Estudios

Un hallazgo clave en el cerebro podría transformar el tratamiento del dolor crónico

Hombre con dolor en la espalda. Pexels
  • Avances en neurociencia ofrecen nuevas pistas sobre por qué el dolor persiste en algunas personas y desaparece en otras

  • El estudio establece que el cuerpo responde de forma muy distinta al dolor agudo y al crónico a nivel celular

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El dolor crónico es una de las condiciones de salud más comunes y complejas a nivel mundial, afectando a más del 20 % de la población. Su impacto va mucho más allá del malestar físico, ya que también deteriora gravemente la salud mental y la vida social de quienes lo padecen.

A pesar de su elevada prevalencia, los mecanismos que perpetúan este tipo de dolor no se comprenden del todo. Sin embargo, recientes avances en neurociencia están ofreciendo nuevas pistas sobre por qué el dolor persiste en algunas personas y desaparece en otras. Estos descubrimientos podrían marcar un punto de inflexión en el desarrollo de tratamientos más eficaces y personalizados.

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El tronco encefálico, clave en el origen del dolor persistente

Un estudio pionero liderado por la Universidad Hebrea de Jerusalén y publicado en Science Advances ha identificado un posible origen del dolor crónico en una región profunda del tronco encefálico. Según los autores, cuando experimentamos dolor agudo, el cerebro activa un sistema que frena las señales dolorosas. Pero si el dolor se prolonga, ese “freno” natural deja de funcionar, permitiendo que las señales sigan enviándose al cerebro sin control.

El equipo, liderado por el profesor Alexander M. Binshtok y el doctorando Ben Title, encontró que el cuerpo responde de forma muy distinta al dolor agudo y al crónico a nivel celular, lo que podría explicar por qué algunas personas desarrollan dolor persistente incluso después de que desaparece la causa original.

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Una región pequeña, un impacto enorme

La investigación se centró en el asta dorsal medular, una zona del tronco encefálico que funciona como estación de retransmisión de las señales de dolor. Allí, las llamadas neuronas de proyección envían mensajes del cuerpo al cerebro.

Durante episodios de dolor inflamatorio agudo, estas neuronas disminuyen su actividad como medida de protección. Pero en el dolor crónico, no solo no frenan su actividad, sino que se vuelven hiperactivas, intensificando las señales de dolor de forma continua.

La corriente de potasio que actúa como un “calmante natural”

A través de herramientas de electrofisiología y modelado computacional, los investigadores identificaron un componente esencial: la corriente de potasio tipo A (IA). Esta corriente ayuda a mantener la estabilidad eléctrica de las neuronas y a evitar su sobreexcitación.

En el dolor agudo, la IA aumenta, reduciendo la actividad neuronal. Pero en el dolor crónico, esta corriente no se activa adecuadamente, permitiendo que las neuronas sigan enviando señales de dolor sin freno. Esta alteración podría ser uno de los mecanismos biológicos que hacen que el dolor se cronifique.

Un posible nuevo enfoque terapéutico

"Esta es la primera vez que hemos visto cómo las mismas neuronas se comportan de manera tan diferente en el dolor agudo y crónico", apunta el profesor Binshtok. "El hecho de que este mecanismo natural de 'calma' esté ausente en el dolor crónico sugiere un nuevo objetivo para la terapia. Si podemos restaurar o imitar ese sistema de frenado, podríamos prevenir la cronificación del dolor".

Este hallazgo no solo ayuda a entender mejor cómo se mantiene el dolor crónico, sino que también abre la puerta a tratamientos dirigidos a las causas celulares del problema. La posibilidad de desarrollar terapias más precisas y personalizadas podría representar un gran avance para millones de personas en todo el mundo que conviven con esta condición incapacitante.