ESPIRITUALIDAD

Así son los retiros de oscuridad: “La ansiedad llega tras seis horas, pero en la 22 el cortisol se reduce a cero”

Haq, en la cabaña en la que se realizan los retiros de oscuridad
Haq, en la cabaña que se realizan los retiros de oscuridad de 'El último velo'. Haq
  • La experiencia consiste en vivir al menos tres días (hay quien pasa hasta 25) en absoluta oscuridad en una cabaña de nueve metros cuadrados en la Sierra de Gredos

  • Acuden desde altos ejecutivos hasta deportistas de élite. La puerta de la cabaña siempre está abierta para salir pero el 95% de los participantes completa el tiempo pactado

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Pillamos a Haq en el coche, aparcado entre dos pueblos del norte de Cáceres. “Aquí hay buena cobertura”, avisa con tono amable mientras se prepara para charlar un rato sobre su pasión y lo que ahora mueve su vida: la oscuridad y todos sus secretos y beneficios para el ser humano. 

Entre Villanueva de la Vera y Valverde se ubica El Último Velo, un espacio diseñado únicamente para que dar rienda suelta a un retiro tan radical como ancestral: pasar varios días a oscuras (la recomendación es un mínimo de tres), en completo aislamiento sensorial, como camino para descomprimir la mente, calmar el cuerpo y, con suerte, tener una experiencia espiritual sin necesidad de sustancias externas.

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“La práctica de la oscuridad no es nueva. Es ancestral. Está en todas las culturas: Mesoamérica, Siberia, Europa… Siempre asociada a un rito de paso o de legitimación espiritual”, explica Haq. “Nosotros venimos del mundo de las plantas de visión, y encontramos que esta experiencia se le parece muchísimo. Pero aquí no tomas nada. Lo que sucede es 100% endógeno”, continúa.

Lo que sucede, según Haq, tiene una explicación que la neurociencia aún está empezando a desentrañar, pero que cada día gana más adeptos. Cuando se priva al cuerpo de estímulos visuales durante un tiempo prolongado, el cerebro entra en un proceso bioquímico que podría compararse al de ciertas sustancias psicoactivas. “En oscuridad total, el cuerpo comienza a segregar melatonina en grandes cantidades. A partir de ahí, se transforma en DMT, el principio activo de la ayahuasca”, asegura. “A partir del cuarto o quinto día, muchos candidatos comienzan a ver fractales, figuras, colores... Pero lo importante no es eso, es lo que a ese ser le está sucediendo por dentro tanto física como espiritualmente”.

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En oscuridad total, el cuerpo comienza a segregar melatonina en grandes cantidades

Un retiro de oscuridad es para todo el mundo, aunque no todos están preparados. La experiencia comienza con una entrevista previa, casi clínica. Se exploran patologías, medicaciones, expectativas… Después se diseña un retiro ‘ad hoc’, personalizado al máximo para su protagonista, y el día anterior al ingreso se comparte una cena con la que se crea un vínculo entre el que va a vivir la experiencia y su responsable fuera de la cabaña.

Haq, en la puerta de la cabaña de los retiros
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Obviamente, también hay una serie de pasos prácticos a seguir: “Les enseñamos dónde está todo, generamos un mapa mental. La habitación es pequeña, unos 9 metros cuadrados en los que hay una cama, un baño seco, una ducha y poco más. En dos o tres horas, están adaptados”, explica Haq.

Durante la estancia, el equipo, que está dedicado al 100% a la persona que está en la cabaña, hace tres visitas diarias, coincidiendo con las comidas, aunque realmente esto depende de los gustos de cada uno. Hay quien ha solicitado incluso no comer durante el retiro. 

Todo sucede a petición del candidato y siempre con la idea clara de que la puerta de la cabaña jamás se cierra. “Siempre está abierta y el que quiera salir lo puede hacer en cualquier momento”, puntualiza Haq. 

Del ayuno a las prácticas tántricas

Las visitas por parte del equipo a la cabaña no sólo están relacionadas con la comida (se puede escoger el tipo de dieta o los horarios), sino que aportan algo más: “En cada visita, proponemos ejercicios: meditaciones guiadas, autohipnosis, entrenamiento de capacidades extrasensoriales. Todo según lo que la persona necesite. Hay quien nos pide música chill, otros que quieren que les recitemos poesía y quien nos pide que no le hablemos, absoluto silencio”, comenta Haq.

¿Quién se encierra a oscuras voluntariamente? Cualquiera. O casi. “Hemos tenido ejecutivos de alto rendimiento, atletas, mujeres mayores, personas en pleno despertar espiritual... Incluso perfiles muy tecnológicos. Esos son los que peor lo pasan al principio: la ansiedad llega entre la hora 6 y 7, cuando no hay pantallas, ni tareas, ni emails. Un perfil muy claro son las personas con trabajos de mucho estrés, en grandes ciudades, workaholics”. 

