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Detectar la hipertensión a los 7 años podría salvar vidas: puede prevenirte de morir de un infarto a los 50

Los investigadores hicieron un seguimiento a cerca de 38.000 niños a los que se les midió la presión arterial a los 7 años. Informativos Telecinco
  • Un análisis revela que la hipertensión a los 7 años eleva hasta un 50% el riesgo de morir de un infarto

  • Los expertos insisten en la necesidad de medir la presión arterial en los chequeos pediátricos desde los 3 años

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Una investigación preliminar de la Universidad Northwestern en Chicago (Estados Unidos), presentada en las Sesiones Científicas sobre Hipertensión 2025 de la Asociación Americana del Corazón, apunta a que los niños con tensión arterial elevada a los 7 años podrían tener más probabilidades de morir por enfermedad cardiovascular en la mediana edad. El trabajo se publica a la vez en JAMA, la revista de la Asociación Médica Americana.

"Nos sorprendió descubrir que la hipertensión arterial en la infancia se relacionaba con graves problemas de salud muchos años después. En concreto, tener hipertensión o presión arterial elevada en la infancia puede aumentar el riesgo de muerte entre un 40 y un 50 por ciento durante las siguientes cinco décadas de vida", señala la doctora Alexa Freedman, autora principal del estudio y profesora adjunta del departamento de medicina preventiva de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern.

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Un seguimiento de cinco décadas

"Nuestros resultados resaltan la importancia de la detección de la presión arterial en la infancia y de centrarse en estrategias para promover una salud cardiovascular óptima desde la infancia", añade la investigadora.

Estudios anteriores ya habían demostrado que la tensión infantil se relaciona con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular en adultos. En 2022, otra investigación reveló que la presión arterial elevada en niños de unos 12 años aumentaba el riesgo de fallecimiento cardiovascular en torno a los 46 años.

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El estudio actual es el primero que analiza de forma detallada el impacto de la presión arterial sistólica (la cifra superior) y diastólica (la inferior) en la niñez sobre la mortalidad cardiovascular a largo plazo en una cohorte diversa de menores.

El papel del IMC y otros factores

Los investigadores recurrieron al Índice Nacional de Muertes para hacer seguimiento a cerca de 38.000 niños a los que se les midió la presión arterial a los 7 años, dentro del Proyecto Perinatal Colaborativo (PPC), el mayor estudio de EE.UU. sobre la influencia del embarazo y los factores posnatales en la salud infantil.

El análisis tuvo en cuenta variables demográficas y el índice de masa corporal, para confirmar que los hallazgos estaban vinculados realmente a la presión arterial y no al sobrepeso u obesidad.

Tras décadas de observación, los resultados mostraron que los niños con lecturas en el 10% superior para su edad, sexo y estatura tenían un riesgo significativamente mayor de muerte prematura por problemas cardiovasculares. En total, en 2016 se habían registrado 2.837 muertes, 504 por causas cardiovasculares.

Riesgo incluso con elevaciones moderadas

Los investigadores también comprobaron que incluso niveles moderadamente altos de presión arterial infantil suponían un incremento del riesgo: un 13% más para la sistólica y un 18% para la diastólica.

El análisis de los 150 grupos de hermanos incluidos en el PPC reflejó patrones similares: los niños con tensión más elevada a los 7 años mostraron incrementos de entre un 15% y un 19% en el riesgo de fallecimiento cardiovascular, frente a sus hermanos con cifras más bajas.

Limitaciones y contexto

El estudio presenta limitaciones, entre ellas que solo se tomó una medición de la tensión a los 7 años, lo que podría no reflejar variaciones a largo plazo. Además, la muestra estaba compuesta mayoritariamente por niños blancos y negros, lo que restringe la extrapolación de los resultados a otros grupos étnicos.

Los autores también advierten que los estilos de vida actuales difieren de los de los participantes del PPC en las décadas de 1960 y 1970, lo que podría influir en cómo se interpretan los hallazgos hoy en día.