Alzheimer

El alzhéimer podría empezar en las encías, según un estudio

Las personas con infección de encías pueden tener más riesgo de alzhéimer, demencia o ictus
Las personas con infección de encías pueden tener más riesgo de alzhéimer, demencia o ictus. Henadzi Pechan
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Durante décadas, el alzhéimer ha sido una de las enfermedades más desconcertantes y devastadoras del siglo XXI. Sin cura conocida y con causas que aún se debaten, cada hallazgo que arroja algo de luz sobre su origen es una pieza vital en un puzle que necesita una solución casi contrarreloj. Ahora, una corriente creciente de estudios científicos sugiere que la boca, y más, concretamente las encías y las bacterias que habitan en ellas, podría tener un papel insospechado en el desarrollo de esta dolencia neurodegenerativa. La hipótesis no es menor: el alzhéimer podría comenzar en la cavidad oral, mucho antes de que se manifiesten los olvidos y el deterioro cognitivo.

Un culpable con nombre y apellidos: Porphyromonas gingivalis

La sospecha tomó cuerpo con un estudio publicado en Science Advances en 2019, liderado por el neurólogo Stephen Dominy y el equipo de investigación de Cortexyme. Los científicos hallaron que los cerebros de pacientes fallecidos con alzhéimer contenían ADN de Porphyromonas gingivalis, una de las bacterias más agresivas implicadas en la periodontitis, así como gingipaínas, unas enzimas tóxicas que esta bacteria libera y que pueden dañar irreversiblemente las neuronas. 

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Pero el vínculo va más allá de esa simple presencia bacteriana. El mismo estudio también demostró que los niveles de gingipaínas estaban correlacionados con el grado de deterioro cognitivo, y que los modelos animales infectados con esta bacteria desarrollaban placas de beta-amiloide, uno de los signos patológicos más característicos del alzhéimer.

El siguiente paso a determinar en este pequeño puzle estaba claro. La pregunta a responder era ¿Cómo podría una bacteria alojada en la boca llegar al cerebro? El Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial (NIDCR) de EE. UU. ha documentado rutas plausibles. Una de ellas es el nervio trigémino, una vía directa entre la cavidad oral y el sistema nervioso central. En palabras del organismo: “Los patógenos orales pueden migrar al cerebro a través de las vías del nervio trigémino, donde pueden desencadenar neuroinflamación”.

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Una vez allí, estas bacterias, o los compuestos inflamatorios que estas generan, podrían activar a las células microgliales del cerebro, desatando un proceso neurodegenerativo. En esa línea trabaja también el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona (IIBB), dependiente del CSIC. Como estos afirman, “estamos comprobando si las citoquinas inflamatorias que genera la infección oral llegan al cerebro y activan células de la microglía que promueven la degeneración neuronal”.

Un enemigo silencioso: la periodontitis crónica

La inflamación crónica de las encías no solo destruye tejido bucal, sino que también podría ser un disparador sistémico. Un estudio de 2023 publicado en Frontiers in Aging Neuroscience evaluó a adultos mayores sin diagnóstico de demencia y encontró que aquellos con periodontitis crónica presentaban mayor carga de beta-amiloide cerebral y peor desempeño en pruebas de memoria. En palabras literales del artículo: “La periodontitis crónica se asocia con una mayor carga de beta amiloide y deterioro de la memoria en adultos mayores sin demencia”.

Las implicaciones de este descubrimiento son claras, e indican que la enfermedad bucal podría actuar como un catalizador precoz, silencioso y, también, subestimado en el desarrollo del alzhéimer, especialmente si no se detecta ni trata a tiempo.

Una enfermedad que afecta a casi un millón de personas en España

La magnitud del alzhéimer en España refuerza la urgencia de investigar todas las posibles vías de prevención. Según datos del IMSERSO y la Sociedad Española de Neurología, en 2024 se estima que cerca de 950 000 personas viven con esta enfermedad en nuestro país, y que cada año se diagnostican unos 40 000 nuevos casos, con una tendencia al alza por el envejecimiento poblacional.

Aunque la relación entre salud bucal y alzhéimer aún está en estudio y no implica una causalidad directa, los expertos coinciden en que una buena higiene dental podría ser un factor protector. Y no solo frente a la pérdida de dientes, sino también frente al deterioro cognitivo. Como mínimo, cuidar las encías podría significar cuidar también al cerebro.

La boca y el cerebro, antaño considerados compartimentos separados, parecen estar más conectados de lo que pensábamos. La presencia de bacterias como P. gingivalis en los cerebros de personas con alzhéimer, la migración de patógenos a través del nervio trigémino y la inflamación sistémica asociada a la periodontitis configuran un mapa plausible hacia la neurodegeneración. No se trata de alarmismo, sino de ampliar el foco: si la salud bucodental puede influir en la salud cerebral, cepillarse los dientes podría ser más importante de lo que jamás imaginamos.