Hemos tenido ejecutivos de alto rendimiento, atletas, mujeres mayores, personas en pleno despertar espiritual... Un perfil muy claro son las personas con trabajos de mucho estrés, los workaholics

La inmensa mayoría supera ese primer bajón con mayor o menor solvencia. Los gritos y los llantos son muy habituales porque la gente está saliendo de su zona de confort, pero lo cierto es que más del 95% de los participantes cumple el tiempo pactado (suelen ser cuatro días para los no iniciados). Algunos incluso lo prolongan. “Una señora de 78 años estuvo cinco días y otra tuvo que abandonar por problemas de movilidad, pero quería quedarse”. 

En la cabaña se puede entrar a ver qué pasa o con las cosas más que claras: “Hemos tenido quien nos avisa de que va a estar desnudo practicando tantra, o nos pide recitar poesía mística en directo. Lo extraño es el común denominador”, dice Haq.

El cuerpo lo agradece

Los efectos de la oscuridad no son sólo emocionales o espirituales. El cuerpo también agradece el descanso de estímulos. “A partir de la hora 22 de oscuridad, el cortisol, que es la hormona del estrés, se reduce a cero. Hay una sensación de relajación muy profunda. Además, mejora la renovación celular y la regulación de ritmos circadianos. Generalmente estamos desregulados, incluso teniendo buenos hábitos. En la oscuridad, el cerebro siente que no hay nada que hacer y comienza un realineamiento del ritmo circadiano a 24,2 horas, que es nuestro ritmo natural. Esto sucede entre las 48 y 72 horas de oscuridad. Incluso hay estudios que muestran beneficios para la visión de personas miopes”.

A pesar de que todavía no se realiza un seguimiento biométrico exhaustivo, Haq cree que el futuro de esta práctica será más científico que esotérico. “Hay data emergente. Estoy convencido de que en unos años será algo más mainstream”.

Haq, en el interior de la cabaña donde se realizan los retiros de oscuridad

El precio de un retiro es de 150 euros por día de oscuridad (valga el juego de palabras), con estancias que oscilan entre los 3 y 25 días, si bien los responsables de El último velo no ven inconveniente alguno en el trueque en caso de que la persona que quiera experimentar esta vivencia no se lo pueda permitir o prefiera pagarlo con su trabajo sobre el terreno. “Tenemos un modelo de intercambio: si alguien no puede pagar, puede venir a trabajar a la finca. Nos ayudan con la huerta, los animales… Siempre buscamos formas”, nos explica Haq. 

Este espíritu horizontal, casi comunitario, rompe con la idea de un retiro de lujo para gente rica con crisis existenciales. Aquí el compromiso es absoluto. “Es un servicio premium, sí, pero también es profundamente humano”, sentencia.

La salida, momento clave

Uno de los momentos más intensos no es la entrada en la oscuridad, sino la salida. Se hace siempre al amanecer, con un antifaz y poco a poco. El candidato es conducido a un mirador frente a la sierra de Gredos. “Allí les leemos un texto. La mayoría rompe a llorar. Es muy emocional. Luego necesitan tiempo para adaptarse a la luz. Van como borrachos y tardan un rato en recuperarse. Siempre proponemos que se queden un día más con nosotros y, una semana después, hacemos una llamada de seguimiento de sus vivencias”.

¿Y después qué? “La gente se va cambiada y con una especie de caja de herramientas. Aprenden a habitar el no-hacer. Lo que más pervierte al ser humano es no tener nada que hacer. Y en la oscuridad, uno se enfrenta a eso de forma brutal. De ahí salen recursos para vivir mejor el día a día”, argumenta Haq.

Lo que más pervierte al ser humano es no tener nada que hacer. Y en la oscuridad, uno se enfrenta a eso de forma brutal

Como toda práctica intensa, no es apta para cualquier perfil. Haq lo deja claro. “Personas con patologías psicóticas, estados neuróticos agudos o problemas cardíacos graves no pueden hacer este retiro. Aunque médicamente casi todo el mundo podría, intentamos reducir riesgos al máximo”. Por eso, cada caso se estudia con lupa. 

Una condición sine qua non es que el retiro es individual. Pese a que otras empresas tanto en España como en otros lugares permiten este tipo de experiencias en pareja e incluso en grupo, lo ideal para Haq es hacerlo en solitario. Sólo tú, y tú mismo.

Hay un elemento casi poético en todo esto. En una sociedad hiperconectada, sobresaturada, llena de luces, pantallas y notificaciones, proponer una desconexión tan radical suena a provocación pese a que sus raíces se hunden en lo más profundo de nuestra historia como especie. “Recomendaría la oscuridad a todo el mundo. Especialmente a quienes viven en grandes ciudades. Es volver al centro, al cuerpo, a la biología. Es recuperar tu yo”, apunta Haq.

Y aunque parezca contradictorio, muchos salen con más claridad mental de la que tenían al entrar. “Es como si de pronto vieras mejor, no sólo con los ojos, sino con algo más profundo. Algunos lo llaman alma, otros conciencia. Da igual. El caso es que ves”, finaliza.