Teresa Baró, experta en comunicación: "En algunos aspectos las mujeres tenemos una comunicación que no es eficaz"

  • Entrevista con la consultora, experta en habilidades de comunicación personal y escritora Teresa Baró

  • En su último libro, 'Imparables' (Paidós, 2021) Baró explica por qué el hecho de conocer los patrones comunicativos de hombres y mujeres nos da cierta ventaja

  • Reflexionamos con la autora sobre la importancia de diferenciar entre los conceptos de ‘liderazgo de la mujer’ y ‘liderazgo femenino’

Cuenta Teresa Baró que a sus cursos de comunicación específicos para mujeres profesionales se apuntan sobre todo esas mujeres que de pronto se ven en una situación de bloqueo o límite: esas mujeres que, por ejemplo, se dan cuenta de que realmente no pueden seguir ascendiendo en el trabajo, de que les han puesto unas barreras o de que son ellas las que se las han puesto.

Es entonces y solo entonces cuando estas mujeres se hacen conscientes de que necesitan encontrar soluciones. Su propia experiencia les abre los ojos a una realidad a la que antes eran ciegas o que vivían bajo el espejismo de una igualdad que no es auténtica.

Imparables: comunicación para mujeres que pisan fuerte (Paidós, 2021) es el último libro de Teresa Baró, una experta en comunicación personal en el ámbito profesional que lleva años acompañando a mujeres profesionales para que sean más visibles, tengan más poder y consigan sus objetivos.

Pisar fuerte, visibilidad, poder…dicho así, puede parecer que las mujeres que quieren triunfar en el ámbito profesional deben aprender a comportarse como hombres. Pero lo que dice Baró en su libro es que pensar en el liderazgo en términos de masculino o femenino es como volver a caer en la trampa de los estereotipos.

Pregunta: ¿Es por eso que insistes tanto en la diferencia entre liderazgo femenino y liderazgo de la mujer?

Respuesta: A mí me gusta hablar de un liderazgo en general: constructivo, empático, cooperativo, eficaz, incluso productivo -porque estamos en el mundo de la empresa por lo tanto tiene que ser productivo y eficaz-. Da igual que lo ejerza un hombre o una mujer. Para mí, el liderazgo ideal es una especie de mezcla entre virtudes que tradicionalmente han tenido los hombres y virtudes que tradicionalmente hemos tenido más las mujeres. Es decir, que hoy en día, ¿qué necesitamos para liderar una organización? Necesitamos primero escuchar -y esto lo hemos hecho mucho las mujeres- necesitamos empatizar con la gente, comprender, ponernos en el lugar de otros…pero también necesitamos firmeza, necesitamos expresarnos claramente y sin tapujos, también necesitamos, a veces, enfadarnos y reaccionar y reclamar nuestros derechos y expresar nuestras opiniones que son distintas a las de los demás y defenderlas.

P: Por eso no te gusta usar el término liderazgo femenino…

R: Hablar de liderazgo femenino es como decir: bueno, pues ahora lo que vamos es potenciar (en el ámbito laboral) el estilo tradicional de comunicación de las mujeres para el liderazgo…bueno, pues quizás no. Quizás no deba ser así porque las mujeres en ese aspecto tenemos una comunicación que a veces es poco eficaz: no hablamos tan claramente como ellos, a veces le damos demasiadas vueltas a las cosas.Entonces aquí hay dos aspectos: el primero es que yo hablo de liderazgo en general y liderazgo de las mujeres que quieran ser líderes y segundo es que yo no estoy a favor de la masculinización de las mujeres tampoco. Yo hablo de mujeres seguras, fuertes, adultas, que no se expresan como niñas o como adolescentes, que no confunden el área privada con el área profesional, que no se expresan en el trabajo como cuando están con sus amigas o con sus hijos, ¿por qué? porque son situaciones diferentes.

Mi libro tendría que estar desfasado dentro de diez años como mucho…que la gente dijera: esto ya está superado…¡ojalá! (Teresa Baró)

P: O sea, para el liderazgo, lo ideal sería conseguir el equilibrio entre las virtudes comunicativas que tradicionalmente han estado asociadas a las mujeres y las que tradicionalmente han estado asociadas a los hombres…y que no tienen por qué ser malas.

