La compleja maniobra para salvar las casas de los afectados por las obras del metro de San Fernando

Los vecinos del barrio de San Fernando de Henares llevan durante quince años viviendo una auténtica pesadilla. La implantación del sistema del metro de la línea 7B hace más de una década les cambió la vida por completo. Según iban pasando los años, las grietas aparecían en las viviendas, cada vez con más frecuencia. El suelo se estaba hundiendo por las obras del metro y, consigo, las viviendas de decenas de vecinos, quienes tenían que abandonar progresivamente sus hogares en caso de derrumbe. La última, un desalojo exprés en plenas celebraciones de Navidad. Desde entonces no han parado de luchar y manifestarse para que las instituciones nacionales y regionales hagan algo al respecto. Por ahora, la única solución está en reforzar el terreno a través una compleja obra de ingeniería que permita, que los hogares de los vecinos de San Fernando, no sigan viendo como sus hogares se van derrumbando.

Desde que se localizó el problema de las grietas, los trabajos no han parado para reforzar la estructura del suelo, pero eran medidas que no dieron sus frutos. Ahora todas las miradas están puestas en un material, el mortero, mucho más eficaz que otros materiales, como ha asegurado Antonio Miguel Escaño, jefe de edificación, quien está trabajando en el refuerzo del terreno: "Es un elemento que está contrastada su durabilidad". Este es inyectado en el terreno a través de unas "perforaciones verticales de cincuenta metros", con el se pretende llenar cada uno de los huecos que existen el terreno, surgidos por el tipo de terreno de la zona, y que se vio agravado por el túnel del metro.

Los vecinos siguen teniendo "miedo" de ser los siguientes en ser desalojados

Las obras, están generando temblores en la tierra de la zona, lo que desata el pánico en los vecinos que aún viven en el barrio de San Fernando de Henares, que tienen "miedo" de convertirse en los siguientes en abandonar sus hogares tras la aparición de nuevas grietas. "Aquí se está inyectando, y esperemos que no tiren mi casa", afirma preocupado David Casado, uno de los vecinos afectados que teme que los trabajos realizados terminen por dañar más el terreno y por consecuencia su casa tenga que ser derribada. Pero desde los responsables de las obras, aseguran que los trabajos realizados no suponen un riesgo y que "son compatibles con la habitabilidad" de los vecinos colindantes.

Para controlar cualquier mínimo movimiento, han instalado un sofisticado equipo de láseres para monitorizarlos, por que su principal fin es la "seguridad de los vecinos". Según confirman los trabajadores, las inyecciones de mortero ya están dando sus primeros frutos, consiguiendo paralizar y frenar el continuado hundimiento al que estaban sometidos las viviendas.