Verdades y bulos sobre la destrucción de presas en España: "No se ha demolido ninguna que suministre agua"

En época de escasez, se buscan culpables. Faltan lluvias en una España en sequía y las miradas se fijan en al agua, convertida ya en arma electoral. “¿Tiene algún sentido, cuando se avecinan vacas flacas, que se dediquen ustedes a destruir los almacenamientos de agua?, preguntó la semana pasada el diputado de Vox, José María Figaredo, a la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.

Nunca jamás (actuamos) poniendo en peligro el abastecimiento ni la capacidad de almacenamiento del agua”, subrayó la vicepresidenta tercera del Gobierno, quien aseguró que lo que se está destruyendo son, sobre todo, azudes, pequeñas construcciones que interrumpen el paso del agua.

La ministra defendió la actuación hidráulica de su gobierno que responde, explicó, a la Directiva Marco del Agua. Una regulación fijada por la Unión Europea para proteger las aguas tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Pero las explicaciones no sirvieron al diputado de ultraderecha ni a perfiles afines que en redes sociales se hacían eco de la "destrucción récord" de Sánchez: "256 presas y embalses", denunciaban con las imágenes del desmantelamiento de la presa Yecla de Yeltes, en abril de 2018, meses antes de la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa.

Grandes bulos basados en medias verdades

La desinformación vuelve a inundar las redes sociales de medias verdades y bulos. En el Ministerio de Transición Ecológica confirman a NIUS que la mayoría de las construcciones derribadas no son presas y, en el caso de que lo sean, no están en funcionamiento, sino que “llevan años inutilizadas”. Sobre el derribo de presas, explican:

  • En España no se ha demolido ninguna presa con capacidad operativa para suministrar agua; solo se ha eliminado obstáculos sin función alguna.
  • El 99% de estos obstáculos son azudes construidos hace décadas y abandonados, cuyo mal estado incluso puede producir avenidas e inundaciones.
  • Los raros casos de presas derruidas, siempre pequeñas, como Anllarinos (León) o Yecla (Salamanca), habían dejado de estar operativas y eran económicamente inviables.
  • La presa de Valdecaballeros (Badajoz), cuya demolición se ha aprobado recientemente, iba a prestar servicio a una central nuclear que no se acabó de construir; tampoco lo hizo el embalse, que nunca se llenó y ni siquiera se deforestó su vaso.
  • Las confederaciones hidrográficas cumplen la ley, que obliga a demoler las infraestructuras abandonadas sin función alguna “teniendo en consideración la seguridad de las personas y los bienes y valorando el efecto ambiental y económico de cada actuación“ (Art. 126bis del Reglamento del Dominio Público Hidráulico).
  • Los obstáculos que se eliminan de los ríos españoles son perjudiciales para las personas, para los bienes y para los ecosistemas. Al derribarlos solo se reducen riesgos y se aumenta el bienestar común.

Valdecaballeros y Los Toranes

Es el caso de Valdecaballeros, recuerdan. Una presa construida para refrigerar una central nuclear que al final nunca se hizo, pero la presa se quedó ahí. “Esto es lo que se está modificando, en ningún caso se están destruyendo presas en plena sequía”, como trata de difundir Vox, y el abastecimiento de agua “está garantizadísimo”, subrayan fuentes del ministerio.

Las grandes construcciones a derribar están vinculadas a una concesión que caduca y que el propietario de la concesión no quiere mantener. En ese supuesto, la Administración la recupera y tiene la obligación de derruirlo, recordó Ribera en el Congreso. Una destrucción que cuenta con la oposición frontal del presidente de la Junta de Extremadura, el también socialista Guillermo Fernández Vara, quien ya ha advertido que no va a "consentir", ni a "tolerar" el derribo de la presa.

A pesar de todo esto, en la tarde de este miércoles, se han acercado las posturas. El Ministerio para la Transición Ecológica anunciaba que está evaluando técnicamente no demoler la presa de Valdecaballeros, en Badajoz, ante el interés mostrado por la Junta de Extremadura. Así, recalca que nunca ha sido un embalse destinado a garantizar el abastecimiento de agua, pero admite que la Junta de Extremadura ha mostrado su interés por preservarla, por lo que apunta que "se está evaluando técnicamente la posibilidad de estimar la demanda de mantener esta infraestructura".

Una situación similar a la Presa de Los Toranes, en Teruel. La concesión para su explotación hidroeléctrica ya ha caducado y el ministerio ha ordenado su demolición para devolver el río a su estado original, aunque Iberdrola se niega a asumir el coste de la demolición y los pueblos de la zona se oponen a su derribo porque, consideran, los regadíos perderán una fuente primordial de abastecimiento y un depósito muy útil para la lucha contra los incendios.

Un discurso de "corte conspiranoico"

En un país “en el que todavía pervive el mito de la gran obra hidráulica como fuente de progreso”,  los partidos de extrema derecha tratan de “crear malestar social generando un discurso de corte conspiranoico, según el cual el Gobierno y la Unión Europea estarían urdiendo un plan para dejar sin agua a la gente y así imponer una agenda para impulsar un Nuevo Orden Mundial”, denuncian en la Plataforma en Defensa de las Fuentes que lucha para parar los pozos de sequía y "salvar los paisajes del agua".

En su página web, los expertos hacen un detallado análisis de la situación empezando por el origen de todo: la Estrategia sobre Biodiversidad para 2030 de la Unión Europea que persigue, entre otros muchos objetivos, restaurar el flujo libre del agua en al menos 25.000 km de ríos europeos. “La eliminación de barreras físicas es la pieza fundamental para alcanzar este objetivo”, recuerdan desde la plataforma. “Barreras, que no presas”, matizan.

Además, aclaran, ante una situación de sequía prolongada, disponer de una capacidad de embalse sobredimensionada aporta más bien poco: "cuando se tiene un litro de agua, de nada sirve discutir sobre si la botella que lo contiene debe tener 2 litros, 5 litros o 10 litros, pues lo único que se almacenará será aire". Lo importante es tener una capacidad de embalse adecuada a la disponibilidad real de agua y a la demanda, "cosa que analizan muy concienzudamente los ingenieros al tomar este tipo de decisiones altamente técnicas", recalcan.

España, líder en destrucción de barreras fluviales

Es cierto que España lideró en 2021 la lista europea de países que más barreras fluviales derribó, aunque también hay que tener en cuenta que es uno de los que más tiene. Según el proyecto AMBER, Adaptive Management of Barriers in European Rivers, España cuenta con cerca de 26.000 barreras en sus ríos. Decenas de miles de obstáculos, generalmente en desuso, "poco adaptadas a los actuales requerimientos legales y ambientales, con riesgos crecientes y horizontes de caducidad próximos".

Mantener estas barreras fluviales en desuso no solo supone un peligro por el desgaste de materiales y un elevado coste para mantener la infraestructura, sino que también supone un problema para el medioambiente. Por ello, los expertos consultados por NIUS, apuestan por un cambio de concepto pasando de una política hidráulica a una hidrológica. Porque la hidráulica es "ingeniería y cemento, y así es como hemos llegado a esto", lamenta Julio Barea, responsable de la campaña de Aguas y portavoz de Greenpeace. Lo que se necesita ahora, aseguran, es una política hidrológica que vea el agua en su conjunto: tanto en términos de cantidad y calidad del recurso, como de gestión y optimización de la demanda.