R: Para mí, la principal dificultad de la mujer es que muchas veces se quedan en todas estas virtudes (tradicionales de la mujer), pero no ven las ventajas que tiene muchas veces esta comunicación más firme, más segura, más contundente y más visible que han ejercido tradicionalmente los hombres. Si queremos visibilidad y queremos ocupar puestos de poder, pues quizás, a veces, necesitaremos las mismas herramientas, por lo menos hasta que cambie la mentalidad general. Quizás dentro de cinco años volvemos a hablar del tema y diremos que ha cambiado tanto todo, que ya no hace falta hablar del tema y que cada uno puedo expresarse como es porque ya no hay prejuicios ni estos sesgos acerca de la comunicación.

P: Exacto…esa impresión me da. Que no hablas tanto de la situación que para ti sería la ideal (sin sesgos, ni prejuicios) sino de lo que podemos hacer ya, hoy mismo, ahora, en esta situación que nos ha tocado vivir a las mujeres. Es bajar de la dimensión idealista a una más práctica.

R: Hace muchos años me di cuenta de que las mujeres teníamos una dificultades añadidas. Los hombres también necesitan comunicarse mejor, claro que sí…pero las mujeres partimos de otra realidad. Partimos de una educación diferente, de unos patrones de comunicación también distintos, de unas inseguridades distintas: no son las mismas las inseguridades de los hombres que las de las mujeres, por ejemplo para hablar en público. Por lo tanto, también necesitamos soluciones específicas. Las técnicas de comunicación que yo explico en el libro, sirven para hombres y para mujeres, pero el hecho de que seas mujer te hace plantear las situaciones de una forma totalmente distinta. Algunas son clarísimas, como por ejemplo cómo reaccionar ante una situación de acoso sexual…esto lo sufrimos mayoritariamente las mujeres. Pero hay otras situaciones, por ejemplo, que te roben la palabra en una reunión, lo sufrimos más las mujeres que los hombres (…) El que hemos dicho algo y parece que no se nos ha oído y cinco minutos más tarde alguien dice lo mismo que hemos dicho nosotras y se aplaude... O sea, son situaciones que tenemos que solucionar y no podemos esperar que haya una ley…porque las leyes tienen otra misión. Tenemos que ser nosotras mismas las que cambiemos estos hábitos (…) Y si tienes la suerte de liderar un equipo, pues también tienes esta capacidad para impulsar otro estilo de comunicación, para valorar más a las mujeres, a las compañeras, para darles más voz, más visibilidad. Hay una gran responsabilidad ahora mismo sobre las mujeres profesionales, que es cambiar nuestro entorno y allanarlo para las que vienen después. Mi libro tendría que estar desfasado dentro de diez años como mucho…que la gente dijera: esto ya está superado…¡ojalá!

P: Ojalá, sí…Mientras tanto, en tu libro enseñas a las mujeres algunas herramientas de comunicación que no nos enseñaron en el colegio…

R: Es que no nos han enseñado a utilizar los distintos códigos que estamos utilizando constantemente. Especialmente lo no verbal, pero también lo verbal. Porque las mujeres no somos conscientes de que muchas expresiones de las que utilizamos, por ejemplo, cuando hablamos en una reunión tipo: “bueno… no sé… yo creo que… mi opinión…” utilizamos unos patrones, un tipo de frases que no utilizan los hombres, porque ellos son mucho más directos, mucho más claros. Y en cuanto al lenguaje no verbal, hemos aprendido a imitar a nuestras madres y otros modelos femeninos que son nuestro referente de género, pero ¡cuidado! Esto nos sirve para hablar con nuestras amigas, entre nosotras -porque comprendemos bien el código- nos sirve para nuestro rol de madres o de parejas, pero… ¿y cuando vamos a un sector profesional que es eminentemente masculino? Entonces, quizás este estilo de comunicación no nos sirve. Y no no sirve no porque no nos sea útil, sino porque es malinterpretado por los señores que hay ahí que tienen otro estilo. Entonces, tengo que ser consciente de cómo me comunico pasa saber si los demás me entienden bien o no. Entre mujeres, seguro que nos entendemos porque compartimos el mismo estilo, pero…¿los hombres que hay en esta empresa me entienden?, ¿están viendo que detrás de esas vacilaciones, esta prudencia y esta ternura hay una mujer superpotente?, ¿lo están entendiendo? Pues a lo mejor se lo tengo que hacer ver.

