran en este proceso una etapa de crecimiento personal y refuerzan vínculos, mientras que otras, en cambio, pierden relaciones. "Hay casos en los que el entorno deja de preocuparse, pensando que todo vuelve a la normalidad, cuando en realidad el paciente sigue necesitando apoyo"
Preparar, acompañar, informar
La psicooncóloga insiste en la importancia de anticipar al paciente que, tras el tratamiento, pueden surgir nuevos retos. "La información es clave para manejar la incertidumbre y recuperar el control. Aunque cada vez hay más pacientes informados, aún es una asignatura pendiente".
También es fundamental promover una vida saludable en esta nueva etapa: hacer ejercicio físico adaptado, cuidar la alimentación y, si es necesario, buscar apoyo psicológico. "No todo el mundo lo necesita, pero sí puede ser muy útil para identificar recursos y aprender a convivir con esta nueva realidad. El tiempo de recuperación depende de cada persona, de las secuelas que arrastre, de la red de apoyo que tenga y de sus recursos sociales y económicos". Desde GEPAC ofrecen servicios psicológicos, como el que realiza María Isabel González, a todos los pacientes y familiares que formen parte de las asociaciones integradas en el grupo.
Más allá de la remisión, lo que aún falta
Con motivo del Día Mundial del Superviviente de Cáncer, que se celebra el primer domingo de junio, González recuerda que, a pesar de los avances, aún quedan muchos aspectos por mejorar. Uno de los principales retos, insiste, es el estigma social. "Mucha gente no es consciente de las necesidades que tienen quienes han superado un cáncer. Y eso, en cierta forma, los aísla", denuncia. También reclama más atención y recursos por parte del sistema sanitario: "Al paciente puede que lo hayamos curado, pero sigue siendo paciente. Y en muchos casos, se sienten abandonados en esta etapa. Es imprescindible invertir también en el después".