Los ataques de pánico: el estrés y la genética puede ser causantes hasta mientras dormimos

  • El carácter de una persona influye a la hora de sufrir ataques de pánico

  • Sucesos traumáticos, genética y ansiedad son otras causas

  • Un cambio radical en la vida también puede causar episodios de pánico

Cuando nos enfrentamos a situaciones estresantes (y, a veces, aunque objetivamente no ocurra nada grave) es posible experimentar un ataque de pánico. En ocasiones, el ataque esconde algo más, como tumores. Se trata de un episodio repentino de miedo intenso que genera en quien lo experimenta una serie de reacciones físicas muy intensas y reconocibles, así como una sensación de pérdida de control que, en algunas personas, les puede llevar a pensar que están sufriendo un ataque al corazón o que podrían morir. ¿Cómo suceden los ataques de pánico? ¿Cuáles son sus causas y síntomas?

El ataque de pánico de un piloto en pleno vuelo

Ataques de pánico: causas y síntomas

Experimentar un ataque de pánico alguna vez en la vida no tiene por qué considerarse problemático. Al fin y al cabo, se trata de una respuesta generada ante una situación estresante. Sin embargo, si este tipo de ataques resultan frecuentes o si aparecen sin causa aparente, o si vivimos con miedo a sufrir un nuevo ataque, entonces este tipo de respuesta estará entorpeciendo nuestra vida y afectando a nuestra forma de desarrollarnos.

El ataque de pánico en plena montaña rusa

El ataque de pánico tras ver una película de terror

Entra en pánico cuando le apuntan con un fusil en un simulacro

Tal y como aseguran desde Mayo Clinic, los ataques de pánico no ponen en riesgo nuestra vida, aunque no por ello resultan menos desagradables ni dejan de provocar esa desagradable sensación de miedo y pérdida de control. Normalmente comienzan de forma súbita y sin que lo advirtamos previamente, y pueden aparecer incluso mientras dormimos. En cuanto a su desarrollo, suelen alcanzar su punto álgido en pocos minutos. Después de sufrirlo, es habitual sentirse profundamente cansado.

Esto son los síntomas más frecuentes del ataque de pánico:

  • Taquicardia y palpitaciones
  • Sudor
  • Temblores o sacudidas
  • Falta de aliento u opresión en la garganta
  • Escalofríos
  • Sofocos
  • Náuseas
  • Calambres abdominales
  • Dolor en el pecho
  • Dolor de cabeza
  • Mareos, sensación de desvanecimiento o desmayos
  • Sensación de entumecimiento u hormigueo
  • Sentimientos de irrealidad o desconexión
  • Sensación de peligro o fatalidad inminente
  • Miedo a perder el control o a la muerte

Además, es muy frecuente sentir miedo frecuente a que el ataque se repita y la intensidad de este miedo puede provocar, de hecho, que se produzca nuevo ataque. Por eso es importante acudir a un especialista si notamos que se producen con frecuencia para poder tomar las medidas adecuadas para evitarlos.

En cuanto a las causas de los ataques de pánico, los expertos aseguran que se desconocen, aunque existen factores que se deben tener en cuenta: la genética, el estrés excesivo, un carácter más sensible o proclive a las sensaciones negativas, e incluso algunos cambios en la manera en que funcionan las partes del cerebro. Además, es importante saber que el primer ataque de este tipo puede aparecer de forma repentina. Normalmente con el tiempo se desencadenan por causas concretas o situaciones determinadas.

Afectan más a las mujeres

Otro hecho curioso es que los ataques de pánico suelen aparecer por primera vez en la adolescencia o a principios de la edad adulta. Además, afectan más a mujeres que a hombres. Determinados factores pueden alimentar esta tendencia, como la presencia de antecedentes familiares, una vida estresante, la vivencia de algunos suceso traumático en el pasado, atravesar un cambio importante (un divorcio, la llegada de un niño...) Los antecedentes de maltrato físico o abuso sexual en la niñez también pueden derivar en ataques de pánico.

No hay forma de prevenirlos

Desafortunadamente, no hay forma de prevenir lo ataques de pánico, aunque llevar un tratamiento puede ayudar, así como aprender ciertas pautas con nuestro psicólogo (repetición de frases tranquilizadoras, técnicas de respiración...). La actividad física también es recomendable en estos casos, así como reducir el estrés e introducir prácticas saludables. Además, es muy importante intentar no darle demasiada importancia a estos ataques para no alimentar el miedo: al contrario, puede ser útil compensarnos de algún modo tras sufrirlo, así como intentar tomarnos este tipo de situaciones con sentido del humor, tal y como aseguran desde el Colegio Oficial de Psicólogos (COP).