Tenemos que estar al día de todo: de la alimentación saludable, del yoga...de todo. Pero realmente ¿cuándo nos paramos a pensar qué es lo que queremos en nuestra vida? (Teresa Baró)

P: Otra de las claves de tu libro es que insistes en la idea de que todas esas herramientas se pueden aprender, que solo hace falta comprometerse con ellas, entrenar y practicar hasta que vayan saliendo. Necesitamos dedicarle tiempo…pero claro, esto -el tiempo- es precisamente algo que no nos sobra a las mujeres profesionales del siglo XXI.

R: Y nos ocurre porque no nos damos el permiso para tener este espacio dedicado a nosotras. Como estamos pendientes de tantas cosas: de la familia, de los padres, de los hijos, de la pareja, de las amigas..siempre estamos -porque esto nos lo han inculcado muy bien- al servicio de todo el mundo y además tenemos que cumplir mucho con el trabajo, tenemos que estar guapas también, tenemos que hacer deporte...tenemos que hacer tantas cosas, tenemos que estar al día de todo: de la alimentación saludable, del yoga...de todo. Pero realmente ¿cuándo nos paramos a pensar qué es lo que queremos en nuestra vida? o ¿qué elección queremos tomar? Y eso también es pararnos a conocernos mejor, a ver cuáles son mis limitaciones, cuáles son estas creencias limitantes que nos impiden en la empresa que trabajamos reivindicarnos. Por ejemplo, ir a recursos humanos y decir mira: yo me ofrezco candidata para este puesto cuando haya una vacante, o me gustaría liderar este proyecto, o me gustaría viajar, o lo que sea…a veces no lo hacemos porque ni siquiera tenemos tiempo de pensarlo, de planificar nuestro futuro profesional o nuestra vida. Por experiencia propia puedo decir que muchas veces me he dejado llevar por las circunstancias en lugar de llevar yo las riendas de mi propia vida. Y esto muchas veces es porque acabamos agobiadas con tantas responsabilidades.

P: Curioso que me hables de tu experiencia porque creo que ese es uno de los grandes valores de tu libro…que te diriges a las mujeres desde tus propias vivencias, desde las dificultades que te has encontrado en tu vida, desde tu vulnerabilidad. Y así es mucho más fácil conectar con quien te lee y que el mensaje llegue.

R: El mejor paso para mejorar es reconocer tus carencias, tus fallos, tus desastres…a veces digo: ¡madre mía no sé cómo me pude comportar de aquella manera en aquel momento! Pero hacemos lo mejor que podemos en cada situación, y yo ya tengo 59 años y he necesitado todos estos años para darme cuenta de muchas cosas: de mí misma, del entorno, de cosas de las que no era consciente, y por eso pienso que también hay muchas mujeres que tienen que abrir los ojos todavía. Hay algunas que ya los han abierto y hace años y que incluso han triunfado y han conseguido mucho…pero yo no escribo el libro para las que han triunfado, para las que están en la cima. Yo escribo el libro para las mujeres que se sienten bloqueadas, que están en un punto que se sienten quizás un poco frustradas, limitadas o que no saben cómo abrirse camino y ni siquiera son conscientes de lo que les está pasando.

P: Eso es justo lo que te ocurrió a ti…

R: Eso me ocurrió a mí. Entonces yo creo que con el ejemplo, ayudas mucho. Porque aceptar nuestras debilidades es una forma de expresar fortaleza. No nos equivoquemos. Esta seguridad falsa de cartón-piedra que muchas veces han manifestado los hombres: la competitividad, el valor, el coraje (…) pues yo creo en todo lo contrario, en que el mostrarnos y aceptar nuestras debilidades es lo que nos hace fuertes también.